Antimicrobianos: del beneficio al riesgo
Nancy De Briyne describe cómo los veterinarios pueden desarrollar protocolos...
Número de edición 30.2 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 08/10/2020
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Cada vez conocemos más maneras en las que los animales pueden influir positivamente en el desarrollo de los niños, aunque también pueden surgir inconvenientes, tal y como describe Nancy Gee.
Los animales de compañía desempeñan un importante papel en la vida de los niños.
Existen evidencias científicas que respaldan que la interacción con animales es beneficiosa para los niños.
Los niños sienten atracción por los animales, pero necesitan ayuda para aprender a relacionarse con ellos de una forma segura y adecuada.
La interacción de los niños con los perros siempre debe estar supervisada por un adulto.
Contemplar el juego espontáneo entre un niño y un cachorro es una experiencia entrañable y conmovedora (Figura 1); es muy fácil esbozar una sonrisa y disfrutar ante esta simple muestra de interacción humano-animal (IHA). Para la mayoría de los seres humanos es agradable observar o participar en este tipo de interacciones y, muchos animales de compañía, particularmente los perros adultos y cachorros, también parecen disfrutar de la interacción con el ser humano. La antrozoología, que es el estudio científico de la IHA, cada vez tiene más evidencias que demuestran que la interacción entre el ser humano y los animales de compañía es beneficiosa para ambas partes en muchos aspectos, aunque la mayoría de estas evidencias se centran en los beneficios para el ser humano. Gran parte de los estudios de alta calidad disponibles (realizados gracias a la financiación del Instituto de Ciencias Waltham Petcare y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano Eunice Kennedy Shriver) se centran particularmente en el niño.
Alrededor del 60% de los hogares de Estados Unidos tiene una mascota y aproximadamente el 70% de las mascotas convive con niños 1. Un dato impactante que indica la importancia de las mascotas en la vida de los niños es que, en Estados Unidos, es más probable que los niños crezcan con una mascota en el hogar que con el padre 2. Las investigaciones han demostrado que las mascotas pueden influir de numerosas formas en la vida de los niños, desde edades muy tempranas 1.
Por ejemplo, algunas de las palabras más frecuentes en el vocabulario de bebés, son “gato”, “perro”, y el nombre de su mascota. Los bebés, dada su predisposición a responder a los estímulos animados más que a los inanimados, también demuestran una clara preferencia por los animales, mostrando una mayor atención visual y sensibilidad afectiva. En una serie de estudios se observó que los bebés se quedaban mirando durante cierto tiempo a los animales, sonriendo, riendo, saludando y, en un caso, besando al “estímulo animado”, mientras que, prácticamente nunca mostraron este tipo de comportamiento ante un estímulo inanimado 1.
Los niños en edad preescolar pueden identificar correctamente a los gatos, los gatitos, los perros y los cachorros y saben que los animales adultos cuidan a sus crías 3. Durante los cursos de preescolar y primaria, podemos encontrar imágenes de animales prácticamente en todas partes; en libros, paredes, mochilas, material escolar, programa escolar, deberes e incluso puede haber mascotas en la clase. Desde hace décadas, los profesores saben que los niños se sienten instintivamente atraídos por los animales y aprovechan este recurso utilizando a los animales para hacer que sus clases sean divertidas e interesantes.
La omnipresencia de los animales en la vida de los niños ha hecho que los investigadores estudien la manera en la que los animales pueden influir en el desarrollo infantil 4, incluyendo el control del estrés, la regulación emocional, el apoyo social, la actividad física y la oportunidad de practicar y desarrollar la empatía, así como el cuidado de otro ser vivo. Las razones más frecuentes por las que los padres adquieren una mascota para sus hijos incluyen la posibilidad de tener mayor responsabilidad, compañía y diversión. Los padres son muy conscientes de que a sus hijos les divierte interactuar con animales, en gran parte, porque sus hijos probablemente así lo habrán indicado en repetidas ocasiones.
Cada vez hay más evidencias, resumidas más adelante en este artículo, que muestran los efectos positivos de las mascotas en algunas áreas de estudio clave: desarrollo fisiológico, desarrollo cognitivo y desarrollo socioemocional. Pese a los resultados positivos, es importante señalar que algunos niños pueden tener miedo a los animales, su presencia puede causarles estrés, pueden maltratar o no cuidar al animal, pueden sufrir lesiones por mordiscos y arañazos o padecer zoonosis 4. Por tanto, es sumamente importante proporcionar indicaciones claras a los padres, familiares y allegados sobre cómo ayudar a los niños a interaccionar con las mascotas de forma segura (Figura 2).
