COVID-19: el equipo es una prioridad
La pandemia de COVID-19 está poniendo a prueba a las clínicas veterinarias como nunca antes;...
Número de edición Otros artículos científicos
Fecha de publicación 16/04/2020
Disponible también en Français , Deutsch , Italiano y English
Las mascotas necesitan veterinarios sanos que cuiden su salud, sin embargo, las profesiones sanitarias pueden afectar en gran medida a la salud de quienes las ejercen. En este artículo, las autoras comparten sus propias experiencias relacionadas con la fatiga por compasión y proporcionan algunos consejos para que los veterinarios también puedan cuidarse a sí mismos.
La compasión forma parte de nuestro trabajo y, por tanto, no podemos “curar” la fatiga por compasión, pero podemos aprender a controlarla.
No eres el único: estudios de EE. UU. indican que 1 de cada 3 veterinarios padece ansiedad y 1 de cada 6 ha considerado alguna vez el suicido.
Elabora un plan sostenible para ti mismo que incluya cómo cuidar tu cuerpo, tu mente, tus relaciones sociales y tu estabilidad financiera.
Cuando empiezas a sentirte sobrepasado, utiliza las herramientas disponibles actualmente que pueden ayudarte a afrontar la situación.
Como veterinarios, no siempre nos damos cuenta de que, debido a la complejidad de nuestro trabajo, tenemos mucho riesgo de padecer la denominada fatiga por compasión1. Vivimos en una constante montaña rusa de sentimientos cuando, por ejemplo, primero tenemos que eutanasiar a un paciente nuestro desde hace mucho tiempo, después celebramos la llegada de un nuevo cachorro en una familia y posteriormente, atendemos el caso de un animal maltratado o un caso clínico complicado. Esto nos crea altibajos emocionales con unas variaciones muy acusadas entre una hora y otra, durante todo el día (Figura 1). En un estudio se ha encontrado que el 57% de los veterinarios tiene que enfrentarse semanalmente a uno o dos dilemas éticos relacionados con su trabajo 1 y, en otro estudio, se ha estimado que el 40% de los veterinarios padecen o están al borde de la depresión 2. Por este motivo, se siguen llevando a cabo investigaciones sobre las causas del agotamiento mental, de la fatiga por compasión y de la mayor prevalencia de problemas mentales en veterinarios con respecto a la media de la población 1.
1 La fatiga por compasión es un trastorno caracterizado por el desgate emocional y físico que da lugar a una disminución en la capacidad de empatizar o de sentir compasión por los demás, y a menudo se describe como el coste negativo de cuidar a los demás (Wikipedia).
En un estudio realizado en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades2 (CDC), se observó que aproximadamente 1 de cada 3 veterinarios padecía ansiedad y 1 de cada 6, había considerado alguna vez el suicidio, siendo la tasa de mortalidad por suicidio, al menos tres veces superior a la de la población general (Figura 2) 2. Estos hallazgos son sorprendentes, e indican que probablemente, un compañero, o incluso tú mismo, tengas este tipo de problemas. A pesar de que estas estadísticas respaldan el hecho de que, en nuestra profesión, los problemas de salud mental son algo serio y frecuente, la mayoría de los veterinarios piensan que si buscan ayuda se les va a estigmatizar y que su carrera profesional puede verse perjudicada por ello (Figura 3) 1.
Con este artículo, esperamos poder ayudar a sacar a la luz este tema y compartir nuestras historias, aprendizajes y algunas herramientas útiles para derribar las barreras que nos impiden solicitar ayuda. Nosotras dos sabemos lo que se siente al sufrir este problema y no podríamos haberlo superado sin el apoyo de los demás. Esperamos que, compartiendo nuestras experiencias aprendidas, podamos ayudar a que otros veterinarios sigan siendo parte, y disfruten, de la profesión con la que muchos hemos soñado desde nuestra juventud.
El primer paso consiste en definir y reconocer el problema. El Dr. Charles Figley, profesor de salud mental en la Universidad de Tulane, Luisiana, definió la fatiga por compasión como "un estado extremo de tensión y preocupación por el sufrimiento de quienes requieren ayuda, hasta el punto de que puede generar un estrés traumático secundario en el cuidador." La Dra. Elizabeth Strand, Directora de Trabajo Social Veterinario de la Universidad de Tennessee, lo definió de otra manera; "es el resultado de dar mucho y trabajar muy duro ... sin reconocer ni atender las necesidades de uno mismo".
