Diagnóstico de la pancreatitis en el perro
Aunque la pancreatitis es una enfermedad frecuente en la clínica veterinaria de primera opinión...
Número de edición 29.3 Páncreas exocrino
Fecha de publicación 12/03/2020
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La pancreatitis felina es una de las enfermedades más frecuentes en la clínica de pequeños animales. La profesora Allenspach resume brevemente esta enfermedad y nos describe cómo se puede tratar con un enfoque holístico.
La pancreatitis es una enfermedad frecuente en el gato, pero muchas veces pasa desapercibida. El diagnóstico se basa en los signos clínicos y en los resultados de las pruebas de diagnóstico adecuadas.
Siempre que el gato presente anorexia es recomendable instaurar un soporte nutricional precoz; siendo preferible administrar por vía enteral una dieta alta en proteínas.
La pancreatitis felina es una enfermedad muy frecuente: en un estudio retrospectivo se encontró que el 67% de los 115 gatos sometidos a necropsia presentaron lesiones histológicas de pancreatitis 1. Sin embargo, probablemente esta enfermedad esté infradiagnosticada puesto que muchos de los signos clínicos asociados a la pancreatitis felina son muy inespecíficos. La etiología de la pancreatitis felina, al igual que en la especie canina, se desconoce en gran medida; sin embargo, a diferencia del perro, la pica o la indiscreción alimentaria no es una causa frecuente de pancreatitis en el gato. No obstante, es importante tener en cuenta que la toxoplasmosis sí puede ser una causa de pancreatitis en el gato, de origen infeccioso 2. Otras etiologías relacionadas con la pancreatitis aguda en el gato son los fármacos anestésicos, la hipoxia secundaria a episodios de insuficiencia cardiaca aguda y la intoxicación por organofosforados.
En el gato, los signos clínicos de pancreatitis son menos específicos que en el perro, destacando la anorexia, la letargia, la deshidratación, la pérdida de peso, la hipotermia, los vómitos, la ictericia y la fiebre. En algunos casos, el paciente puede presentar dolor abdominal e incluso diarrea. No obstante, es importante tener en cuenta que todos los gatos con sospecha de pancreatitis pueden presentar dolor abdominal y el tratamiento sintomático adecuado puede mejorar en gran medida la condición clínica del gato.
En la hematología de muchos de los gatos afectados se puede observar anemia o hemoconcentración; también es frecuente tanto la leucocitosis como la leucopenia. En la bioquímica es habitual encontrar hipoalbuminemia, lo que se puede considerar un indicador pronóstico negativo. También puede haber hipocalcemia (por la saponificación de la grasa mesentérica), en cuyo caso, se debe tratar.
En las radiografías de los gatos afectados a veces se detecta una efusión bicavitaria (efusión en la cavidad pleural y en la cavidad peritoneal). Tal y como se ha indicado antes, la hipoalbuminemia es un hallazgo frecuente en la pancreatitis felina y puede contribuir al desarrollo de la efusión. La ecografía se utiliza muchas veces como herramienta útil para el diagnóstico de pancreatitis, pero se ha demostrado que su sensibilidad es variable, oscilando del 10 al 70%, en función de la experiencia del ecografista y de la gravedad de los signos clínicos. La sensibilidad de la ecografía en la pancreatitis aguda es mucho mayor que en la crónica. Los hallazgos típicos de la ecografía de un gato con pancreatitis son la hiper/hipoecogenicidad del tejido pancreático, la presencia de líquido libre en los alrededores del páncreas y la hiperecogenicidad de la grasa mesentérica.
La lipasa pancreática felina (fPLI) y la DGGR lipasa son las pruebas laboratoriales que actualmente proporcionan una mayor sensibilidad y especificidad para el diagnóstico de la pancreatitis en el gato, considerando la identificación histológica como el estándar de referencia. Como se desconoce la relación entre la evidencia de pancreatitis a nivel histológico y la presencia de sintomatología, los resultados de estas pruebas se deben interpretar con cautela y se deben tener en cuenta otros hallazgos clínicos. De hecho, el diagnóstico de la pancreatitis felina siempre es clínico y nunca se debe basar en el resultado de una única prueba, sino en la combinación de los signos clínicos, los resultados laboratoriales y los hallazgos ecográficos.
En un estudio retrospectivo a gran escala con 157 gatos con pancreatitis, se encontró que la hipoglucemia, la azotemia, la efusión pleural y la anorexia persistente durante la hospitalización fueron los factores de pronóstico negativo más frecuentes 3. Esto refleja la importancia de instaurar un soporte nutricional temprano, para lo que generalmente se coloca una sonda de alimentación nasoesofágica o esofágica (Figura 1). Por otro lado, la instauración tardía de antibioterapia en estos gatos se asoció con un peor pronóstico. Esto es un hallazgo importante y coincide con la bibliografía reciente que demuestra la presencia de infección bacteriana en los gatos con pancreatitis. Se cree que el origen de las bacterias presentes en el hígado y el páncreas es la consecuencia de la colonización de los órganos por vías ascendente desde el intestino delgado superior a través de los conductos biliares y pancreáticos. En estos casos, lo que se ha encontrado con más frecuencia es ADN bacteriano de especies de E.coli 4. Por tanto, en casos graves de pancreatitis aguda es recomendable considerar la posible infección por bacterias entéricas e instaurar un tratamiento antibiótico empírico.
