Revista veterinaria científica internacional para el profesional de los animales de compañía
Veterinary Focus

Número de edición 29.3 Hepatología

Diagnóstico y tratamiento de la hepatitis crónica en el perro

Fecha de publicación 16/01/2020

Escrito por Cynthia RL Webster

Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , Português , Română , English y ภาษาไทย

La hepatitis crónica es frecuente en el perro, pero es una enfermedad que suele pasar desapercibida, especialmente en sus fases iniciales; Cynthia Webster nos ofrece una visión general de esta enfermedad, con especial énfasis en las diferentes opciones diagnósticas y terapéuticas.

Diagnóstico y tratamiento de la hepatitis crónica en el perro

Puntos Clave

Para diagnosticar con precisión la hepatitis crónica (HC) es necesaria la evaluación histopatológica de varias muestras de biopsia – preferentemente obtenidas por laparoscopia – de diferentes lóbulos hepáticos.


En todas las muestras de biopsia hepática se debe valorar cuantitativamente la concentración de cobre, puesto que su exceso es una causa importante de HC que requiere un tratamiento específico.


Puede existir inflamación hepática significativa en perros sin signos clínicos ni alteraciones en las pruebas de imagen.


En los perros con HC idiopática, una vez descartadas otras causas, está indicado realizar un tratamiento de prueba inmunosupresor para determinar si la hepatitis es inmunomediada.


Introducción 

  • Inflamación plasmocitaria y/o granulomatosa portal, lobulillar o centrolobulillar de grado moderado a marcado
  • Hepatitis de interfase (inflamación que atraviesa la placa limitante y se extiende por el lobulillo)\
  • Diversos grados de muerte celular del hepatocito (apoptosis o necrosis)
  • +/- Proliferación de conductos biliares
  • +/- Fibrosis
  • +/- Regeneración nodular

Recuadro 1. Hallazgos histológicos clave en la hepatitis crónica.

La hepatitis crónica (HC) puede afectar a perros de cualquier raza, y su inicio puede ser insidioso. La HC progresa hacia una fase terminal de cirrosis, caracterizada por el desarrollo significativo de fibrosis y por la presencia de áreas de regeneración nodular. A nivel histológico hay ciertos hallazgos clave que definen la HC, tal y como se muestran en el (Recuadro 1) 1. Es esencial diferenciar, mediante el estudio histopatológico, la HC de la hepatitis reactiva inespecífica, que se caracteriza por la presencia de un infiltrado inflamatorio, de leve a moderado, en las regiones portal, lobulillar y centrolobulillar, sin evidencias de muerte o degeneración celular, como consecuencia de la liberación de citoquinas inflamatorias y de endotoxinas procedentes de cualquier otra región del sistema digestivo 2.

Etiología

En la mayoría de los perros con HC la etiología no se puede determinar, por lo que se emite el diagnóstico de HC idiopática 3 4, pero existen algunas causas posibles que merecen ser mencionadas.

Aunque en diversos estudios no se ha podido identificar la presencia de virus hepatotropos en perros con HC, sí se han observado evidencias histopatológicas/o serológicas de bacterias del género Leptospira en perros de laboratorio y, recientemente, se han identificado con métodos moleculares organismos leptospirales en perros con hepatitis granulomatosa 5. Se desconoce si la HC está causada por el propio organismo o por la reacción inmunitaria frente al mismo. Mientras que la leishmaniosis se ha asociado con la HC granulomatosa, otras infecciones producidas por bacterias (Bartonella), rickettsias (Ehrlichia, Anaplasma) o protozoos (Neospora, Toxoplasma, Sarcocystis) también pueden causar una HC. No obstante, lo más frecuente es que estas infecciones sean agudas o subagudas y se correspondan con un proceso sistémico.

Hay diversos fármacos y suplementos que podrían causar una HC en el perro, por lo que el veterinario debe prestar especial atención en la anamnesis y obtener una historia farmacológica completa 6. La mayoría de estos fármacos originan una hepatitis aguda, aunque algunos pueden dar lugar a HC; como es el caso de los anticonvulsivos (fenobarbital, primidona y fenitoína), el oxibendazol, la lomustina (CCNU), la amiodarona, el mitotano y los AINE.

