Cómo ofrecer una gran experiencia - Parte 2
Por último, se aportan algunos consejos para mejorar tu estrategia.
Número de edición 1 Marketing y Ventas
Fecha de publicación 05/05/2021
Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , English y ภาษาไทย
Los veterinarios clínicos a menudo no son conscientes de su entorno. Nunca permanecen mucho tiempo en la sala de espera de su clínica. Incluso para entrar en la clínica, a veces, utilizan una puerta diferente a la de sus clientes. Aunque la experiencia del propietario puede ser mala debido a pequeños detalles, se ha demostrado que el impacto de una mala experiencia en la eficacia de la clínica es enorme. En este capítulo también se describe el término NPS (Net Promoter Score), de gran utilidad para la evaluación de la satisfacción del cliente. Las investigaciones basadas en la metodología del Net Promoter Score muestran cómo se pueden generar más ingresos y una mayor rentabilidad con la experiencia positiva del cliente.
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Todas las clínicas pierden clientes, pero la magnitud de esta pérdida marca la diferencia entre una clínica rentable y una no rentable.
El mejor método para medir la satisfacción del cliente es el NPS (Net Promotion Score).
No se debe subestimar el impacto positivo o negativo de las opiniones de los clientes, así como de las valoraciones en Internet sobre el personal de tu clínica.
Al pasar por delante de la clínica a las 16:45, Marianne se quedó sorprendida al ver que el aparcamiento estaba completo. Tuvo que buscar sitio en las calles cercanas, lo cual nunca es fácil en esa zona. Después de estar cinco minutos sin encontrar un sitio, decidió dejar el coche en un aparcamiento público a 700 metros de la clínica. Tras subir a la calle desde el segundo nivel subterráneo y caminar rápidamente hacia la clínica, se presentó allí a las 17:10. La recibió una persona sonriente y atenta, que la dirigió hacia la sala de espera. Solo quedaban dos sillas libres y Marianne eligió la más alejada del perro grande que estaba demasiado interesado por el transportín en el que Vicky se acurrucaba (Figura 2).
Sobre las 17:35, Marianne empezó a tratar de llamar la atención de la recepcionista. Al principio estaba ocupada atendiendo el teléfono — obviamente alguien debía estar preguntando con todo detalle por el estado de un perro hospitalizado — luego, saludó a otra persona y, finalmente, preparó la cuenta de un cliente que estaba saliendo de una de las consultas. Sobre las 17:45, la recepcionista se cruzó con la mirada inquisidora de Marianne y la indicó que no debería faltar mucho para ser atendida. Alrededor de las 18:10 Marianne fue invitada a pasar a la consulta número 3, donde una joven veterinaria que no conocía la recibió con un breve saludo.
Tras revisar en pocos minutos la historia clínica de Vicky, la joven veterinaria comenzó la exploración mientras formulaba algunas preguntas. La veterinaria le sugirió encarecidamente que “la próxima vez” no esperara a llevar a Vicky a la clínica “porque los dos primeros días sin el tratamiento adecuado pueden marcar la diferencia”. Marianne intentó explicar lo difícil que le resultó pedir cita y todo lo que tuvo que hacer para poder estar esa tarde en la clínica, pero la veterinaria ya estaba otra vez concentrada con la exploración y ella pensó que lo mejor era no molestarla más. La joven veterinaria le explicó que sospechaba una infección del tracto urinario y la propuso llevarse a Vicky unos minutos a la sala de tratamientos para realizar una “cistocentesis” con el fin de analizar la orina y un análisis de sangre para un “perfil bioquímico de 6 parámetros”. Marianne accedió, aunque no sabía lo que era una “cistocentesis” ni lo que cubría exactamente un “perfil bioquímico de 6 parámetros”.
