Introducción
En cualquier tarea humana es inevitable tener cierto margen de error, por tanto, los veterinarios clínicos también corren el riesgo de equivocarse al realizar su trabajo; de hecho, los errores son una parte inevitable de la actividad de la clínica veterinaria. Aunque durante la trayectoria profesional, el veterinario aprende a anticiparse a los errores, el miedo a cometerlos sigue siendo uno de los factores estresantes más citados por los veterinarios clínicos 1. Este miedo puede verse exacerbado por el estrés moral, cuando el veterinario se encuentra en circunstancias que le generan un conflicto ético 2; por ejemplo, cuando el equipo de la clínica es reducido y está gestionando un caso complejo, o cuando un veterinario tiene que realizar un procedimiento quirúrgico para el que no se siente cualificado o capacitado. Estas y otras situaciones similares provocan estrés moral y aumentan el riesgo percibido de error, de manera que el veterinario será más vulnerable al estrés psicológico.
Los miedos relacionados con el error no solo están relacionados con el daño que potencialmente se puede hacer al animal, sino también, con la preocupación ante posibles litigios, reclamaciones o denuncias al colegio veterinario y por la percepción de los clientes y de otros veterinarios. En muchas circunstancias, el primer impulso es ocultar el error por miedo a ser culpado o por el sentimiento personal de vergüenza. Algunos veterinarios que han cometido un error o que están implicados en un suceso adverso tienen el potencial de recuperarse rápidamente gracias a sus habilidades y al uso de estrategias de adaptación que fomentan la resiliencia, pero los veterinarios que se concentrar en el error o que se adhieren a la autocrítica inducida por la vergüenza son más propensos a padecer estrés a largo plazo, o incluso a plantearse abandonar la profesión. Se deben dar unos pasos importantes para adoptar la idea de que los errores son una parte normal de la clínica veterinaria, así como para eliminar la cultura de “culpa y vergüenza” que persiste en la medicina veterinaria y para abordar conscientemente el error, con transparencia, perspectiva, apoyo y aprendizaje técnico y emocional. Los errores son una parte inevitable de la clínica veterinaria y requieren una atención plena para recuperarse rápida y eficazmente.
¿Con qué frecuencia se cometen errores?
En Estados Unidos cada año se producen aproximadamente 1,5 millones de sucesos adversos evitables en medicina humana, con casi 100.000 muertes atribuidas a errores médicos 3. La incidencia de errores en medicina veterinaria no se ha determinado de forma tan sólida, pero son igualmente frecuentes. En un estudio reciente se ha evaluado el tipo y la gravedad de los errores notificados por tres establecimientos veterinarios de Estados Unidos (un hospital universitario de pequeños animales, un hospital universitario de grandes animales y una clínica de pequeños animales de diferentes especialidades) mediante un sistema voluntario de notificación de incidentes. Los errores se clasificaron según se describe en la Tabla 1, junto con un ejemplo. Los incidentes también se clasificaron dependiendo de su alcance en: “casi” accidente (el error no llegó al paciente, pero le podría haber causado daño de haberlo hecho), inofensivo (el error alcanzó al paciente, pero no causó daño), suceso adverso (el error alcanzó al paciente y le causó daño) o situación insegura (la circunstancia o situación aumentó la probabilidad de un evento que afecte a la seguridad del paciente). Se revisaron retrospectivamente todos los registros para valorar la gravedad del error 4. Durante los 3 años que duró el estudio, se notificaron 560 incidentes, el equivalente a unos 5 errores por cada 1.000 visitas de pacientes. Esta cifra es notablemente superior a la correspondiente en medicina humana, en centros de salud de atención primaria, en las que en aproximadamente 1 de cada 1.000 visitas, se produce un daño evitable. Los errores más frecuentes que se identificaron en el estudio estaban relacionados con fármacos, seguidos de errores en la comunicación. En el 45% de los casos los errores afectaron a los pacientes sin causarles daños, pero en el 15% los casos los errores provocaron daños al paciente y en un 8% de ellos se produjo una enfermedad permanente o la muerte. El mayor porcentaje de errores tuvo lugar en el hospital universitario de pequeños animales, aunque esto puede deberse simplemente a una mayor atención a la hora de notificar los casos 4.
En otro estudio se analizaron los tipos de errores en los registros de casi 3.000 reclamaciones presentadas a la principal compañía de seguros de indemnizaciones veterinarias en el Reino Unido; se encontró que los errores más frecuentes estaban relacionados con cirugías (41%), seguidos de los relacionados con tratamientos médicos (30%), parto (13%), diagnósticos (9%), recomendaciones (5%) y anestesia (2%). Se realizó una evaluación más detallada de parte de esas reclamaciones determinándose que el 51% de los errores se produjeron por limitaciones cognitivas, en forma de distracción (despistes o lapsus) o por equivocaciones, ya sean basadas en reglas o en conocimientos. Las equivocaciones basadas en reglas son las que resultan al aplicar incorrectamente una regla, mientras que las equivocaciones basadas en los conocimientos son las que resultar al intentar, de forma incorrecta, resolver problemas complejos 5.