La toxicidad por cobre (Cu) también es una posible etiología. Normalmente, muchos perros ingieren un exceso de (Cu) en el alimento. El Cu que llega al hígado se tiene que adherir a las proteínas de unión al Cu, o bien, se excreta a través de la bilis; ya que el Cu libre genera un estrés oxidativo que conduce a la muerte hepatocelular. La concentración normal de Cu en el tejido hepático en el perro es de 120-400 µg/g de peso seco (PS) 7. El daño hepático (evidenciado por el aumento de la actividad de la alanina aminotransferasa (ALT) sérica y por las alteraciones morfológicas) comienza cuando el nivel de Cu supera los 1.000 µg/g PS, y la lesión queda instaurada cuando las concentraciones son iguales o superiores a los 1.500 µg/g PS 7 8 9. Sin embargo, la gravedad de la lesión y la sintomatología varían entre individuos. Algunos perros con un nivel tóxico de Cu hepático no presentan evidencias de lesión hepática, mientras que otros, solo con un leve aumento de su concentración, tienen lesiones graves 9 10 11. Aunque cualquier raza puede presentar acúmulos de Cu, parece existir una predisposición racial (Tabla 1) 7. En algunas razas, como el Bedlington Terrier, el Cu se acumula en el hígado debido a aberraciones genéticas en proteínas relacionadas con su metabolismo. Sin embargo, cada vez hay más evidencias que sugieren que el exceso de Cu en los alimentos también contribuye a la mayor incidencia de HC asociada al Cu (HC-Cu), descrita en las últimas dos décadas 10 11. Hace unos 20 años, muchas empresas de alimentos para mascotas sustituyeron el óxido de Cu (de muy baja biodisponibilidad) por Cu quelado, cuya biodisponibilidad es mayor. Este cambio, sumado al hecho de que el National Research Council no ha establecido un límite máximo de Cu alimentario, ha llevado a que algunos alimentos comerciales tengan un exceso de Cu de elevada biodisponibilidad 12 13. En Europa, la FEDIAF1 sí ha establecido la concentración máxima de Cu en alimentos para perros, aunque hay estudios que sugieren que los perros, particularmente de razas predispuestas, pueden presentar acúmulos de Cu hepático con alimentos con un nivel de Cu inferior a dicho límite 14 15. Diversos estudios han demostrado que, en estas dos últimas décadas, los perros (con y sin HC) presentan una mayor concentración de Cu hepático que poblaciones similares de perros anteriores a 1998 10 11. Para diagnosticar la HC-Cu es necesaria la toma de biopsias para su estudio histopatológico y evidenciar la presencia de una HC, junto con el acúmulo de Cu visible mediante la tinción de rodanina, principalmente en hepatocitos centrolobulillares, además de la presencia de una concentración de Cu elevada en el tejido hepático (> 400 µg/g PS, generalmente >1.000 µg/g PS). No obstante, existen ciertas dificultades en el diagnóstico de HC-Cu. Entre ellas cabe destacar el hecho de que la concentración de Cu no es uniforme entre los distintos lóbulos, además, en las zonas de fibrosis significativa hay una menor cantidad de Cu, y en los nódulos de regeneración no hay depósitos de cobre, a lo que se suma la difícil determinación de la distribución lobulillar en fases tardías inflamatorias/fibróticas. 

Raza Etiología Base genética
Bedlington Terrier Cobre Sí, COMMD1 (la mayoría) o ABCB12
Dálmata Cobre Sí, pero no se ha identificado el gen
Labrador
Retriever
Cobre (1/3 de los casos)
Idiopática/inmunomediada
Sí; ATP7B en cerca de 1/3 de los perros
Dóberman
Pinscher
Cobre
Inmunomediada
Desconocida
Cócker Spaniel inglés y americano Idiopática/inmunomediada Desconocida
Springer Spaniel inglés Idiopática/inmunomediada Desconocida
West Highland White Terrier Cobre
Idiopática
Sí, pero no se ha identificado el gen

Tabla 1. Predisposición racial a la hepatitis crónica.

1 Federación europea de la industria de los alimentos para los animales de compañía

Muchas veces se considera la posibilidad de una HC inmunomediada cuando no se ha identificado ninguna otra etiología. Aunque no se han establecido los criterios para este diagnóstico, se puede sospechar una base inmunomediada en perros con HC idiopática cuando la histopatología revela un infiltrado linfocitario de moderado a marcado, el resultado de autoanticuerpos séricos es positivo, hay antecedentes familiares de HC, existen otros trastornos autoinmunes asociados (p. ej., hipotiroidismo, atopia, enfermedad inflamatoria intestinal), ser hembra (generalmente afecta más que a machos) y cuando la respuesta al tratamiento con inmunosupresores es satisfactoria 13. El diagnóstico clínico presuntivo de HC inmunomediada requiere descartar meticulosamente otras posibles etiologías (infecciosas, ambientales, toxinas alimentarias, farmacológicas).

Reseña y signos clínicos 

Figura 1. La hepatitis crónica puede afectar a cualquier raza canina, aunque existe una mayor predisposición en algunas razas. En el caso del Cócker Spaniel se ha observado una mayor predisposición en el macho. © Shutterstock
Figura 1. La hepatitis crónica puede afectar a cualquier raza canina, aunque existe una mayor predisposición en algunas razas. En el caso del Cócker Spaniel se ha observado una mayor predisposición en el macho. © Shutterstock

La HC puede afectar a cualquier raza canina, incluyendo al perro mestizo, aunque existe cierta predisposición en algunas razas (Tabla 1) 16. La HC generalmente es una enfermedad de perros de mediana edad, pero se ha descrito en perros jóvenes, de al menos 5 meses de edad, y en perros mayores, de hasta 17 años. Existe una predisposición en hembras de raza Labrador, Dóberman, Dálmata y Springer Spaniel inglés, y en machos de raza Cócker Spaniel (Figura 1).

