Introducción
Como resultado del aumento de la esperanza de vida de los perros y gatos, así como de la mayor concienciación de los propietarios respecto a la salud de las mascotas, en las clínicas se ha observado un aumento de los pacientes geriátricos y, muchos de estos pacientes, requieren procedimientos quirúrgicos o diagnósticos en los que se debe administrar anestesia general. El término geriátrico suele hacer referencia al animal que ha alcanzado el 75-80% de su esperanza de vida prevista, aunque esta definición se debe interpretar con cierta precaución, ya que en la esperanza de vida media probablemente influyan, al menos en parte, patologías específicas de cada raza y no simplemente los cambios asociados al envejecimiento biológico 1. Del mismo modo, es poco probable que un animal joven con una enfermedad que limite su esperanza de vida sea desde el punto de vista fisiológico similar a un paciente geriátrico. En general, si un animal aparenta tener una edad avanzada, se debería considerar como tal, y, en caso de no correlacionarse con su edad física, estaría indicado realizar una investigación más profunda.
El envejecimiento saludable, tanto en personas como en animales, conlleva una serie de cambios que dan lugar a una disminución de la reserva funcional fisiológica. Este hecho, al igual que la mayor probabilidad de padecer enfermedades clínicas y subclínicas con la edad tiene implicaciones anestésicas. En un análisis retrospectivo multicéntrico se concluyó que la edad avanzada era un factor de riesgo independiente de mortalidad perioperatoria; los perros y gatos aparentemente sanos de más de 12 años tenían, respectivamente, unas 10 y 2,1 veces más probabilidades de morir por complicaciones relacionadas con la anestesia que sus homólogos más jóvenes 2. Este mayor riesgo probablemente se deba a una mayor susceptibilidad a los efectos de la anestesia como consecuencia de la disminución de la reserva funcional, la hipotermia, la recuperación prolongada y la mayor incidencia de enfermedades subclínicas.
Cambios fisiológicos relacionados con el envejecimiento
Sistema respiratorio
En los pulmones, las vías respiratorias de pequeño calibre (menos de 2 mm de diámetro) se cierran cuando el volumen pulmonar es bajo, cesando la ventilación hacia o desde los alvéolos; en los pacientes de edad avanzada, este cierre se produce cuando el volumen pulmonar es más elevado que en los animales jóvenes. Aunque en los animales de edad avanzada, la fibrosis pulmonar y la debilidad de los músculos respiratorios provocan un aumento de la capacidad residual funcional (CRF), la capacidad de cierre (volumen máximo de aire dentro de los pulmones con el que se puede detectar el cierre de las vías respiratorias pequeñas) también aumenta debido a la pérdida de retroceso elástico. Con el tiempo, la capacidad de cierre superará la CRF 3. La atelectasia y el desequilibrio entre ventilación-perfusión (V/Q) resultante provocan un aumento del gradiente de oxígeno alveolar-arterial (A-a) y, por tanto, una disminución de la tensión arterial de oxígeno. Como resultado, los animales geriátricos tienen mayor tendencia a la desaturación rápida y responden peor a la hipoxia y la hipercapnia.
Sistema cardiovascular
Los pacientes geriátricos tienen una menor reserva cardiovascular y, por tanto, una menor capacidad para responder a la hipotensión. En estos pacientes, el flujo sanguíneo a los órganos, incluyendo el hígado y los riñones, puede verse reducido, lo que aumenta el riesgo de disfunción en caso de isquemia. En animales sin una patología cardiovascular específica los cambios relacionados con el envejecimiento incluyen atrofia y fibrosis miocárdica, fibrocalcificación valvular y engrosamiento ventricular. La afectación de las válvulas cardiacas puede dar lugar a diversos grados de insuficiencia, mientras que la afectación del sistema de conducción puede predisponer a los pacientes al desarrollo de arritmias.
Como consecuencia de la menor elasticidad del corazón y de la mayor hipertrofia ventricular, el gasto cardiaco se vuelve más dependiente de la contracción auricular para aumentar el llenado ventricular. Al mismo tiempo, en los pacientes de edad avanzada la respuesta de los barorreceptores se encuentra disminuida y, aunque la disminución del tono vagal provoca un aumento de la frecuencia cardiaca en reposo, la hipotensión no genera una respuesta capaz de elevarla. Por lo tanto, el mantenimiento del volumen sistólico adecuado dependerá de la suficiente precarga o volumen diastólico final.