Aunque la mayoría de los estudios sobre las respuestas fisiológicas del ser humano ante las mascotas se centran en la población adulta (p. ej., menor riesgo de enfermedad cardiovascular), las investigaciones recientes parecen mostrar que en la población infantil existe una tendencia similar. Por ejemplo, tener un vínculo con una mascota se ha asociado con una menor presión arterial sistólica (PA), el hecho de pensar en una mascota se ha asociado con una PA más baja y se ha observado que los niños experimentan una disminución de la frecuencia cardiaca después de interaccionar con sus mascotas felinas 5.
Si bien las interacciones asistidas con animales han pasado rápidamente a convertirse en algo habitual en el ámbito hospitalario en general, esto es particularmente cierto en las unidades de oncología y cuidados paliativos pediátricos 6, donde los padres, los niños y el personal han indicado que estas visitas las perciben de forma positiva. Se ha demostrado que los perros de terapia disminuyen la percepción del dolor en algunas poblaciones pediátricas y pueden acelerar la recuperación de la anestesia tras una cirugía 6, además, los niños hospitalizados han indicado sentir menos estrés, preocupación, cansancio, miedo y tristeza tras las visitas de un perro de terapia.
Uno de los programas de interacción asistida con animales que se encuentra bien consolidado es el programa Dogs on Call (DoC) de la Facultad de Medicina de la Universidad de la Mancomunidad de Virginia Commonwealth (VCU) 1 7; actualmente cuenta con 88 perros de terapia que, de forma rutinaria, visitan prácticamente todas las áreas del hospital de la VCU. Todos los equipos están formados por un entrenador canino y un perro, pertenecen a una organización de perros de terapia, ya sea Pet Partners o Alliance of Therapy Dogs, y reciben formación específica del programa DoC con su correspondiente evaluación. Todos los pacientes, la familia y el personal del hospital pueden solicitar una visita DoC en cualquier área del hospital, excepto en las salas de quirófano o de parto, en comedores y en áreas de aislamiento (Figura 3).
1 https://chai.vcu.edu/programs--services/dogs-on-call/
Quizás no sea sorprendente la gran cantidad de historias que respaldan las evidencias científicas mencionadas anteriormente respecto a los beneficios de la incorporación de perros en los servicios de los hospitales. Una de estas historias es la de un niño, con problemas de comunicación verbal y necesidades especiales, que sufrió un accidente grave y fue llevado a urgencias. El niño no dejaba que le pusieran el tratamiento, peleaba y se resistía. El personal del hospital averiguó que le encantaban los perros y contactó con el equipo DoC para que acudiera; el niño se calmó rápidamente con la visita, se centró en el perro y se dejó tratar. Fueron necesarias varias consultas de seguimiento y DoC acordó que el mismo equipo de entrenador/perro estuviese presente en cada una de las visitas al hospital para acompañar y reconfortar al niño.
Recientemente existe un mayor interés por conocer cómo los animales de compañía pueden ayudar al aprendizaje de los estudiantes 8. En un ensayo controlado aleatorio, los investigadores encontraron que la interacción con un perro, en un programa de intervención asistida con animales de 4 semanas de duración, resultó beneficiosa en las funciones ejecutivas de los estudiantes; dichas funciones son un conjunto de procesos cognitivos relacionados con el éxito escolar y el éxito en la vida 9.
Los programas de lectura con animales han ganado una enorme popularidad en todo el mundo. El programa con perros de asistencia R.E.A.D ® (Reading Education Assistance Dogs®) fue creado en 1999 por la organización Intermountain Therapy Animals y actualmente, cuenta con una red de programas afiliados en Estados Unidos, Canadá, México y otros 24 países 2. Existen muchos otros programas que también promueven este tipo de intervenciones asistidas con animales.
Aunque hay informes anecdóticos de profesores, padres y entrenadores caninos que respaldan la eficacia de estos programas respecto a la mejora de la habilidad de lectura, se carece de la suficiente confirmación empírica 10. La evidencia existente indica que los niños con problemas para aprender a leer pueden beneficiarse de los programas de lectura con animales. Este tipo de programas tiene el potencial de funcionar porque el perro puede promover la actitud positiva y la motivación en el lector joven; la presencia del perro puede mejorar la autoconfianza o moderar la ansiedad o el estrés y el perro puede servir como apoyo social que no juzga la lectura del niño 8. Es igualmente probable, que tener como oyente a un perro haga que el niño esté más involucrado en la lectura; se ha observado que la presencia del perro provoca este efecto, aumentando la atención de niños de edad preescolar en sus tareas 8.