Los signos clínicos más frecuentes son inespecíficos e incluyen la letargia/depresión y anorexia. La poliuria y la polidipsia (PU/PD) son dos de los primeros signos en aparecer. Los signos más específicos de enfermedad hepática, como la ictericia, la encefalopatía hepática y la ascitis, son menos frecuentes y suelen indicar una fase avanzada de la enfermedad (Figura 2a) (Figura 2b) (Figura 2c).

 
Figura 2a. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Mucosas ictéricas. © Cynthia RL. Webster
Figura 2a. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Mucosas ictéricas. © Cynthia RL. Webster
Figura 2b. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Ictericia en una piel rasurada. © Cynthia RL. Webster
Figura 2b. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Ictericia en una piel rasurada. © Cynthia RL. Webster
Figura 2c. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Distensión abdominal por ascitis. © Cynthia RL. Webster
Figura 2c. Manifestaciones clínicas tardías de la hepatitis crónica en el perro. Distensión abdominal por ascitis. © Cynthia RL. Webster

Debido a la elevada capacidad de reserva del hígado, la HC muchas veces es subclínica y se sospecha su presencia cuando en los análisis de sangre rutinarios se detecta un aumento de la actividad de las enzimas hepáticas. En ese momento, se debe investigar el diagnóstico de HC, ya que si la enfermedad avanza el tratamiento suele ser menos satisfactorio.

Patología clínica

La determinación de la ALT es la mejor prueba para detectar HC, aunque su sensibilidad es solo del 70-80%. Por tanto, se pueden encontrar lesiones histológicas significativas, aunque no haya un aumento de la ALT. El aumento de la actividad de la ALT suele ser de mayor magnitud que el aumento de la actividad de la fosfatasa alcalina (FA), además, la FA se eleva posteriormente, en fases tardías de la enfermedad. Cuando la cirrosis se encuentra avanzada, es posible que se agote la liberación de enzimas, puesto que los hepatocitos son sustituidos por tejido fibroso. La frecuencia con la que se presentan otros signos clínicos se resume en la (Tabla 2). 

Parámetro % con alteración # estudios (# perros)
ALT aumentada 85 +/-15 10 (250)
FA aumentada 82 +/-18 10 (250)
AST aumentada 78 +/-10 3 (56)
GGT aumentada 61 +/-12 5 (121)
BUN disminuido 40 +/-29 5 (65)
Hipoalbuminemia 49 +/-19 15 (323)
Hipocolesterolemia 40 +/-12 4 (118)

Tabla 2. Alteraciones bioquímicas frecuentes en perros con hepatitis crónica.

La medición de los ácidos biliares séricos totales (AB) no es útil para identificar una HC. Si el punto de corte es de 20-25 mmol/l, la sensibilidad de los AB pre y postprandiales para la HC es de solo el 50%. Como los AB son muy sensibles a la desviación del flujo sanguíneo hepático, la sensibilidad aumenta hasta casi el 100% en caso de cirrosis con hipertensión portal y formación de múltiples shunts portosistémicos adquiridos (MSPA). No es aconsejable esperar a que los AB se eleven para realizar la biopsia hepática, puesto que, llegados a este punto, puede haber alteraciones hepáticas significativas y, quizá, irreversibles.

Como la PU/PD son signos frecuentes de HC, en el análisis de orina se puede encontrar isostenuria. El síndrome de Fanconi adquirido transitorio (glucosuria con normoglucemia) está asociado con la HC-Cu 7.

Pruebas de imagen

Las radiografías del hígado de perros con HC suelen ser normales, por lo que siempre que se sospeche una HC, la ecografía debería formar parte de la investigación rutinaria. En la Tabla 3 se muestra un resumen de los hallazgos ecográficos descritos en la literatura. Es importante señalar que varios estudios han indicado que no hay unos criterios ecográficos que permitan predecir la presencia de HC; de hecho, a pesar de que la enfermedad pueda estar avanzada, el hígado puede presentar una apariencia ecográfica normal 17 18 19.

 
Figura 3. Ecografía hepática de un perro de 5 años de edad, cruce de Rottweiler, cuyo motivo de consulta fue la letargia y la disminución del apetito. Las enzimas hepáticas séricas de este perro habían ido aumentando durante los últimos 2 años. Se puede observar una cantidad moderada de efusión abdominal (flecha grande). El hígado presenta un tamaño reducido, bordes hiperecogénicos irregulares (flecha pequeña) y se observan múltiples nódulos hipoecogénicos mal definidos. Estos hallazgos son frecuentes en el hígado con cirrosis. © Dominique Penninck
Figura 3. Ecografía hepática de un perro de 5 años de edad, cruce de Rottweiler, cuyo motivo de consulta fue la letargia y la disminución del apetito. Las enzimas hepáticas séricas de este perro habían ido aumentando durante los últimos 2 años. Se puede observar una cantidad moderada de efusión abdominal (flecha grande). El hígado presenta un tamaño reducido, bordes hiperecogénicos irregulares (flecha pequeña) y se observan múltiples nódulos hipoecogénicos mal definidos. Estos hallazgos son frecuentes en el hígado con cirrosis. © Dominique Penninck
Anomalías % perros afectados
Microhepatía 39
Ascitis 29
Heterogénea/no homogénea/moteada 23
Hiperecogénica 18
Nodular 17
Bordes irregulares 17
Normal 14
Hepatomegalia 7,8
MSPA (múltiples shunts portosistémicos adquiridos) 4,3
Linfadenopatía de ganglios linfáticos hepáticos 2,8
Hipoecogénico 2

