Detección de lesiones hepáticas
El término “lesión” es bastante impreciso, pero se utiliza frecuentemente para reflejar un daño que, en última instancia, provoca una alteración de la membrana hepatocelular y, presumiblemente, cierto grado de lisis y muerte celular. Las lesiones hepáticas pueden ser directas, como consecuencia de la inflamación del parénquima (hepatitis primaria), toxinas (fármacos y plantas), neoplasias (primarias o metastásicas) o indirectas como consecuencia de una enfermedad sistémica que afecte al flujo sanguíneo, al aporte de oxígeno o de una endocrinopatía. Independientemente de la causa, para identificar este tipo de lesión existen solo unos pocos indicadores bioquímicos.
Enzimas de lesión o “fuga” hepática
Las enzimas séricas que se utilizan para evaluar el hígado se dividen en dos grupos principales. En un primer grupo se encuentran las enzimas que se localizan en el citosol de los hepatocitos, conocidas coloquialmente como enzimas de fuga. En los perros y los gatos estas enzimas incluyen la alanina aminotransferasa (ALT) y la aspartato aminotransferasa (AST). El aumento de la actividad sérica de estas enzimas es específico de lesión hepatocelular, aunque solo tras descartar la hemólisis y la lesión muscular grave (ya que hay más AST en el tejido muscular que en el hepático) 5,6. Debido a la gran reserva celular del hígado y a su capacidad de regeneración, la magnitud de la elevación de estas enzimas es proporcional al número de hepatocitos lesionados, sin embargo, no refleja la reversibilidad de la lesión ni es indicativa de la función de síntesis del hígado 5,7. La monitorización seriada es esencial; la ALT tiene una semivida de 2-3 días en el perro y de solo 3-4 horas en el gato, mientras que la semivida de la AST es inferior a un día en el perro 5,8. Cada perfil bioquímico es una única instantánea de ese momento y, por tanto, cuando se valora la importancia clínica de las alteraciones a lo largo del tiempo, es importante tener en cuenta la semivida de las enzimas. Cabe señalar que en un hígado fibrótico de tamaño reducido, con una enfermedad prolongada en el tiempo, pueden quedar pocos hepatocitos viables, por lo que la ALT y la AST podrían estar mínimamente aumentadas o incluso dentro de los intervalos de referencia, a pesar de una patología avanzada. Los trastornos inflamatorios o necrotizantes generalmente están asociados a mayores aumentos de estas enzimas.
La inflamación hepática puede ser difícil de detectar. En un estudio en perros de raza Labrador Retriever, parientes de primer grado de perros con hepatopatía asociada al cobre, el 64% (122/191) de los perros clínicamente sanos mostraron evidencias de infiltración inflamatoria en la histopatología. Las actividades enzimáticas fueron relativamente insensibles para la detección de la hepatitis aguda y crónica en esta población de perros 9. En otro estudio se evaluaron 4559 biopsias hepáticas de perros y se encontraron evidencias de una concentración de cobre > 400 ppm de peso seco (rango de referencia 120-400) en el 50% de las biopsias y de > 1000 ppm en el 19%. En ese mismo estudio, la necroinflamación (la respuesta inmunitaria del hígado a la necrosis) fue predictiva de la concentración de cobre 10. La acumulación hepática de cobre en gatos se ha estudiado menos, pero parece ser una posible causa de hepatitis en esta especie 11. Aunque el hipertiroidismo felino se ha reconocido como causa de aumentos leves de ALT, el mecanismo subyacente no se ha definido todavía 12. La glutamato deshidrogenasa (GLDH) y la sorbitol deshidrogenasa (SDH) son enzimas de filtración hepatocelular útiles en otras especies, pero hay pocos estudios en los que se haya evaluado su utilidad diagnóstica en el gato en comparación con el perro.
Enzimas inducibles
El segundo grupo de enzimas que se utilizan para la evaluación hepática son las denominadas enzimas inducibles; entre ellas se encuentran la fosfatasa alcalina (FA) y la gamma glutamil transpeptidasa (GGT). Los hepatocitos aumentan las vías para sintetizar estas enzimas de forma secundaria a un evento inductor, que normalmente es la exposición a fármacos u hormonas 13. Los ácidos biliares también pueden provocar la inducción enzimática, además de solubilizar las membranas celulares, de ahí la estrecha relación entre aumentos de FA y GGT y la colestasis 14. Las células canaliculares biliares responden a la mayor presión mediante la hiperplasia, aumentando el número de células productoras de GGT 15. Esto se suele reflejar con un aumento proporcionalmente mayor de la GGT cuando están implicados procesos colestásicos obstructivos. El aumento sostenido de la GGT y la FA puede reflejar una repuesta de reparación e hiperplasia del tracto biliar. Al igual que para las enzimas de fuga, la monitorización seriada es esencial. El hueso puede ser una fuente adicional de FA, tanto en perros como en gatos y los corticoides pueden inducir la FA en el perro, por lo que al evaluar los resultados del laboratorio se deben tener en cuenta las enfermedades asociadas a una mayor proliferación ósea (y la edad del animal), así como la exposición a corticosteroides endógenos o exógenos (en el perro) 16. También se ha reconocido el aumento de la FA en el hipertiroidismo felino 17, mientras que el tratamiento con fenobarbital puede causar una elevación de la ALT, FA y GGT en el perro 18. Si los resultados de laboratorio son confusos, se puede utilizar levamisol para inhibir a la isoenzima inducida por los corticosteroides y facilitar el diagnóstico, pero rara vez es necesario.
Los hepatocitos intactos pueden liberar enzimas inducibles, pero la lisis también provocará la liberación de estas enzimas. En estos casos, normalmente se produce un mayor aumento de las enzimas de fuga. Por supuesto, si antes de la lisis hepática tiene lugar un evento inductor, el perfil enzimático puede estar bastante alterado.