Después de esperar otros 15 minutos en la sala de espera, llamaron a Marianne para que pasara de nuevo a la consulta y allí encontró a Vicky. La alegre y joven veterinaria le explicó que el análisis de orina había confirmado el diagnóstico de infección del tracto urinario y que ella inmediatamente había administrado una inyección de antibiótico a la gata, añadiendo que “todo debería volver a la normalidad en entre dos y cuatro días” y que, mientras tanto, “era importante que Vicky bebiera mucho”. Le informó que la recepcionista se encargaría de indicarle el tratamiento necesario y Marianne se percató entonces de que ese era el momento de irse. Tras decir “adiós” a la veterinaria, quien ya estaba recibiendo a un cliente con su Pastor Alemán, serían cerca de las 18:55 cuando Marianne de nuevo se dirigía hacia la recepción. La recepcionista, nada más colgar, todavía encantadora, le explicó el tratamiento que tenía que administrar a Vicky: un comprimido por la mañana y otro por la tarde durante 7 días.
“¿Comprimidos?” respondió Marianne, “pero a mí me cuesta mucho que Vicky trague pastillas. Cada vez que lo intento es una lucha.” La recepcionista le dijo que era una pena que no le hubiese mencionado este punto a la veterinaria, puesto que podría haber optado por un tratamiento inyectable de larga duración y evitar así el uso de comprimidos. Ella continuó diciendo: “Ya sabes, no es tan difícil dar pastillas a un gato y con un poco de paciencia siempre se consigue.” Para concluir, le dio a Marianne una hoja ilustrada con varios dibujos mostrando como administrar un comprimido a un animal (en este caso, un Caniche).
Los 15 errores que perjudicaron la experiencia de Marianne |
1. Marianne tuvo que llamar 6 o 7 veces para obtener la respuesta de alguien al teléfono. 2. La clínica no es muy flexible a la hora de concertar una cita en la franja horaria conveniente para el cliente. 3. El aparcamiento es demasiado pequeño, o quizá, se encuentra ocupado por coches del personal de la clínica. 4. En la sala de espera no hay un área especialmente reservada para propietarios de gatos. 5. Marianne tuvo que esperar 35 minutos sin tener una explicación sobre el motivo del retraso. 6. Marianne finalmente entra en la consulta una hora después de llegar a la clínica, es decir, justo a la hora a la que a ella le hubiera gustado tener la cita. 7. La veterinaria obtiene datos de la historia clínica a la vez que realiza la exploración clínica, probablemente para ahorrar tiempo, pero debido a esto no se puede concentrar completamente en las respuestas de Marianne. 8. La veterinaria le dice a Marianne que ha traído a Vicky demasiado tarde tras la aparición de los síntomas a pesar de que la clínica no le pudo ofrecer una consulta para un día antes. 9. La veterinaria no le explica lo que significa una cistocentesis o un perfil bioquímico de 6 parámetros. 10. La consulta finaliza muy rápidamente, la veterinaria no le pregunta a Marianne si tiene alguna duda y antes de salir ya está entrando en la consulta el siguiente cliente con su mascota. 11. La veterinaria no habla con Marianne sobre el hecho de tener que dar comprimidos dos veces al día a Vicky, aunque su administración sea difícil teniendo en cuenta que Vicky es una gata. 12. Proporcionar un folleto explicando cómo administrar comprimidos a una mascota es una buena idea, pero sería más eficiente disponer de un folleto específico para los gatos. 13. La recepcionista comunica el precio total sin dar ninguna explicación sobre los diferentes conceptos de la factura. 14. Cuando Marianne pide una explicación sobre la cuenta, la recepcionista proporciona una información completa, pero solo de palabra y no le da una factura impresa con los detalles de la misma. 15. La veterinaria no da a Marianne por escrito, ni incluso verbalmente, los resultados de la bioquímica sanguínea, de manera que ella desconoce los resultados y su influencia en el diagnóstico, a pesar de tener que pagar 49 € por la toma de muestra y el análisis de sangre. |
Las cifras de pérdida de clientes en las clínicas veterinarias son demoledoras. En un estudio realizado por VMS (Veterinary Management Studies) en España, se analizaron las transacciones realizadas por más de 515.090 pacientes de 485 clínicas veterinarias de diferentes perfiles geográficos y de negocio a lo largo de cinco años (período 2012 a 2016).
