Enfoque diagnóstico y estadio clínico
El motivo principal de consulta es la presencia de una masa en la boca, aunque, a menudo las lesiones orales pueden pasar desapercibidas por el propietario, en especial cuando su localización es caudal. Los signos clínicos característicos son: halitosis, mayor salivación, disfagia, pérdida/movilidad de dientes, pérdida de peso, dolor al abrir la boca y (con menos frecuencia) exoftalmos y asimetría facial. No hay enfermedades paraneoplásicas específicas asociadas con los tumores orales.
La evaluación diagnóstica de cualquier animal que se presente con una masa oral debe consistir en una anamnesis y una exploración física exhaustivas, seguidas de la emisión del diagnóstico y su estadio clínico. El diagnóstico de los tumores orales suele requerir el estudio histopatológico, siendo en ocasiones necesaria la biopsia incisional de la lesión bajo anestesia general. En una primera aproximación diagnóstica pueden realizarse citologías, pero la inflamación secundaria es frecuente, así como la presencia de infección y necrosis, lo que aumenta la posibilidad de obtener muestras no diagnósticas. Este tipo de lesiones suelen caracterizarse por una amplia vascularización, por lo que, previamente a la toma de la biopsia, debe tenerse en cuenta la hemostasia. Una opción es usar el electrocauterio, pero solo debe emplearse una vez obtenida la muestra (biopsia incisional o con punch) ya que de lo contrario podría alterar los resultados de la misma. La muestra de biopsia debe obtenerse desde el interior de la cavidad oral y no desde la dermis subyacente, para evitar la posible diseminación de células neoplásicas. En algunas ocasiones, en masas pequeñas, la biopsia puede plantearse como parte del tratamiento, programando la exéresis completa de la masa (especialmente cuando se encuentra en el labio), pero esta biopsia excisional no se recomienda con tamaños mayores 3.
En el momento de la toma de biopsia, aprovechando la anestesia general, debe realizarse una exploración completa de la cavidad oral. Esta exploración debe incluir la faringe, las amígdalas y el paladar duro, así como los márgenes macroscópicos de la propia lesión. Además, es necesario realizar radiografías orales y/o una tomografía computerizada (TC) de la cabeza para valorar la extensión de la lesión. La TC proporciona un mayor detalle y puede servir para analizar con mayor precisión la localización y la extensión de la masa, así como la lisis ósea subyacente. La TC permite además programar la cirugía y valorar la probabilidad de obtener unos márgenes quirúrgicos adecuados. El uso de contraste debe plantearse para valorar el drenaje linfático de la masa. Por otro lado, en los casos en los que el tratamiento quirúrgico no sea una opción, la TC permite planificar la radioterapia.
El establecimiento del estadio clínico debe incluir de manera sistemática la aspiración del linfonodo mandibular si este se palpa (o incluso aunque se considere normal a la palpación) y la aspiración de las amígdalas (si aparecen macroscópicamente alteradas). Los linfonódulos regionales son los mandibulares, los parotídeos y los retrofaríngeos mediales, sin embargo, generalmente solo los mandibulares son accesibles a la palpación. El estudio radiológico con 3 proyecciones (o por TC) del tórax es imprescindible para el establecimiento del estadio clínico con el fin de confirmar/descartar la presencia de metástasis a distancia.
El sistema TNM de la OMS (Organización Mundial de la Salud) puede emplearse también en las neoplasias orales en perros (Tabla 1) y debe considerarse en cada caso, ya que el estadio clínico de la enfermedad puede ser un factor pronóstico, en especial cuando se trata de un melanoma oral maligno.
Las neoplasias orales malignas suelen ser localmente agresivas con un potencial metastásico de bajo a moderado (a excepción del melanoma oral maligno). Normalmente aparecen en animales mayores de 8 años y suelen cursar con lisis ósea. Las razas con mayor riesgo son el Cocker Spaniel, Pastor Alemán, Pointer Alemán de pelo corto, Weimaraner, Golden Retriever, Gordon Setter, Caniche Miniatura, Chow Chow y Bóxer 3.
La cirugía y la radioterapia son las piedras angulares del tratamiento de cualquier neoplasia oral. La extensión de la cirugía vendrá dictada por la localización y el tamaño de la lesión. En la mayoría de los casos será necesaria la resección ósea, hecho que debe comunicarse a los propietarios, con el objetivo de proporcionar un mayor control local. La funcionalidad y estética, tras una mandibulectomía (segmental o hemi), maxilectomía (segmental) u orbitectomía es generalmente muy buena y la satisfacción de los propietarios se considera alta. En la mayoría de los tumores, son necesarios márgenes de 2 cm para considerar un control razonable; esto puede ser muy difícil en el caso de tumores con localización caudal o que vayan más allá de la línea media del paladar.
La radioterapia puede considerarse como un tratamiento primario, como un protocolo con intención curativa o paliativa, o como adyuvante a una exéresis quirúrgica incompleta o sin márgenes. En este caso, debe tenerse en cuenta el comportamiento biológico de cada tumor y la estimación de su capacidad de respuesta, tanto a nivel macroscópico como microscópico, para así poder determinar un protocolo de tratamiento apropiado para cada paciente.
Neoplasias orales en el perro
Melanoma oral maligno
El melanoma oral maligno es la neoplasia oral más frecuente en el perro, representando el 30-40% de todas las neoplasias orales malignas. Normalmente aparece en perros mayores de 10 años; con sobrerrepresentación en razas pequeñas (especialmente el Cocker Spaniel) y en perros con mucosas oscuras
4. Las masas pueden aparecer en cualquier localización de la boca, pero, de mayor a menor frecuencia, se encuentran en las encías, los labios, la lengua y el paladar duro
3. Se dice que aproximadamente 2/3 son melánicos (pigmentados) (Figura 1) y 1/3 son amelánicos; es frecuente que se ulceren y que afecten al hueso. La histopatología de un melanoma oral puede ser en ocasiones equívoca, siendo frecuente confundirlos con sarcomas o carcinomas poco diferenciados. La proteína melan-A es un marcador inmunohistoquímico utilizado como marcador específico del melanoma
4; sin embargo, su sensibilidad puede disminuir en tumores indiferenciados
3.