Tal y como se ha mencionado antes, la administración de analgésicos es muy importante en todos los gatos con pancreatitis. Los derivados de la morfina, como la buprenorfina, administrados por vía parenteral, constituyen la mejor opción. También se deben administrar antieméticos; el maropitant y el ondansetrón, a veces en combinación, han demostrado empíricamente una buena eficacia en estos casos. Por otra parte, aunque tradicionalmente no se ha descrito la presencia de receptores de dopamina D2 en gatos, la metoclopramida puede tener efecto sobre el íleo paralítico funcional en la pancreatitis felina y, por tanto, también forma parte del tratamiento médico.
Karin Allenspach
En veterinaria, es bien sabido que el tracto gastrointestinal desempeña un importante papel en las enfermedades críticas y que, siempre que sea posible, es preferible la nutrición enteral frente a la parenteral. La ausencia de nutrición enteral puede dar lugar a una disminución de la motilidad gastrointestinal, así como a alteraciones morfológicas de la anatomía del tracto intestinal, como la atrofia de las vellosidades intestinales. Estas alteraciones se han asociado con un mayor índice de traslocación bacteriana y de presencia de endotoxinas en sangre periférica. Por tanto, el soporte nutricional enteral precoz es importante en cualquier gato con anorexia y, especialmente, en caso de sospecha de pancreatitis. De hecho, como la mayoría de los gatos en el momento de la consulta ya presentan anorexia de varios días de duración, la nutrición enteral se debe instaurar tan pronto como sea posible. En un estudio, se evalúo el soporte nutricional mediante sonda nasogástrica en 55 gatos con pancreatitis aguda 5. Se comparó la nutrición parenteral, mediante la infusión de aminoácidos/dextrosa, con la nutrición enteral. La alimentación nasogástrica se toleró muy bien en el estudio (Figura 2), y no se observaron diferencias, en términos de variables clínicas o de evolución, entre ambos grupos. La nutrición enteral únicamente está contraindicada cuando el gato presenta vómitos no controlados, pero en estos casos, se debe intentar su manejo con antieméticos. La esofagostomía o la gastrostomía constituyen una buena opción para el manejo a largo plazo; sin embargo, en ambos casos, es necesario anestesiar al paciente, a veces debilitado, por lo que la sonda nasoesofágica puede ser muy eficaz, especialmente durante los primeros días de tratamiento 6.
Dadas las elevadas necesidades proteicas de los gatos, la dieta de estos pacientes debe ser alta en proteínas 7. La mayor necesidad de proteínas también implica una mayor susceptibilidad de pérdida de masa muscular durante periodos de anorexia, lo que se debe evitar en la medida de lo posible. Por otro lado, en caso de anorexia, el aporte de ciertos aminoácidos, como la arginina y la metionina, puede estar disminuido, lo que puede dar lugar al desarrollo de lipidosis hepática, puesto que estos aminoácidos son esenciales para formar apolipoproteínas que contribuyen a la redistribución de la grasa hepática hacia otros órganos. Además, cada vez hay una mayor evidencia de que en personas con enfermedades graves, otros nutrientes, como la glutamina, el triptófano y los ácidos grasos, pueden estar implicados en la regulación de mecanismos inflamatorios e inmunomediados. Se ha observado que la suplementación con estos nutrientes clave está asociada a una menor duración de la hospitalización y a un menor porcentaje de infecciones 8. Cabe señalar que los gatos son capaces de digerir grandes cantidades de grasa y, actualmente, no hay evidencias de que esté indicada la restricción de las grasas en gatos con pancreatitis.
El veterinario debe tener en cuenta que la pancreatitis felina puede manifestarse clínicamente de forma vaga e inespecífica y, por tanto, es una enfermedad que puede pasar desapercibida. El diagnóstico de la pancreatitis felina es fundamentalmente clínico y se basa en la combinación de los signos clínicos, los resultados de las pruebas de laboratorio y los hallazgos ecográficos. Mediante el manejo adecuado y precoz se puede conseguir una mayor tasa de recuperación. Esto conlleva la administración de los fármacos necesarios, incluyendo analgésicos y antibióticos, y el soporte nutricional adecuado con una dieta alta en proteínas, utilizando, siempre que sea posible, la vía enteral.
Nivy R, Kaplanov A, Kuzi S, et al. A retrospective study of 157 hospitalized cats with pancreatitis in a tertiary care center: Clinical, imaging and laboratory findings, potential prognostic markers and outcome. J Vet Intern Med 2018;32(6):1874-1885. doi: 10.1111/jvim.15317. Epub 2018 Oct 13.
Jensen KB, Chan DL. Nutritional management of acute pancreatitis in cats and dogs. J Vet Emerg Crit Care (San Antonio) 2014;24(3):240-250. doi: 10.1111/vec.12180. Epub 2014 Apr 1.
Karin Allenspach
La Dra. Allenspach se licenció en veterinaria por la Universidad de Zurich en 1994. Posteriormente, realizó un internado en Urgencias y Cuidados Intensivos Leer más
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