Tratamiento
Dado que la hipercalcemia puede deberse a una amplia variedad de procesos patológicos, la gravedad de los signos clínicos, el tratamiento adecuado y el pronóstico general dependerán de la etiopatogenia subyacente. No existe un único protocolo de tratamiento eficaz para todas las causas, pero en la mayoría de los pacientes, la estimulación de la excreción urinaria de calcio puede proporcionar un beneficio clínico inmediato. El tratamiento definitivo y óptimo de la hipercalcemia se basa en la identificación y resolución de la causa subyacente, pero algunos casos son más complicados y esto no siempre es posible. En última instancia, el estado clínico del paciente dictará la agresividad del tratamiento.
El tratamiento más efectivo de la hipercalcemia maligna es la eliminación de la neoplasia subyacente mediante cirugía, si es anatómicamente factible, o la inducción de la remisión clínica mediante quimioterapia (más utilizada para la hipercalcemia asociada a LSA) o radioterapia. De forma empírica se ha recomendado iniciar un tratamiento agresivo cuando la concentración sérica de calcio sea de 16 mg/dl (4 mmol/l) o superior; sin embargo, el tratamiento debe individualizarse en función del seguimiento en tiempo real y de los hallazgos diagnósticos. Cabe esperar un pronóstico desfavorable en pacientes especialmente comprometidos con alguna de las siguientes características:
- pacientes clínicamente enfermos con una hipercalcemia superior a 16 mg/dl (4 mmol/l),
- pacientes con azotemia renal grave,
- pacientes con un producto calcio-fósforo superior a 60 y la consiguiente mineralización metastásica,
- pacientes con hipercalcemia maligna asociada a tumores sólidos no susceptibles de extirpación quirúrgica.
El tratamiento inicial consiste en la fluidoterapia agresiva con cloruro de sodio isotónico (0,9%) para corregir la deshidratación, que es una consecuencia frecuente de la poliuria inducida por la hipercalcemia (diabetes insípida nefrogénica secundaria). La hemoconcentración por disminución de la filtración glomerular da lugar a una retención adicional de calcio, ya que los riñones intentan conservar el sodio y la excreción urinaria de calcio disminuye 9. La administración IV de una solución salina no solo restablecerá la hidratación, sino que también proporcionará el beneficio añadido de promover la expansión del volumen con el consiguiente aumento de la tasa de filtración glomerular y mejora de la calciuresis. La solución salina sin calcio suplementado tiene un alto contenido en sodio que compite con el calcio por la absorción tubular renal, lo que ayuda aún más a promover la excreción urinaria de calcio 22. Una vez obtenida la rehidratación adecuada, se recomienda administrar diuréticos del asa (p. ej., furosemida a razón de 2-4 mg/kg IV/SC/PO dos o tres veces al día) y continuar con la fluidoterapia para promover aún más la excreción urinaria de calcio y disminuir la probabilidad de hipervolemia iatrogénica. Sin embargo, hay que tener especial cuidado para evitar la deshidratación en estos pacientes, ya que la hemoconcentración puede anular el efecto de la calciuresis deseada.
Los glucocorticoides pueden proporcionar beneficios rápidamente en ciertos casos de hipercalcemia. Sin embargo, lo ideal sería identificar la causa subyacente antes de administrarlos, ya que pueden dificultar el diagnóstico definitivo (p. ej., ocultando una neoplasia hematopoyética) o incluso pueden estar contraindicados (enfermedad granulomatosa infecciosa). Los glucocorticoides contribuyen a reducir los niveles séricos de calcio al disminuir la reabsorción ósea, la absorción intestinal de calcio y aumentar la excreción renal de calcio 22. Son especialmente beneficiosos en casos de hipercalcemia asociada a una neoplasia maligna como el linfoma, el adenocarcinoma de sacos anales, el mieloma múltiple y el timoma, así como en el hipoadrenocorticismo o la hipervitaminosis D. Los glucocorticoides más utilizados son la prednisona (1-2,2 mg/kg, IV/SC/PO, cada 12 h), y/o la dexametasona (0,1-0,22 mg/kg cada 12 h), siendo ambos muy asequibles por precio y disponibilidad. Las dosis se deben reducir progresivamente y se debe evitar el mantenimiento de dosis elevadas a largo plazo.
Los bifosfonatos son otra opción de tratamiento; son un grupo de fármacos que se han desarrollado en medicina humana para inhibir la reabsorción ósea patológica asociada a la osteoporosis y metástasis esqueléticas. El zoledronato y el pamidronato son los más utilizados en medicina humana, pueden normalizar los niveles de calcio en 4-10 días y sus efectos duran entre 1 y 4 semanas 23. Aunque actualmente existen más datos sobre el pamidronato, el zoledronato ha demostrado ser eficaz controlando la hipercalcemia aguda en perros 24. Las dosis de los distintos fármacos varían según su potencia antirreabsortiva y los posibles efectos secundarios (Figura 12). La dosis recomendada del zoledronato es de 0,1-0,25 mg/kg diluidos en solución salina y administrados por vía IV en infusión continua durante 15-20 minutos, mientras que la dosis de pamidronato es de 1,0-2,0 mg/kg diluidos en solución salina durante 2-4 horas. Es importante tener en cuenta que, en estudios preclínicos de toxicidad, se ha observado que la administración de estos fármacos en bolos de dosis elevadas puede causar lesión renal aguda. En las pautas recomendadas anteriormente, la infusión de los fármacos es prolongada y, por lo tanto, se reduce drásticamente el riesgo de daño renal, pero, aun así, es recomendable vigilar la función renal del paciente durante el tratamiento. Cabe señalar que en gatos con hipercalcemia idiopática persistente se ha investigado el uso del alendronato (bifosfonato oral) y parece tolerarse bien 14,25, pero es necesaria una mayor investigación para evaluar su eficacia, dada su mínima biodisponibilidad oral, y determinar si en esta especie se debería utilizar preferentemente antes que otros bifosfonatos.