Tabla 3. Hallazgos ecográficos posibles en la hepatitis crónica.

En la HC avanzada, el tamaño hepático puede estar reducido, con bordes irregulares (Figura 3) y signos de hipertensión, como la ascitis, el edema (especialmente visible en la vesícula biliar y en el páncreas), la disminución de la velocidad del flujo portal (velocidad media < 10 cm/s, frente a la media normal de 10,5-25,7 cm/s), flujo que se aleja del hígado (hepatofugal) y la visualización de MSPA, que suelen presentarse como un plexo complejo de pequeños vasos tortuosos localizados caudalmente al riñón izquierdo 20.

Obtención de la muestra de biopsia

El diagnóstico de HC requiere la obtención de una muestra de tejido hepático. Los aspirados con aguja fina no son apropiados para realizar un diagnóstico, y muchas veces pueden llevar a una clasificación errónea del proceso patológico. La biopsia percutánea ecoguiada con aguja de gran calibre (14 o 16G) permite obtener muestras adecuadas para el diagnóstico, siempre que se realicen varias punciones 21. Sin embargo, es cuestionable la precisión diagnóstica de las biopsias con aguja de 18G, ya que se obtienen muestras relativamente pequeñas, que se pueden fragmentar en caso de fibrosis y es posible no acceder a lesiones localizadas en otros lóbulos hepáticos menos accesibles, como el medial o el lateral izquierdos. Esto supone un problema, puesto que muchas veces existe una gran heterogeneidad, en términos de gravedad histológica y acumulación de Cu, entre los diferentes lóbulos. En términos generales, para diagnosticar con precisión la HC es necesario que el patólogo evalúe 10-12 regiones portales, lo que puede resultar difícil de obtener a menos que se realicen múltiples biopsias percutáneas. No obstante, hay que tener en cuenta que la obtención de múltiples biopsias puede aumentar el riesgo de hemorragia.

La laparoscopia es la técnica de elección para la obtención de biopsias hepáticas. Esta técnica permite realizar una valoración macroscópica de todo el hígado, del sistema biliar extrahepático y de las estructuras que lo rodean, y se pueden tomar varias muestras de gran tamaño y obtener una media de 16-18 triadas portal es por cada muestra de biopsia. Para diagnosticar HC se deben obtener cinco muestras de al menos dos lóbulos diferentes; tres para la evaluación histopatológica, una para el cultivo aerobio/anaerobio y otra para la cuantificación de metales pesados.

 
Parámetro evaluado Criterios de riesgo elevado
Hematocrito < 30%
Recuento plaquetario < 80.000
TP/TTPa > 1,5 x límite superior normal
vWF (en razas susceptibles)
< 50%
Tiempo de sangrado de la mucosa oral (TSMB) > 5 minutos
Fibrinógeno < 100 mg/dl

Recuadro 2. Evaluación del riesgo de hemorragia en la biopsia hepática.

Los riesgos de la biopsia incluyen las complicaciones anestésicas (especialmente en pacientes con enfermedad hepática de fase avanzada), la hemorragia, la embolia aérea (en caso de laparoscopia), la infección, el neumotórax y el shock vagal. La hemorragia es la principal complicación 22. Resulta difícil valorar el riesgo de hemorragia cuando los perros con enfermedad hepática presentan deficiencias de pro- y anti-coagulantes, así como de reguladores de la fibrinolisis. Cerca del 40% de los perros afectados presentan un aumento en el tiempo de protrombina (TP) y en el tiempo de tromboplastina parcial activado (TTPa). Muchos pacientes también tienen una disminución de la actividad del fibrinógeno, de la antitrombina y de la proteína C y, a veces, pueden presentar anemia y trombocitopenia leves. En el (Recuadro 2) se muestran los parámetros recomendados para valorar el riesgo de hemorragia según la literatura de medicina humana y los pocos estudios que, hasta la fecha, hay en perros 13 21 22.

 
Figura 4. La obtención de una biopsia hepática percutánea puede ser adecuada en algunos casos. © Hille Fieten
Figura 4. La obtención de una biopsia hepática percutánea puede ser adecuada en algunos casos. © Hille Fieten

La biopsia hepática percutánea ecoguiada (Figura 4) conlleva un mayor riesgo de hemorragia que otras técnicas, en las que se puede controlar la hemostasia localmente (p. ej., la laparoscopia), aunque el riesgo de complicaciones (definido como la necesidad de una transfusión sanguínea o de fluidoterapia de reanimación) parece ser bajo (del 1-5%) con ambas técnicas 13 22.