La incidencia de enfermedades cardiovasculares clínicamente evidentes también aumenta en los animales geriátricos. La enfermedad de la válvula mitral es frecuente en el perro y se ha estimado que el 25% de los perros de entre 9 y 12 años y el 33% de los perros mayores de 13 años presentan algún grado de insuficiencia de la válvula mitral 4. La cardiomiopatía hipertrófica (CMH) es frecuente en el gato y afecta aproximadamente al 15% de la población, con una incidencia que aumenta con la edad 5. En los pacientes con regurgitación valvular, el trabajo miocárdico se encuentra aumentado para un gasto cardiaco determinado, lo que da lugar a una mayor demanda de oxígeno, un aumento de la hipoxia miocárdica y el desarrollo de arritmias. Los pacientes con CMH tienen un mayor riesgo de sufrir obstrucción del tracto de salida del ventrículo izquierdo, hipoxia miocárdica y arritmias.
Sistema renal
La pérdida de la función renal está asociada al envejecimiento. Los cambios degenerativos del sistema cardiovascular dan lugar a una disminución del flujo sanguíneo renal, aunque la tasa de filtración glomerular (TFG) puede permanecer sin alterarse en algunos individuos sanos de edad avanzada 6,7. Estos cambios hemodinámicos están acompañados de la disminución de la masa renal, como consecuencia de la pérdida de glomérulos y nefronas, dando lugar a la disminución de la reserva funcional.
La homeostasis de fluidos y electrolitos también se ve alterada en los animales de edad avanzada. Como resultado de la degeneración tubular renal y la menor respuesta a la hormona antidiurética se produce una pérdida de la capacidad para concentrar la orina y una disminución del contenido de agua corporal. Sin embargo, estos animales también pueden tener problemas para tolerar la sobrecarga de volumen, ya que, al disminuir la capacidad de excreción renal de sodio como respuesta a los cambios de volumen y presión sanguínea, la capacidad para eliminar el exceso de agua en la orina se ve afectada. Esto puede verse agravado en el caso de ciertas patologías frecuentes como la insuficiencia renal (con la posible incapacidad para excretar sodio eficazmente) y el fallo cardiaco congestivo (FCC).
En animales de edad avanzada también se ha descrito la pérdida de la capacidad para excretar iones de hidrógeno, lo que da lugar a una mayor predisposición a desarrollar acidosis metabólica aguda. En pacientes con una enfermedad pulmonar esto puede verse agravado dada la limitada capacidad de compensación.
Sistema hepático
El envejecimiento está asociado a una disminución de la masa hepática, el engrosamiento de las células endoteliales sinusoidales y la disminución del flujo sanguíneo hepático. Sin embargo, en un estudio reciente se ha sugerido que en pacientes de edad avanzada aparentemente sanos se produce un ligero aumento de las enzimas hepáticas (alanina transaminasa [ALT] y fosfatasa alcalina [FA]), lo que podría indicar una enfermedad subclínica 8. El metabolismo hepático de los fármacos depende del flujo sanguíneo, la unión a proteínas plasmáticas y la distribución en el espacio perisinusoidal. Como resultado, en pacientes de edad avanzada se puede observar una limitación funcional debido a la menor eliminación de fármacos por parte de los sistemas enzimáticos hepáticos. La disminución de la función hepática también puede provocar: aumento del tiempo de coagulación, deficiente función inmunitaria, hipoalbuminemia, hipocolesterolemia y trastornos del metabolismo de la glucosa. Por ejemplo, al disminuir la capacidad de almacenar glucógeno existe una mayor predisposición a la hipoglucemia.
Sistema nervioso
Como consecuencia de los cambios asociados al envejecimiento que afectan al sistema nervioso central, los animales de edad avanzada tienen una mayor sensibilidad a los fármacos anestésicos. Aunque todavía no se ha determinado con precisión la fisiopatología subyacente, en estudios con animales geriátricos se ha sugerido la disminución de la concentración alveolar mínima (CAM) de agentes volátiles 9 con la edad y, de manera similar, también pueden ser necesarias menos dosis de anestésicos intravenosos.
En personas de edad avanzada se ha reconocido el deterioro cognitivo postoperatorio y se ha sugerido que podría deberse a la neuroapoptosis, la neurodegeneración y la acumulación de beta-amiloide. Los estudios sugieren que este hecho puede estar relacionado con los anestésicos volátiles y algunos agentes inyectables como el midazolam y la ketamina 10. Los episodios de isquemia que afecten al sistema nervioso central pueden conducir a la muerte celular. Aunque este fenómeno no se ha descrito en medicina veterinaria, podría ser un factor de riesgo en perros y gatos.