1. Metodología
Para cada uno de estos pacientes, se definieron 5 posibles “estados” en función de su relación económica con la clínica durante cada año:
2013 | 2014 | 2015 | 2016 | |
Pacientes nuevos | 50.5% | 47.2% | 47.7% | 45.1% |
Pacientes recuperados | 6.8% | 7.6% | 8.5% | 8.6% |
Pacientes perdidos | 50.0% | 49.9% | 49.4% | 50.5% |
Pacientes fallecidos | 7.6% | 7.3% | 6.8% | 6.4% |
Flujo neto | -0.3% | -2.5% | 0.0% | -3.3% |
Conviene destacar que lo que en este análisis se define como “paciente perdido” no significa necesariamente una “deserción”. En realidad, la experiencia nos dice que muchos de estos pacientes no se han ido a otros centros veterinarios, sino que sencillamente están en una especie de latencia (John Sheridan, el experto consultor inglés de gestión de clínicas, los denomina “lapsed patients”): están en su casa tranquilamente sin que sus propietarios perciban la necesidad de acudir a su clínica hasta que ocurra alguna cosa que lo justifique. Y bastantes de estos pacientes acaban regresando a la clínica al cabo de dos o tres años, pero otros no lo hacen…
Muchos propietarios de centros veterinarios expresan su incredulidad, e incluso su enfado, al ver estas cifras, pero la experiencia de los consultores especializados y los pocos análisis cuantitativos rigurosos que se han hecho sobre esta cuestión, vienen a demostrar que cada año se produce una auténtica hemorragia en forma de pacientes que no retornan regularmente a la clínica.
3. Resultado nº2: el porcentaje de pacientes perdidos puede variar desde el 35 al 75%
En este mismo estudio de VMS, se midió el porcentaje de deserción de pacientes en el año 2015 para los 485 centros veterinarios analizados. El objetivo era medir si el problema de la deserción se manifestaba de manera similar en todas las clínicas, o si había diferencias muy notables entre centros que pudieran implicar un impacto económico importante. La Tabla 2 resume los resultados obtenidos.
% porcentaje de pacientes perdidos anualmente | |
El mejor 25% de las clínicas | 35,5% |
Las clínicas en la mediana | 47,5% |
El peor 25% de las clínicas | 75,5% |
Para una clínica de 2000 pacientes | 2000 |
Gasto anual/paciente (antes IVA) | 250 |
Coste de la “mala retención” (en pacientes perdidos adicionalmente) | 800 |
Coste anual en euros | 200.000 |
La evidencia empírica muestra que la satisfacción del cliente se traduce en mayor retención y mejores crecimientos de ingresos. En los últimos 15 años, la métrica denominada NPS (Net Promoter Score) se ha convertido en un estándar en la medición de satisfacción de clientes para muchas compañías de diferentes sectores. Desarrollada por el profesor Frederick F.Reichhel de Harvard Business School, esta metodología se basa en una sola pregunta a los clientes de una empresa:
“¿Cuán probable es que usted recomiende nuestra empresa (clínica) a un amigo o colega?”
A continuación, se agrupan las respuestas en una escala de 0 (nada probable) a 10 (certeza absoluta) según el siguiente esquema:
Es importante tener en cuenta que pueden existir diferencias culturales entre países que afecten a la usabilidad de la escala 0-10.
El profesor Reichheld demostró en diferentes estudios cómo existía una correlación positiva entre las empresas que obtenían mejores métricas de NPS y las que obtenían mejores crecimientos de ingresos sostenidos en el tiempo. Esta correlación se demostró en sectores como el de las líneas aéreas, proveedores de servicios de internet, o alquiler de coches.