Se desconoce si en pacientes de alto riesgo la implementación de medidas terapéuticas (como la administración de productos sanguíneos o de vitamina K) disminuye el riesgo de hemorragia asociado a la obtención de muestras hepáticas. La excepción a esto la constituye el perro con baja actividad del factor de von Willebrand, al que se debería administrar crioprecipitado y desmopresina. Por consiguiente, en perros de elevado riesgo, se recomienda ser estrictamente cautelosos durante el procedimiento y controlar estrechamente al paciente en el hospital durante las 12 horas siguientes a la toma de la biopsia, así como disponer de productos sanguíneos para utilizarlos en caso necesario 13.

Interpretación de la biopsia 

Figura 5. Muestra de biopsia hepática teñida con rodanina en la que se observa una notable acumulación de cobre centrolobulillar en forma de gránulos de color marrón rojizo en el interior de los hepatocitos. Este West Highland White Terrier de 6 años presentaba una historia clínica de aumento de enzimas hepáticas. La concentración de cobre fue de 1.170 µg/g PS. © Cynthia RL. Webster
Figura 5. Muestra de biopsia hepática teñida con rodanina en la que se observa una notable acumulación de cobre centrolobulillar en forma de gránulos de color marrón rojizo en el interior de los hepatocitos. Este West Highland White Terrier de 6 años presentaba una historia clínica de aumento de enzimas hepáticas. La concentración de cobre fue de 1.170 µg/g PS. © Cynthia RL. Webster

Para evaluar las muestras obtenidas por biopsia hepática son necesarias las tinciones de H-E, rojo sirio o tricrómico de Masson (para la fibrosis) y rodanina (para el cobre) 21. El patólogo debería describir el tipo, la localización y la gravedad de la inflamación, la fibrosis, las alteraciones degenerativas (lipidosis, cambios vacuolares, lipogranulomas), la presencia, localización y extensión de la muerte celular y la reacción ductular, así como la distribución lobulillar y la cantidad de Cu teñido (Figura 5). En algunos casos están indicadas las tinciones especiales para identificar organismos infecciosos, particularmente en caso de hepatitis piogranulomatosa. Para aprovechar al máximo el valor de la biopsia es necesario que el veterinario clínico y el patólogo intercambien información. En algunos casos, se debe considerar que las muestras sean evaluadas por un patólogo (e internista) con experiencia en medicina e histopatología hepáticas.

Tratamiento

El tratamiento está orientado hacia la etiología. Los agentes infecciosos sospechosos se deben tratar con la terapia antimicrobiana adecuada y se deben eliminar del entorno del perro las sustancias tóxicas y los medicamentos. Cualquier aumento de Cu hepático en un perro con HC se debe tratar. El tratamiento de la HC-Cu se resume en la Tabla 4 e incluye la restricción de Cu alimentario y el uso de quelantes del Cu para evitar su absorción intestinal (penicilamina y zinc) 7. Está indicada la administración simultánea de hepatoprotectores y de antioxidantes (S-adenosilmetionina, vitamina E +/- ácido ursodesoxicólico). Algunos perros con HC-Cu presentan un intenso infiltrado inflamatorio y pueden ser beneficiosos los tratamientos de corta duración con corticoesteroides. 

Tratamientos y pautas Mecanismo de acción y notas
Dieta baja en Cu

Administrar la dieta comercial o casera adecuada con < 5 mg/kg MS (0,1-0,12 mg/100 kcal)

< 0,1 µg Cu en agua; utilizar agua destilada o agua cuyo nivel de Cu se ha analizado
Limita la absorción intestinal de Cu

Las dietas bajas en Cu suelen ser innecesariamente bajas en proteínas; considerar el aporte adicional de proteínas

La mayoría de los perros necesitan la dieta baja en Cu de por vida

Si las tuberías son de Cu se puede dejar correr el agua durante unos minutos para eliminar el Cu del agua
D-Penicilamina

10-15 mg/kg cada 12 h PO con el estómago vacío
Quelante de Cu

Los efectos secundarios más frecuentes son las náuseas y los vómitos. Otros efectos secundarios poco frecuentes son la deficiencia en Cu, Fe, Zn, vitamina B12, erupciones cutáneas, proteinuria y discrasias sanguíneas. Puede dar lugar a un leve aumento de la FA y a la hepatopatía vacuolar. No administrar con zinc
Zinc (gluconato de zinc)

50 mg cada 12 h con el estómago vacío
Induce la síntesis de metalotioneína citoplásmica en el intestino y en el hígado, lo que disminuye la absorción de Cu y protege al hígado. El Cu se elimina lentamente y, por tanto, su uso solo es adecuado en la fase de mantenimiento