Otro tema que se ha difundido ampliamente en medios de comunicación es el de los “perros de asistencia para niños con autismo”. La función que se persigue con estos perros es doble: proteger al niño con trastorno del espectro autista (TEA) de autolesionarse accidentalmente y mejorar sus interacciones sociales. El perro puede evitar que el niño se aleje de casa, al estar sujeto a él durante el día, o puede avisar a los padres en caso de que el niño salga de la cama (o incluso de la casa) durante la noche 11. También se ha descrito que tener un perro como mascota mejora la convivencia familiar y reduce la ansiedad de niños con TEA 12. Las conclusiones generales sobre la eficacia de los perros de asistencia para niños con autismo son dispares y esta labor puede ser extremadamente compleja para el perro. El perro, en lugar de crear un vínculo con un único ser humano, como suele ser el caso de los perros de servicio, debe responder a uno o ambos padres, así como al niño; quien, como contrapartida, no suele interactuar. Dado que los niños con TEA presentan frecuentemente un patrón de sueño irregular, es posible que el perro no descanse lo suficiente y que existan impedimentos importantes para supervisar adecuadamente si el perro practica el suficiente ejercicio en el exterior y si puede comer y beber cuando acompaña al niño al colegio 11.
Otro trastorno del desarrollo intelectual que aparentemente responde a la intervención asistida con perros es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). En un ensayo controlado aleatorio se comparó la disminución de comportamientos sintomáticos de TDAH en un grupo de niños que recibía un tratamiento convencional respecto a otro grupo de niños cuyo tratamiento también incluía la interacción con perros 13. En este último grupo se observó una mejoría significativa, lo que sugiere que los niños pueden trasladar el aprendizaje de cómo comportarse de forma tranquila para interactuar adecuadamente con el perro a otros ámbitos de su vida.
Hay evidencias científicas que apoyan la idea de que tener una mascota o interactuar con ella puede ser beneficioso para el desarrollo socioemocional del niño. Por ejemplo, convivir con un perro se ha asociado con un menor riesgo de ansiedad infantil 14 y la interacción breve y no estructurada con perros potencia las emociones positivas y reduce la ansiedad de los niños 15. De igual modo, los niños hospitalizados muestran una reducción de la ansiedad después de recibir la visita de un animal de terapia (Figura 4) 16 y los niños con un gran apego a sus mascotas también obtuvieron un mayor grado de empatía y de orientación prosocial 17.
En un estudio se comparó la relación que tienen los adolescentes con sus mascotas frente a la relación con sus hermanos 18. Los resultados fueron muy interesantes al revelar que los adolescentes tenían una relación más satisfactoria y menos conflictiva con sus mascotas que con sus propios hermanos. El apego a las mascotas puede representar una relación estable en la vida del niño, en la que la mascota proporciona un confort, una seguridad y una confianza que de otro modo no tendría 10. Además, la mascota puede ofrecer a los niños de mayor edad la oportunidad de asumir la función de “cuidador” 10 y, por tanto, de aprender sobre el sentido de la responsabilidad 19.
La parte negativa, por supuesto, es la potencial aflicción del niño por la pérdida de la mascota, hasta el punto de que pueda necesitar ayuda para superarla. En al menos un estudio 20 se ha realizado un análisis exhaustivo de esta situación y se ha sugerido la existencia de mecanismos específicos para afrontarla.
Un estudio realizado en 1998 en Estados Unidos, en el que se revisaron los casos atendidos por heridas provocadas por mordedura de perro en el servicio de urgencias reveló una tasa de 12,9 casos por 10.000 personas, lo que suponía unos 914 casos nuevos de heridas por mordedura atendidos en urgencias cada año 21. La edad media de los pacientes fue de 15 años y los niños, especialmente chicos de 5 a 9 años de edad, fueron los más representados, y así mismo, los niños fueron los que presentaron una mayor probabilidad de sufrir mordeduras en cabeza, cuello y cara. En el 2008 se elaboró un informe en el que se revisó la incidencia de mordeduras de perro respecto al estudio anterior y se encontró que, aunque la incidencia de mordeduras en niños fue menor, la probabilidad de requerir tratamiento médico fue mayor en niños que en adultos 22, y los autores concluyeron que las mordeduras de perro siguen representando un problema de salud pública.
