Introducción
Hace poco más de 50 años, se publicó un artículo en la revista Canadian Veterinary Journal que resumía todo el conocimiento que hasta entonces se tenía sobre la medicina felina 1. El artículo constaba de 10 páginas. Desde entonces, la medicina felina ha ganado notoriedad de forma continua; y en los años 70, en EE. UU., se fundó la primera clínica veterinaria exclusiva para gatos. Actualmente, los veterinarios pueden obtener la especialización en medicina y cirugía felina en muchos países y existen numerosas oportunidades de formación, incluyendo libros y artículos dedicados a la medicina felina. Sin embargo, existe una discrepancia entre el avance de la medicina felina y el día a día de la clínica veterinaria. Aunque en muchos países el gato supera al perro en popularidad como animal de compañía, la mayoría de las clínicas veterinarias están orientadas al paciente canino. Además, según las estadísticas publicadas recientemente sobre la atención veterinaria felina, se pone de manifiesto la alarmante diferencia entre el número de actos clínicos en gatos y perros. Así por ejemplo, en EE. UU. las consultas felinas disminuyeron un 4,4% del año2006 al 2011, mientras que en este mismo periodo las actos clínicos caninos se incrementaron más de un 9% 2; estimándose que los gatos que reciben atención veterinaria regularmente son menos de la mitad de la población felina total del país (74 millones). En Canadá, en el 2011, solo un 46% de los propietarios de gatos acudieron a la clínica con su gato durante el año anterior, frente al 77% de los propietarios de perros 3. Aunque estos datos son decepcionantes también se pueden considerar como una oportunidad para mejorar la salud de los gatos y aumentar el negocio veterinario.
Existen numerosas y complejas razones que explican el declive en la atención veterinaria felina 4. Entre ellas se incluyen algunos aspectos como:
• Dificultad para llevar al gato a la clínica.
• Escasos conocimientos del propietario sobre la atención veterinaria básica necesaria para su gato.
• Dificultad del propietario para reconocer los signos clínicos leves en el gato.
• Percepción de que el gato se puede cuidar solo.
• Convicción de que el gato de interior se encuentra protegido frente a la mayoría de las enfermedades.
• Percepción del gato como animal de poco valor, puesto que muchas veces se adquiere accidentalmente o sin pagar por él.
• Molestias y estrés del propietario relacionados con la experiencia en la clínica veterinaria.
¿Por qué tener una clínica cat friendly o amable con los gatos?
A cualquier veterinario que tenga que tratar a un paciente felino le puede ser de ayuda comprender la naturaleza del gato y sus diferentes respuestas fisiológicas y comportamentales frente al estrés. El gato es un animal que está vinculado al entorno de su hogar y es raro que lo abandone por decisión propia. Cuando se obliga a un gato a permanecer en un entorno desconocido se le crea una situación de incertidumbre con respecto a su seguridad, causándole ansiedad y angustia. El gato prefiere evitar las situaciones de confrontación y peligro mediante la huida o el escondite, las cuales son estrategias difíciles de llevar a cabo cuando se encuentra en una clínica veterinaria. Es importante que la visita a la clínica sea lo más agradable posible para el gato y su propietario, y si es posible desde la primera consulta de cachorro o siendo joven. A esta edad es menos probable que el gatito sienta ansiedad durante la consulta, permitiendo que propietario y gato se vinculen con la clínica cuando la experiencia ha sido positiva. Esto es importante, puesto que algunos propietarios consideran que para su gato es peor tener una experiencia traumática en la clínica que la falta de atención veterinaria. Cuando en la clínica veterinaria se mantiene un enfoque dirigido a la creación de un entorno agradable para el gato y se utilizan las técnicas de manejo adecuadas, no solo se favorece el bienestar del gato y su atención veterinaria, sino que también se trabaja con estos pacientes de forma más segura y gratificante para el equipo veterinario. Además, la instauración de programas de salud a medida según las diferentes etapas de la vida del gato permite reconocer y tratar de forma temprana cualquier problema, mejorando la salud y el bienestar del paciente y estrechando el vínculo persona-mascota.
Reducción del estrés
Los protocolos y procedimientos clínicos que tienen en cuenta las necesidades del gato son beneficiosos tanto para el paciente como para el negocio veterinario. El primer paso consiste en enseñar al propietario cómo debe transportar al gato a la clínica. En un estudio se indicó que el 58% de los propietarios de gatos afirmaba que el simple hecho de pensar en llevar al gato a la clínica era estresante (comparado con el 38% de los propietarios de perros) y el 38% creía que el gato odiaba tener que ir a la clínica (comparado con el 26% de los propietarios de perros) 5.
Para reducir el estrés asociado con la visita a la clínica se debe comenzar tomando medidas en el propio hogar; el gato se debe ir acostumbrando al transportín y a los viajes desde las primeras etapas de su vida. En los trayectos en coche el gato debe ir dentro de su transportín, ya que por su seguridad no debe moverse libremente dentro del vehículo. No se debe introducir más de un gato en un transportín para evitar que por miedo se produzcan agresiones redirigidas o lesiones. Es preferible utilizar transportines duros que se puedan abrir por la parte superior y delantera, o transportines con la parte superior extraíble (Figura 1).
El transportín debe proporcionar al gato un espacio cerrado en el que se sienta seguro; si los laterales del transportín presentan aberturas se puede colocar una toalla o manta encima para que el gato tenga una mayor privacidad. También se puede impregnar una toalla con feromonas faciales felinas y colocarla dentro del transportín unos 15 minutos antes de introducir al gato (este período de tiempo permite que se evapore el alcohol del producto). Algunos consejos para desensibilizar al gato incluyen dejar el transportín abierto en la casa para que se vaya familiarizando con él, dar de comer al gato cerca o dentro del transportín, colocar en su interior catnip o juguetes, enseñar al gato a meterse en el transportín utilizando recompensas, y acostumbrar al gato al transportín y a los viajes en coche con trayectos cortos a lugares distintos a la clínica veterinaria. El gato debe acudir a la clínica con el estómago vacío para evitar que se maree durante el trayecto en coche; además, así mostrará un mayor interés por los premios que pueda recibir en la clínica. Para evitar el mareo a veces también puede ser necesario administrar ciertos fármacos, como por ejemplo, maropitant.