La fatiga por compasión se puede manifestar de muchas formas. Algunos signos que pueden indicar fatiga por compasión son el desgaste o el desapego del trabajo y de las relaciones importantes, junto con la dificultad para conciliar el sueño, el mayor consumo de alcohol, tendencia a la abstracción o a la “rumia” de pensamientos, la depresión y la presencia de molestias psicosomáticas (Figura 4). ¿Te resulta familiar alguno de estos signos? Lo más probable es que presentes al menos uno de estos indicadores. Nosotras disponemos de varios procedimientos para ayudar a afrontar estos signos y los presentaremos en este artículo.
Además de cuidarte a ti mismo, también es importante que entables una conversación con los compañeros de trabajo en cuanto reconozcas en ellos algún signo de fatiga. Puede que todavía no dispongan de las herramientas necesarias para manejar esa situación y debemos ayudarnos unos a otros. Como comunidad veterinaria, necesitamos ser capaces de reconocer mejor este trastorno tan importante, quitar el estigma asociado y buscar ayuda: así se podría, literalmente, salvar una vida. Cuanto más normalicemos estas conversaciones y participemos en ellas, más saludable será nuestra profesión.
También es importante reconocer que no podemos eliminar por completo de nuestras vidas el riesgo de fatiga por compasión, puesto que va ligado a nuestro trabajo. No podemos curar la fatiga por compasión, pero podemos controlarla. Por tanto, necesitamos aprender a desempeñar nuestro trabajo cuidándonos simultáneamente a nosotros mismos. Esto requiere planificación y práctica.
Ahora que hemos visto que este trastorno se encuentra totalmente definido, nos podremos dar cuenta de lo relevantes que son, para nuestra profesión, las estadísticas que mostramos al principio. ¿Cómo podemos reconocer el estrés emocional en nosotros mismos y en los demás?
Dana Novara
La historia de Dana:
Los dos años que no estuve trabajando en la facultad, me dediqué a la clínica de pequeños animales y fui la veterinaria responsable de una clínica con mucho trabajo y tenía a mi cargo a cuatro veterinarios. Como líder, sentía que tenía la responsabilidad no solo de cuidar a los pacientes, sino también a mi equipo. De lo que no me di cuenta era de que estaba intentando proteger a mi equipo de las emociones negativas y yo las estaba asumiendo todas.
A menudo me encontraba la agenda con varias citas para eutanasiar y oía a mi equipo decir cosas como: “Ponle esta cita a Novara, a ella no le importa”. Con el tiempo, mi equipo empezó a llamarme “Dra. Muerte.” Yo me decía a mí misma que eso era un elogio, que mi equipo apreciaba que yo afrontara esas situaciones por ellos y que quizá, a mí no me afectaban de la misma forma que a ellos. Lamentablemente, aprendí por la fuerza que no estaba siendo honesta conmigo misma. Un día, me encontré con cinco eutanasias programadas. La última era la de un paciente mío que quería y tenía desde hacía mucho tiempo. No solo fue duro, sino que provocó que saliese tarde del trabajo y no pudiese llegar a tiempo a casa a una reunión con amigos. Salí de la consulta y me dije: "no dejes que te vean llorar".
Estaba tan afectada regresando a casa en coche, que casi me salí de la carretera; llamé a mi marido y le grité y me oía a mí misma diciéndole “Ojalá me hubiera salido de la carretera.” A día de hoy, no creo que realmente quisiera decir eso, pero no debí haberme dejado tocar fondo sin parar a escucharme a mí misma. Gracias al cariño y al apoyo de mi marido, puede darme cuenta de que mi mente trataba de decirme que no estaba bien y que tenía que cambiar algo. Entre los dos ideamos un plan para hablar con mi equipo y establecer los límites en el trabajo.