Nancy R. Gee
Es interesante señalar que, en un estudio en el que se revisaron las lesiones relacionadas con animales de compañía en todos los servicios de urgencias de Países Bajos, que tuvieron lugar durante un año (abril del 2015-marzo del 2016) se encontró que la mayoría de los pacientes eran mujeres adultas, los animales implicados con más frecuencia eran caballos (a pesar de que, en los Países Bajos los perros y los gatos son los animales de compañía más comunes) y las lesiones más frecuentes eran las heridas; por encima, de fracturas y contusiones 23. Posiblemente, este hecho está relacionado con el tamaño del animal, ya que la probabilidad de que un animal grande lesione a una persona es mayor que la de un animal pequeño, aunque los datos del estudio no indicaron si las lesiones fueron accidentales (p. ej., si un caballo pisa a una persona) o como resultado de estrés o agresividad del animal. Sería importante conocer los detalles de cada caso concreto para prevenir que ocurran, pero esto no siempre es posible, ya que los informes hospitalarios no suelen incluir la descripción detallada o los antecedentes de las lesiones.
Un programa diseñado específicamente para reducir la incidencia de mordeduras de perro en niños es The Blue Dog 3. La mayoría de las mordeduras están causadas por el perro de la familia, como consecuencia de interacciones entre el niño y la mascota que son percibidas por los adultos como inofensivas. Los padres de niños que habían sido mordidos por su propio perro se mostraron sorprendidos, indicando que los hechos sucedieron muy rápido y que el perro nunca había mostrado ningún signo de agresividad hacia el niño. Por desgracia, estas agresiones suelen ser la consecuencia de una interpretación errónea del comportamiento del animal y reflejan su estrés y malestar creciente ante una determinada situación. El programa The Blue Dog ofrece diversos recursos formativos, incluyendo un juego en el que se describen de forma específica ejemplos de interacciones niño/perro que podrían dar lugar a una situación de riesgo de mordedura (Figura 5).
Este programa fue evaluado para comprobar en qué medida los niños habían aprendido a tomar decisiones seguras después de recibir feedback verbalmente o de realizar una práctica adicional de The Blue Dog con los padres 24; los resultados mostraron un aumento significativo de decisiones seguras después de cada una de las etapas de entrenamiento en todos los grupos evaluados (niños de 3 a 6 años de edad) y dos semanas después, los niños mantenían esta habilidad de toma segura de decisiones. En los niños menores de 6 años, se obtuvieron mejores resultados cuando los padres estaban presentes en las prácticas. En un estudio de seguimiento 25 se valoró la interpretación del lenguaje corporal del perro por parte de los padres y de los niños. Mientras que los adultos cometían pocos errores al identificar señales faciales de miedo en el perro, los investigadores observaron con preocupación que los niños de 4-6 años de edad frecuentemente confundían la imagen del perro enseñando los dientes y gruñendo con la de un perro amigable y sonriente.
Además, aunque los niños pueden aprender a reconocer las señales de estrés en los perros, necesitan recordatorios frecuentes para continuar interpretando las señales correctamente y comportarse en consecuencia con los perros. El papel de supervisión de los padres, cuando los niños interactúan con los perros, no se puede sustituir de ninguna manera; en la Tabla 1 se enumeran diferentes fuentes de información online para ayudar a garantizar el bienestar de todos los implicados.
Table 1. Fuentes de información online sobre niños y mascotas.
Los investigadores han descubierto que la interacción de los niños con animales de compañía puede aportar muchos beneficios. Las evidencias respaldan lo que mucha gente intuitivamente considera obvio: las mascotas pueden facilitar el desarrollo fisiológico, cognitivo y socioemocional de los niños, además de proporcionarles felicidad. Sin embargo, todavía quedan incógnitas respecto a las circunstancias específicas bajo las que se puede conseguir la máxima eficacia de una IHA orientada a niños, sin que suponga ningún peligro para ellos. No todos los niños se pueden beneficiar de la interacción con los animales de la misma manera. La mascota de la familia puede brindar un tipo de apoyo, la sesión de lectura semanal con un perro de asistencia, otro, y la visita de un perro de terapia, otro diferente. La frecuencia de estas interacciones, su duración y las circunstancias óptimas son cuestiones que todavía se siguen investigando e, independientemente del entorno en el que se produzca la interacción entre el niño y la mascota, la seguridad de ambas partes siempre deber ser una prioridad.
Nancy R. Gee
La Dra. Gee se doctoró en Psicología por la Universidad del Sur de Florida y posteriormente, trabajó como Profesora de Psicología en la Universidad Estatal Leer más
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