Las náuseas y los vómitos son frecuentes; ocasionalmente provoca anemia hemolítica. Se deben controlar los niveles séricos; deben ser > 200 mg/dl pero < 1.000 mg/dl
S-adenosilmetionina (SAMe)

20 mg/kg PO cada 24 h con el estómago vacío
Aumenta los niveles de glutatión (GSH), promueve la síntesis de poliaminas antiinflamatorias y la metilación de DNA y de las membranas que favorecen la estabilidad celular

Ocasionalmente puede causar vómitos. Puesto que es un componente inestable, se deben utilizar los productos con una farmacodinamia probada en el perro
Vitamina E

10 UI/kg PO cada 24 h sin exceder las 400 UI/perro/día
Antioxidante: evita la peroxidación lipídica de las membranas

Administrar con alimento. Puede ser pro-oxidante e interferir con la coagulación a altas dosis
Ácido ursodesoxicólico
10-15 mg/kg PO cada 24 h con alimento
Colerético, antioxidante y antiapoptótico. Indicado con hiperbilirrubinemia o evidencia de alteraciones del árbol biliar. Ocasionalmente causa vómitos. Las formulaciones genéricas suelen tener una buena biodisponibilidad

Tabla 4. Tratamiento de la hepatitis crónica asociada al cobre.

VF_608.800.j7sw5ZEeG3iC4EDE0gd1
Figura 6. El Labrador Retriever es una de las razas en las que se conoce una predisposición genética a la toxicidad por cobre. © Shutterstock

Los perros de raza Bedlington Terrier y Dálmata y los perros jóvenes con niveles de Cu hepático bastante elevados (> 3.000 µg/g MS) probablemente requieran tratamiento dietético de por vida junto con la administración de quelantes del Cu. En otros perros, no se ha definido bien el tiempo necesario para normalizar el equilibrio de Cu con penicilamina y una dieta baja en cobre. Algunos estudios en el Labrador Retriever sugieren que la duración del uso de quelantes está relacionada con la concentración inicial de Cu hepático, de forma que se necesitan 6, 9 y más de 12 meses cuando dicha concentración es de 1.000, 1.500 y 2.000 µg/g PS, respectivamente (Figura 6). Se desconoce si esto también es así en otras razas. Según la opinión de los expertos, en algunos perros, independientemente de su concentración de Cu hepático, los niveles de Cu disminuyen más fácilmente 13.

Idealmente, para decidir la interrupción del uso de quelantes del Cu se debería repetir la biopsia para determinar cuantitativa y cualitativamente el nivel de Cu hepático. Si esto no es posible, en su lugar, se puede utilizar como marcador la concentración sérica de ALT teniendo en cuenta que los niveles pueden ser normales a pesar de existir una inflamación a nivel histológico; por lo que los quelantes se deberían continuar unos 2-3 meses después de haberse normalizado la concentración de ALT. Aunque algunos estudios sugieren que las muestras obtenidas por aspiración con aguja fina, teñidas con rodanina, pueden ser útiles para monitorizar la concentración de Cu hepático, esta técnica no es recomendable hasta que no se realicen más estudios.

En algunos perros, aunque el equilibrio del Cu se normalice, la ALT sérica y los hallazgos histológicos pueden seguir indicando la persistencia de la enfermedad inflamatoria. Estos perros, o bien no tienen una HC-Cu, o la lesión hepática ha dado lugar a la exposición de epitopos nuevos, con la consecuente autoperpetuación de la enfermedad inmune.

Por regla general, a los perros afectados se les administra una dieta baja en Cu, aunque muchas veces esta medida no es suficiente como para mantener un nivel normal de Cu hepático. Sin embargo, es complicado predecir qué perros son los que necesitarán un tratamiento adicional. Generalmente, los perros con una concentración inicial de Cu elevada (> 2.000 µg/g), con antecedentes familiares de HC-Cu o con una concentración sérica de ALT que no se normaliza tras utilizar quelantes durante 6-8 meses, suelen necesitar un tratamiento con penicilamina o zinc, además de una dieta baja en Cu.

Cynthia RL Webster

Como la mejoría histológica es posterior a la mejoría clínica y laboratorial, los ajustes del tratamiento deben continuarse durante varios meses después de la remisión laboratorial, antes de retirar por completo el tratamiento.

Cynthia RL Webster

Algunos estudios sugieren que los perros con HC-Cu realmente tienen una enfermedad inmunomediada y pueden responder al tratamiento adecuado, pero no se han realizado ensayos clínicos prospectivos de inmunosupresión en la HC con sospecha de origen inmunitario. Se ha promovido el tratamiento con corticoesteroides, azatioprina, micofenolato y ciclosporina en perros con sospecha de hepatitis inmunomediada (Tabla 5), aunque no se ha evaluado ninguno de estos fármacos en ensayos clínicos prospectivos. Es frecuente que los perros en los que se sospecha una enfermedad inmunomediada reciban un tratamiento simultáneo con hepatoprotectores. 