Hay que tener en cuenta que los animales de edad avanzada pueden tener una mayor predisposición a sufrir estrés y su manipulación puede ser más complicada debido a los diversos grados de ceguera, sordera y enfermedades neurológicas relacionadas con el envejecimiento, como la disfunción cognitiva canina y la pérdida de conductas aprendidas. El entorno de la clínica o los ambientes poco familiares pueden agravar esta situación, provocando confusión, desorientación y comportamientos erráticos. La pérdida del olfato también puede dar lugar a la disminución del apetito o la aversión hacia los alimentos desconocidos, lo que se debe tener en cuenta a la hora de alimentar al animal tras la cirugía.
Sistema gastrointestinal
La capacidad para digerir macronutrientes probablemente permanezca relativamente constante en el perro, pero en el gato, esta capacidad puede verse reducida incluso en ausencia de una enfermedad clínica; sin embargo, la relevancia de este hecho no está clara, ya que los animales afectados tienden a aumentar la ingesta alimentaria como mecanismo de compensación 11. En los animales de edad avanzada son frecuentes los trastornos intestinales crónicos que pueden provocar malabsorción y posibles deficiencias nutricionales. A veces, estos problemas pueden tener implicaciones en la anestesia, por ejemplo, cuando la deficiencia grave de cobalamina provoca anemia.
El reflujo gastroesofágico durante la anestesia parece ser más frecuente en los animales de edad avanzada que en los pacientes más jóvenes 12. Este hecho junto con la diminución del pH gástrico aumenta el riesgo de esofagitis postoperatoria.
Sistema musculoesquelético
En los pacientes de edad avanzada la incidencia de los trastornos musculoesqueléticos que causan dolor crónico, como la enfermedad articular degenerativa y la espondilosis, es más elevada. Estos trastornos pueden empeorar cuando los animales permanecen tumbados durante largos periodos de tiempo o cuando deben adoptar una posición determinada para la obtención de imágenes o la cirugía, lo que provoca más dolor y la estimulación simpática.
Evaluación prequirúrgica
El estado de salud está asociado con el riesgo de morbilidad y mortalidad perioperatorias. La evaluación prequirúrgica es importante en todos los pacientes que se van a someter a anestesia general, ya que permite determinar el protocolo anestésico más adecuado para cada individuo, anticipar posibles complicaciones y asesorar a los clientes. Como mínimo, en esta evaluación se debe incluir la historia clínica detallada y la exploración física completa para detectar una posible patología que no se haya diagnosticado previamente. El veterinario debe saber si al animal se le está administrando algún fármaco, ya que podría afectar a la anestesia. Cabe recordar que los cuidadores pueden no ser capaces de distinguir entre el envejecimiento saludable y los signos clínicos de enfermedad, por lo que es importante informar al respecto 13 y tenerlo en cuenta al elaborar la historia clínica. En medicina humana se ha demostrado que la intolerancia al ejercicio, comprobada mediante las pruebas correspondientes, es un factor predictivo de complicaciones perioperatorias y pronóstico negativo 14, y en los perros y los gatos, la evaluación de la actividad física también puede proporcionar información sobre la capacidad para afrontar el estrés fisiológico asociado a la anestesia general.
Aunque las evidencias actuales sugieren que la realización rutinaria de análisis de sangre prequirúrgicos puede no ser útil como herramienta de cribado, los animales de edad avanzada tienen más probabilidad de presentar enfermedades subclínicas, por lo que este estudio prequirúrgico puede estar justificado en pacientes geriátricos 15,16 (Figura 1). Incluso en los animales de edad avanzada sanos es de esperar que se observen algunos cambios en la hematología y la bioquímica, por lo que, en caso de disponer de ellos, se pueden utilizar los intervalos de referencia para perros y gatos geriátricos. De lo contrario, los cambios observados se deben tener en cuenta en la interpretación de los resultados. Por ejemplo, en pacientes aparentemente sanos se puede observar una disminución del hematocrito, volumen corpuscular medio y concentración sérica de hierro, así como un aumento del recuento plaquetario. Respecto a la bioquímica, se puede encontrar un aumento de las proteínas totales, las globulinas y la urea y una disminución de la albúmina 8. Aunque la actividad de las enzimas hepáticas suele estar ligeramente aumentada o sin cambios, la función hepática puede verse disminuida tal y como se ha mencionado antes. En función de los resultados, la realización de pruebas adicionales puede estar justificada, por ejemplo, cuando la hipoglucemia, la hipoalbuminemia o la hipocolesterolemia son motivos de preocupación. Estas pruebas pueden incluir el test de estimulación de ácidos biliares y las pruebas de coagulación, incluyendo el tiempo de protrombina y el tiempo de tromboplastina parcial activada.