Es crítico invertir en mejorar la experiencia integral del cliente en la clínica veterinaria: no basta con la buena medicina. Salvo casos especiales, como el de los centros de referencia, el modelo de negocio de la mayoría de clínicas veterinarias se basa en generar una vinculación con el cliente que se traduzca en visitas regulares al centro. La buena medicina se supone una condición necesaria, pero no suficiente. Nuestros clientes quieren encontrarnos fácilmente, aparcar bien, esperar poco y en un entorno agradable, encontrarnos fácilmente al teléfono cuando nos necesitan, sentirse reconocidos y respetados, saber cuánto y por qué van a costar nuestros servicios… en definitiva, quieren una experiencia integral de cliente que les reafirme en que han acertado eligiéndonos. Lamentablemente, muchos propietarios de centros veterinarios tienen un listón de exigencia diferente cuando se trata de fijar unos estándares de medicina en su clínica o cuando se trata de definir todas estas otras cuestiones que a veces consideran “no prioritarias o de naturaleza más comercial”.
Philippe Baralon
A continuación, veamos tres comentarios reales realizados en redes sociales por clientes descontentos con su clínica veterinaria. (Todos los comentarios son reales, salvo los nombres de los clientes que se han sustituido por otros ficticios).
👎 Alonso Quijano: De momento muy mal. Parece que el dinero es lo único que les importa. Nunca veo al mismo veterinario y no disponen de tiempo para informar. Incluso cuando pides que te repitan la pauta del tratamiento y que te aconsejen, no lo hacen correctamente. Ya no estoy seguro de que tengan tiempo para atender a mi mascota.
👎 Rodrigo Díaz: Estoy muy decepcionado por la absoluta falta de atención a mi mascota y por la total falta de respeto hacia mi mascota y hacia mí.
Ahora, veamos tres ejemplos de clientes muy satisfechos y sus comentarios en la red.
👍 Juan Tenorio: Durante los últimos 18 años, siempre he recibido el nivel más alto de servicio y de verdadera y cuidadosa atención. El personal de recepción, los auxiliares y los veterinarios no podrían haber sido más agradables conmigo y, lo más importante, con mis gatos. La sala de espera separada para perros y gatos es excelente, puesto que la visita a la clínica es mucho menos estresante... No tengo más que elogios para esta clínica.
👍 Inés Ulloa: Andy ha cuidado de nuestros dos gatos durante más de diez años. Su personal siempre es amable y servicial. Siempre puedes ver a Andy o a Lizzie — lo que proporciona continuidad en la atención recibida. Nosotros llevamos a los dos gatos para que les pusieran las vacunas anuales y Andy los examinó detalladamente. Se encontró que Rosie había perdido peso y se tomó una muestra de sangre. Andy diagnosticó un problema tiroideo. Este problema solo se pudo detectar gracias a su profesionalidad. No iría a ninguna otra clínica.
👍 Ana Ozores: Me encanta esta clínica para mis gatos. Siempre me hacen sentir muy bien acogida y los gatos son lo primero para la clínica. Nunca iría a otro sitio.
La mayoría de veterinarios son conscientes del impacto creciente que estas opiniones en las redes sociales tienen para la reputación de su negocio. Cada vez hay más clientes que antes de elegir a un centro veterinario “pasean” por las redes y revisan los comentarios de otros propietarios de mascotas.