Fármaco y dosis Comentarios y posibles efectos secundarios
Azatioprina

1 mg/kg PO cada 24 h durante 7 días y después pasar a 1 mg/kg cada 48 h
Aumento de las enzimas hepáticas séricas (normalmente reversible al finalizar el tratamiento)
Supresión reversible de la médula ósea
Prednisolona

2 mg/kg PO cada 24 h (no más de 40 mg/día) reducir hasta 0,5 mg/kg cada 48 h
PU/PD/polifagia
Molestias digestivas
Hipercoagulabilidad
Inducción de la FA y de la GGT
Desarrollo de una hepatopatía esteroidea
Aumento de la sensibilidad a infecciones (p. ej., ITU)
Catabolismo
Retención de sodio
Usar dexametasona en pacientes con ascitis
Ciclosporina

5 mg/kg PO cada 12 h
[Náuseas/vómitos
Hiperplasia gingival
Aumento de la sensibilidad a infecciones (p.ej., ITU y hongos oportunistas)
Usar únicamente los preparados emulsionados
Para el tratamiento inicial no se deberían utilizar productos genéricos
Micofenolato

10 mg/kg PO cada 12 h
Diarrea

Tabla 5. Tratamiento inmunosupresor para la hepatitis crónica presuntamente inmunomediada.

Una vez más, el momento óptimo para determinar el final del tratamiento debería basarse en la normalización de la histología hepática, pero esto no suele ser posible, por lo que, como alternativa, se puede utilizar la actividad de la ALT como marcador. Se desconoce el tiempo necesario para la remisión de la HC inmunomediada en el perro. En el ser humano, las enzimas pueden tardar en controlarse 2-3 años, aunque se ha observado una mejor respuesta a largo plazo cuando las enzimas se consiguen controlar en 3 meses. Como la mejoría histológica es posterior a la mejoría clínica y laboratorial (unos 3-8 meses después en personas), los ajustes del tratamiento se deben continuar después de la remisión laboratorial durante varios meses antes de finalizar el tratamiento. Lo apropiado a la hora de considerar reducir la dosis del tratamiento es esperar a que los parámetros de laboratorio se mantengan dentro de los intervalos de referencia durante 12-18 meses. Se desconoce el porcentaje de recaídas en el perro, pero en el ser humano, es de hasta el 50%. Muchas veces, la enfermedad se vuelve a controlar rápidamente al reinstaurar el tratamiento inicial.

Pronóstico y complicaciones

Una vez que la HC se ha diagnosticado en un perro, la enfermedad generalmente es progresiva. Varios estudios han descrito diversos tiempos de supervivencia 13; todos estos estudios son retrospectivos, y los perros se trataron con diferentes productos y dietas. En 10 estudios que incluían datos de supervivencia (n=364 perros), el tiempo medio de supervivencia fue de 561 días +/- 268 días. En perros con cirrosis diagnosticada con biopsia, el tiempo de supervivencia fue significativamente inferior: 23 +/- 23 días (n=39). Los factores clínico-patológicos asociados a un peor pronóstico fueron la hiperbilirrubinemia, el aumento del TP y del TTPa, y la hipoalbuminemia. La presencia de ascitis y el grado de fibrosis en la biopsia también son signos de un pronóstico negativo; la única excepción puede encontrarse en el Cócker Spaniel con HC, puesto que puede tener ascitis y una esperanza de vida prolongada.

Las complicaciones de la HC en el perro incluyen la hipertensión portal, la ascitis, la encefalopatía hepática, las úlceras gastrointestinales y las coagulopatías (tanto la hemorragia como la trombosis) 20 23 24. La hemorragia es más frecuente en la fase terminal de la enfermedad, y la trombosis suele ser más frecuente cuando están involucrados otros factores protrombóticos, como la inflamación sistémica, la cirugía o el tratamiento con corticoesteroides 20. Hay pocos datos sobre la incidencia de infecciones bacterianas secundarias en perros con HC, pero parece que esta es baja, en torno al 5% 24.

La HC puede afectar a cualquier raza canina y el inicio puede ser insidioso. Se pueden encontrar lesiones histológicas significativas sin que exista un aumento de las enzimas hepáticas séricas. Se necesitan múltiples muestras de biopsia para emitir un diagnóstico definitivo, aunque la biopsia puede conllevar algunos riesgos para el paciente. Siempre que sea posible, el tratamiento debe dirigirse hacia la etiología, aunque en muchos casos no se identifica un agente causal y el tratamiento debe continuarse meses después de la resolución de los signos clínicos.

