Introducción
La diabetes mellitus (DM) es un trastorno frecuente en gatos de edad avanzada 1 que requiere el seguimiento adecuado de la respuesta a la insulinoterapia. De hecho, si la glucemia se controla bien, muchas veces se consigue la remisión de la diabetes 2,3,4. La reciente introducción de herramientas tecnológicas para la monitorización continua de la glucosa intersticial ha supuesto un gran avance para el veterinario, haciendo posible que pueda monitorizar y controlar mejor la glucemia de los animales afectados 5,6,7,8,9.
En el gato, el tipo de DM más frecuente es el tipo II, que se caracteriza por la secreción anormal de insulina por parte del páncreas acompañada de la resistencia periférica a la insulina. El diagnóstico se basa en los signos clínicos (poliuria, polidipsia, polifagia y pérdida de peso) y la presencia de hiperglucemia y glucosuria 2,3. El diagnóstico es más complicado en el gato debido a la posible hiperglucemia asociada al estrés, por lo que es importante no solo comprobar que existe una hiperglucemia persistente junto con glucosuria, sino también descartar otras enfermedades que puedan causar signos clínicos similares, como el hipertiroidismo y la enfermedad gastrointestinal. El tratamiento de la DM felina se basa en la administración de insulina, la modificación de la dieta, el manejo de las enfermedades concomitantes y el control del peso. Muchos gatos con DM tipo II logran remitir cuando con la insulinoterapia se controla bien la glucemia. Entre los factores que influyen en la probabilidad de remisión se incluyen la gravedad de la patología pancreática, la presencia de insulinorresistencia por enfermedades o tratamientos concomitantes, la obesidad y la posibilidad de administrar una dieta baja en carbohidratos 10,11. La pérdida progresiva de células beta puede provocar, en última instancia, la progresión hacia una DM tipo I, por lo que un buen control glucémico es clave para un pronóstico satisfactorio.
Insulinoterapia
Tipos de insulina
Existen diferentes tipos de insulina y los productos más apropiados como primera elección son tres (Tabla 1); la insulina protamina zinc (PZI), la insulina lente (insulina porcina en suspensión de zinc) y la insulina glargina, que es un análogo de la insulina 3. También se puede utilizar la insulina detemir (otro análogo de la insulina), pero dado su coste elevado, no se utiliza como primera opción. La insulina NPH (protamina neutra Hagedorn) no se recomienda debido a que suele tener un efecto de corta duración en el gato.
La dosis inicial de insulina en el gato diabético, que se trata por primera vez, es de 1-3 U/gato (0,25-0,5 unidades/kg) y la autora recomienda utilizar la dosis más baja de este rango. Sea cual sea el producto elegido, hay más posibilidades de conseguir un buen control de la glucemia cuando la insulina se administra dos veces al día en lugar de una sola vez. Si la insulina no se puede administrar dos veces al día, se puede conseguir el control eficaz de los signos clínicos en algunos gatos utilizando insulina PZI o insulina glargina una vez al día.
Tabla 1. Productos de insulina recomendados para su uso en gatos.
Objetivos del tratamiento con insulina
En todos los gatos con diabetes, el principal objetivo del tratamiento con insulina es el control de los signos clínicos de DM, evitando al mismo tiempo la hipoglucemia. La remisión de la diabetes sería un objetivo secundario. Al planificar el seguimiento se debe tener en cuenta el estilo de vida del cuidador, la presencia de cualquier enfermedad concomitante y la edad del gato, así como la viabilidad de seguir un control estricto de la glucemia. La probabilidad de remisión es mayor cuanto más estricto sea el control de la glucemia; sin embargo, hay que tener en cuenta que la hipoglucemia grave puede poner en peligro la vida del paciente y provocar daños neurológicos permanentes. La hipoglucemia inducida por la insulina también estimula la secreción de hormonas que antagonizan los efectos de la insulina, como el glucagón, la hormona del crecimiento, el cortisol y la epinefrina, que pueden generar el inicio de resistencia a la insulina, dificultando el control de la diabetes.
Idealmente, la glucemia se debería mantener en 80-200 mg/dl (4,4-11,1 mmol/l), pero la mayoría de los gatos diabéticos a veces presentan valores más altos. Sin embargo, en la mayoría de los gatos, los signos clínicos se pueden controlar bien cuando la glucemia se mantiene durante la mayor parte del día por debajo de 300 mg/dl (16,7 mmol/l), puesto que la capacidad renal máxima de reabsorción tubular de glucosa es de aproximadamente 270 mg/dl (15 mmol/l) en el gato 12. Es importante recordar que la duración del efecto de la insulina es difícil de valorar cuando el nadir de glucosa se encuentra en el intervalo hipoglucémico, puesto que, debido a la secreción de hormonas contrarreguladoras, como el glucagón, se produce un aumento precoz de la glucemia. La estrategia ideal para evaluar la respuesta a la insulinoterapia en gatos diabéticos se debe individualizar en función de cada paciente y su cuidador.
Seguimiento tradicional del paciente diabético
Hasta hace poco, las principales herramientas de las que disponía el veterinario para realizar el seguimiento del paciente con diabetes eran la evaluación de los signos clínicos y del peso corporal y la determinación seriada de las concentraciones de glucosa en sangre, glucosa en orina y proteínas glicosiladas.
Signos clínicos
El objetivo terapéutico más importante en todos los gatos con diabetes es controlar los signos clínicos de la enfermedad. Cuando la hiperglucemia no se controla de forma adecuada, el gato normalmente presenta signos clínicos persistentes y una pérdida de peso progresiva, mientras que el gato con hipoglucemia grave puede presentar signos intermitentes, como debilidad, letargia y convulsiones. La hipoglucemia leve puede pasar desapercibida fácilmente puesto que los signos clínicos no son evidentes, pero, aun así, esta situación dificulta el control de la glucemia.
Curvas de glucemia
Las curvas de glucemia tradicionales, tanto las que se realizan en la clínica como en el domicilio, han sido durante muchos años el método de referencia para valorar el control glucémico en gatos diabéticos, pero tienen varias limitaciones. El coste de la técnica es elevado y requiere la obtención de múltiples muestras de sangre, lo que genera estrés tanto al paciente como a su cuidador. Además, aunque las curvas de glucemia se realicen en el domicilio existe una marcada variabilidad diaria en los resultados (Figura 1) 13. La interpretación errónea de los resultados también puede conducir a decisiones terapéuticas incorrectas.