Sin embargo, estas opiniones influyen también de manera importante — y menos conocida — en otro tipo de cliente del centro veterinario, el denominado cliente interno: nuestro propio equipo. La inmensa mayoría de los miembros de nuestro equipo (tanto veterinarios como personal de apoyo) tienen un importante componente vocacional en su trabajo, y se implican emocionalmente en su actividad profesional (Figura 4). Les gusta sentir que hacen un buen trabajo, que aportan valor a sus pacientes y a sus clientes, y que trabajan en un centro veterinario que es reconocido positivamente en el mercado. Por todo ello, resulta sencillo de entender que nuestro equipo no es inmune ni está insensibilizado ante el permanente juicio público en las redes sociales…
A lo largo de su carrera profesional, un veterinario puede llegar a tener más de 50.000 interacciones personales con clientes. Diversos estudios realizados con veterinarios ponen de manifiesto que los conflictos con los clientes (por cuestiones de dinero, por problemas de comunicación, por diferencias de opinión con respecto a los tratamientos, etc.) son la principal fuente de estrés e insatisfacción profesional.
Si analizamos detenidamente las quejas de los clientes que mostrábamos al inicio de esta sección, seguramente estaremos de acuerdo en que ni los veterinarios ni el personal de apoyo de esas clínicas tenían intención de faltar al respeto o engañar o maltratar a sus clientes y a sus pacientes, pero por alguna razón, esa fue la percepción que se llevaron sus clientes. En una actividad de servicio profesional como la veterinaria (muy basada en la interacción personal entre el cliente y el profesional) resulta crítico definir unos estándares homogéneos de calidad para los diferentes procesos, con el fin de conseguir una experiencia de cliente lo más homogénea y satisfactoria posible.
Algunos autores 1 proponen que la mejor estrategia para conseguir una buena experiencia del cliente externo es asegurarse de que los clientes internos (nuestros empleados) también tienen una buena experiencia en su actividad diaria. Procesos bien diseñados, instalaciones funcionales, agradables y bien dimensionadas, tecnología al servicio de los procesos (y no al revés), ambiente colaborativo y que fomente el aprendizaje, etc… Todos estos ingredientes sin duda ayudarán a que trabajar en nuestra clínica sea una buena experiencia y que consecuentemente, nuestros equipos transmitan estas buenas vibraciones a los clientes. Como dice el refrán, “La caridad empieza en casa”; y lo mismo ocurre con el servicio al cliente.
Ofrecer en la clínica la mejor experiencia posible para el cliente solo tendrá efectos positivos. Generará comentarios positivos sobre la clínica. Motivará al equipo de la clínica gracias al buen feedback de los clientes contentos. Y en última instancia, garantizará el futuro económico de la clínica. |
Philippe Baralon
Philippe Baralon se licenció por la Facultad de Veterinaria de Tolosa (École Nationale Vétérinaire de Toulouse) en 1984 y continuó su formación en Economía Leer más
Antje Blättner
Antje Blättner creció en Sudáfrica y Alemania y tras estudiar veterinaria en Berlín y Múnich se licenció en 1988. Leer más
Pere Mercader
Pere Mercader se estableció como consultor en gestión de clínicas veterinarias en el 2001 y desde entonces ha desarrollado esta función en España, Portugal y algunos países latinoamericanos. Leer más
Susie Samuel
La Dra. Samuel se licenció por la Universidad de Cambridge en el 2001 y trabajó durante 10 años en varias clínicas veterinarias, tanto de grandes como Leer más
Por último, se aportan algunos consejos para mejorar tu estrategia.
En este capítulo encontrarás consejos prácticos (qué hacer, qué no hacer, principales errores, etc.) sobre blogs, sitios web y redes sociales, además de cómo motivar a tus clientes para que dejen comentarios positivos en la web.
En este capítulo, siguiendo los estudios realizados en un hospital de medicina humana, se describen los diferentes pasos del itinerario de un propietario en una clínica, incluyendo la consulta, la cual debería ser el “momento de oro” para tu cliente.
Internet ha cambiado el “itinerario del propietario”: el cliente, antes de llamar al veterinario para preguntar algo o concertar una cita, realizará una búsqueda en Internet (aunque a veces solo sea para conseguir el número de teléfono) y obtendrá información de primera mano sobre tu clínica.