Referencias

  1. Van den Ingh TSGAM, Van Winkle TJ, Cullen JM, et al. Morphological classification of parenchymal disorders of the canine and feline liver: Hepatocellular death, hepatitis, and cirrhosis-2 (updated version) In: WSAVA Standards for Clinical and Histological Diagnosis of Canine and Feline Liver Diseases. Society of Comparative Hepatology. Available at; http://www.vetvisuals.com/lms/moodle/mod/book/view.php?id=1001&chapterid=52859
  2. Twedt DC. Reactive hepatopathies and chronic hepatitis in the dog. Vet Q 1998;2:S46-47.
  3. Bexfield N. Canine idiopathic chronic hepatitis. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2017;47:645-663.
  4. Poldervaart JH, Favier RP, Penning LC, et al. Primary hepatitis in dogs: a retrospective review (2002-2006). J Vet Intern Med 2009;23:72-80.
  5. Kearns S. Infectious hepatopathies in dogs and cats. Top Companion Anim Med 2009;24:189-198.
  6. Bunch SE. Hepatotoxicity associated with pharmacologic agents in dogs and cats. Vet Clin North Am Small Anim Pract 1993;23(3):659-670.
  7. Dirksen K, Fieten H. Canine copper-associated hepatitis. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2017;47:631-644.
  8. Thornburg LP, Rottinghaus G, McGowan M, et al. Hepatic copper concentrations in purebred and mixed-breed dogs. Vet Pathol 1990;27:81-88.
  9. Thornburg LP, Rottinghaus G, Dennis G, et al. The relationship between hepatic copper content and morphologic changes in the liver of West Highland White Terriers. Vet Pathol 1996;33:656-661.
  10. Johnston AN, Center SA, McDonough SP, et al. Hepatic copper concentrations in Labrador Retrievers with and without chronic hepatitis: 72 cases (1980-2010). J Am Vet Med Assoc 2013;242:372-380.
  11. Strickland JM, Buchweitz JP, Smedley RC, et al. Hepatic copper concentrations in 546 dogs (1982-2015). J Vet Intern Med 2018;32(6):1943-1950.
  12. Subcommittee on Dog and Cat Nutrition, Committee on Animal Nutrition, National Research Council. Nutrient Requirements of Dogs and Cats. Washington, DC: The National Academy Press; 2006.

  13. Webster CRL, Center SA, Cullen JM, et al. ACVIM consensus statement on the diagnosis and treatment of chronic hepatitis in dogs. J Vet Intern Med 2019;33(3):1173-1200.
  14. Fieten H, Hooijer-Nouwens BD, Biourge VC, et al. Association of dietary copper and zinc levels with hepatic copper and zinc concentration in Labrador Retrievers. J Vet Intern Med 2012;26(6):1274-1278.
  15. http://www.fediaf.org/images/FEDIAF_Nutritional_Guidelines_2019_Update_030519.pdf

  16. Watson P. Canine breed-specific hepatopathies. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2017;47:665-682.
  17. Kemp SD, Panciera DL, Larson MM, et al. A comparison of hepatic sonographic features and histopathologic diagnosis in canine liver disease: 138 cases. J Vet Intern Med 2013;27:806-813.
  18. Feeney DA, Anderson KL, Ziegler LE, et al. Statistical relevance of ultrasonographic criteria in the assessment of diffuse liver disease in dogs and cats. Am J Vet Res 2008;69:212-221.
  19. Warren-Smith CM, Andrew S, Mantis P, et al. Lack of associations between ultrasonographic appearance of parenchymal lesions of the canine liver and histological diagnosis. J Small Anim Pract 2012;53:168-173.
  20. Buob S, Johnston AN, Webster CR. Portal hypertension: pathophysiology, diagnosis, and treatment. J Vet Intern Med 2011;25:169-186.
  21. Lidbury JA. Getting the most out of liver biopsy. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2017;47:569-583.
  22. Webster CR. Hemostatic disorders associated with hepatobiliary disease. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2017;47:601-615.
  23. Rothuizen J. Important clinical syndromes associated with liver disease. Vet Clin North Am Small Anim Pract 2009;39:419-437.
  24. Wagner KA, Hartmann FA, Trepanier LA. Bacterial culture results from liver, gallbladder, or bile in 248 dogs and cats evaluated for hepatobiliary disease: 1998-2003. J Vet Intern Med 2007;21:417-424.
Cynthia RL Webster

Cynthia RL Webster

La Dra. Webster se licenció por la Universidad de Cornell en 1985 y, tras trabajar en la clínica privada, regresó a la universidad para realizar una residencia Leer más

Otros artículos de este número

Número de edición 29.3 Fecha de publicación 30/04/2020

Diagnóstico de la pancreatitis en el perro

Aunque la pancreatitis es una enfermedad frecuente en la clínica veterinaria de primera opinión...

por

Número de edición 29.3 Fecha de publicación 09/04/2020

Recomendaciones alimentarias para la diabetes felina

La diabetes mellitus puede tener efectos importantes...

por Veerle Vandendriessche

Número de edición 29.3 Fecha de publicación 26/03/2020

Insuficiencia pancreática exocrina en el perro

La insuficiencia pancreática exocrina es una enfermedad debilitante infradiagnosticada en el perro...

por María-Dolores Tabar Rodríguez

Número de edición 29.3 Fecha de publicación 27/02/2020

Pruebas de diagnóstico por imagen para el hígado y el páncreas

Las pruebas de diagnóstico por imagen pueden proporcionar información muy valiosa en la investigación de las posibles enfermedades relacionadas con el hígado y el páncreas...

por Laurent Blond