La fatiga por compasión puede manifestarse de formas muy diferentes, dependiendo de la persona y de la situación, tal y como Kimberly nos cuenta en su historia:
La historia de Kimberly:
Como perfeccionista "tipo A" (es decir, alguien muy perfeccionista, muy motivado y autocrítico), después de una jornada completa en la facultad de veterinaria, continuaba realizando el trabajo de mis sueños en una clínica privada con muchos pacientes, nunca conocí otra cosa más que trabajar durante días interminables y constantemente me desafiaba a mí misma para aprender y hacer más. Con el tiempo, el trabajo lo era todo para mí. Cuando no estaba en la clínica, estaba de apoyo en otro centro para que otros pudieran coger un día de vacaciones o un día de descanso por enfermedad. Llegué hasta el punto de no sentir más la felicidad o la alegría en mi vida, porque el trabajo consumía cada minuto de cada día.
Estaba claro que era completamente inconsciente de la situación, hasta que un día, mi marido me ayudó a ver lo desequilibrada que se había vuelto mi vida. Cuanto más trabajaba, más necesitaba trabajar para demostrarme a mí misma "lo suficientemente buena" que era, pero a costa de mi salud física y mental, así como de mis relaciones. Me di cuenta de que internamente dudaba de mí misma, lo que muchas veces se conoce como "síndrome del impostor", y rápidamente, se estaba convirtiendo en fatiga por compasión, manifestándose con agotamiento. Si continuaba así, tenía claro que no podría sobrevivir a esta profesión.
Así que tomé decisiones para volver a encontrar el equilibrio en mi vida, y definí claramente los desencadenantes que podrían hacer que cayera en las viejas costumbres. Fui muy clara con mis objetivos y, a día de hoy, sigo revisándolos conmigo misma para asegurarme de que me siento equilibrada. Ahora conozco los signos del estrés emocional y hablo abiertamente de ellos con las personas que me rodean, para que estén atentos a ellos y me puedan ayudar si los detectan.
Elaborar un plan para el cuidado de uno mismo puede ayudar a prevenir el estrés emocional. El objetivo de dicho plan es prepararse para ser resilientes en situaciones difíciles. Un buen plan de cuidado permitirá liberarnos de las emociones bloqueadas a lo largo del día. Este plan tiene que ser multifacético, totalmente flexible a los cambios y debe evolucionar con nuestra vida laboral.
Con esto en mente, podemos comenzar identificando los cinco elementos clave que influyen en gran medida en la salud y el bienestar general: un cuerpo sano, una mente sana, una vida laboral sana, unas relaciones sociales sanas y una estabilidad financiera. Debemos desglosar cada una de estas categorías, tomarnos un tiempo para reflexionar sobre la importancia de cada una de ellas y finalmente, elaborar un plan para el cuidado de uno mismo que nos pueda ayudar a afrontar la fatiga por compasión (Figura 5).
Tener un “Cuerpo Sano” no solo consiste en hacer ejercicio. También implica dormir lo suficiente, tanto en calidad como en cantidad, tener hábitos nutricionales saludables, así como acceso a atención médica preventiva y terapéutica. Esto está estrechamente relacionado con una “Mente Sana”, siendo conscientes y aceptando que los sentimientos son una pieza clave en el control de la salud. La creación de rutinas de ejercicio, de comidas y de sueño es importante para cuidar el estado físico, pero ¿cómo puedes crear rutinas para tu mente? Aquí es donde entra en juego el denominado mindfulness (estado de conciencia plena). Como concepto, esto es algo muy parecido a aprender a dirigir tus propios pensamientos; en otras palabras, consiste en enseñar a tu cerebro a prestar atención al presente, a tu mente, tu cuerpo y a tu entorno en ese momento, en lugar de lo que la mayoría de nosotros solemos hacer, que es divagar y centrarnos en lo que nos preocupa, en mensajes negativos o críticos, en “y si…” y en errores del pasado. Al igual que el entrenamiento físico, el entrenamiento mental para llegar al estado de conciencia plena requiere práctica.
En lo que respecta a “Vida Laboral Sana” o bienestar laboral, somos afortunados de tener una profesión impulsada principalmente por la pasión y el propósito por lo que hacemos, que, en la mayoría de los casos, significa que nuestro trabajo nos importa. Es tan importante hacer el trabajo, como que este sea sostenible, por lo que hay que dedicar tiempo a planificar cómo queremos que sea nuestra carrera profesional y qué es lo que más nos importa en el trabajo.
Resulta igualmente importante mantener relación con personas de fuera de nuestro trabajo, que pueden darnos su apoyo, compasión y compromiso comunitario. ¿Quién es tu familia, tu tribu o grupo? Desarrollar y mantener “Relaciones Sociales Saludables” es imprescindible porque nuestro trabajo orientado hacia un propósito no puede sostenerse sin apoyo. Sentirte conectado a los demás, a través de redes sociales, proyectos de voluntariado o aficiones fuera del trabajo puede ayudarte a dirigir tus pensamientos hacia algo positivo y a crear relaciones con otras personas que pueden apoyarte en los momentos difíciles.
El último factor involucrado en el cuidado de uno mismo es la “Estabilidad Financiera”. Las obligaciones económicas de la familia, la casa, la atención médica y, en muchos casos, la enorme carga de los estudios, pesan sobre nosotros cada día. El primer paso para tener bienestar financiero consiste en saber el punto en el que te encuentras para idear un plan basado en objetivos. Si los objetivos son realistas y nos adherimos al plan, es mucho más probable que cumplamos los objetivos financieros específicos y nos ayudará a tener una base estable para continuar en la dirección correcta. Debes estudiar con honestidad el punto de partida para poder diseñar el plan de bienestar financiero a largo plazo más apropiado. Para tener un buen comienzo, puede ser útil contar con la orientación y el apoyo de un asesor financiero.
El plan de cuidado personal puede ser una excelente herramienta a largo plazo para ayudar a mantener la salud y el bienestar. Pero dado que, por nuestro trabajo diario, estamos expuestos a sufrir fatiga por compasión, también es importante disponer de herramientas y recursos que nos ayuden cuando sea necesario (Figura 6). Una de estas herramientas, que se han desarrollado en Banfield, se basa en el acrónimo en inglés LAST, que viene de Listen (escuchar), Accept (aceptar), Seek (buscar), Test (probar). Para recordarlo, puedes pensar; “si quiero perdurar (last, en inglés) en esta profesión necesito LAST”. Los pasos que se describen a continuación pueden ser útiles para desbloquear las emociones en el momento que se producen.
Al salir de la consulta, después de atender un caso que te haya afectado, un cliente enfadado o una eutanasia, tu primer instinto puede llevarte a dejar de lado tus emociones para poder continuar con lo que queda del día. Aunque en nuestra profesión, es necesario tener la habilidad de separar en cierta medida nuestras emociones, eso no significa que no afecte a nuestro bienestar. La próxima vez, intenta tomar un minidescanso y escucha tu cuerpo. Tal vez te duele la espalda, tienes hambre, estás triste o frustrado. Estas sensaciones son reales y se tienen que abordar.
Después de Escuchar, es el momento de Aceptar. Esto puede parecer algo abstracto; sin embargo, muchas veces nosotros mismos nos juzgamos duramente y nos decimos cosas como: “Yo soy el veterinario, no debería llorar” o “Tengo mucho trabajo y no puedo parar para comer” o “me duele la espalda, pero yo puedo seguir.” A menudo es complicado que estando tan ocupados en nuestro trabajo nos podamos permitir aceptar lo que nos está pasando, pero es fundamental que pongamos en práctica “aceptar sin juzgar”.
Ahora es cuando hay que Buscar un plan. En lugar de juzgarte por cómo te sientes, piensa en una posible solución. Tal vez necesitas ir a algún sitio para llorar, o buscar el apoyo de un compañero, o hacer un descanso un poco más largo para comer algo, o pararte cinco minutos a meditar o estirarte. Lo importante no es que resuelvas inmediatamente cómo te sientes, sino que trates de hacer algo al respecto. Lo que sea que estés sintiendo, tanto si te juzgas como si no, es real. Si ignoras ese hecho y no haces nada al respecto, tus emociones y lesiones físicas pueden comenzar a acumularse.
Kimberly-Ann Therrien
Después, busca una solución y Pruébala. Si lo que has intentado no parece ayudarte, la próxima vez intenta algo diferente. La fatiga por compasión no es un estado estático, por lo que la solución tampoco lo será. Para que esto se entienda mejor, presentamos una situación real como ejemplo sobre cómo utilizar la herramienta LAST en un determinado momento:
Acabo de terminar la cuarta eutanasia del día y es Nochebuena. Me meto en el coche para ir a casa, dos horas más tarde de lo que había planeado. Me siento pesada y me cuesta concentrarme en conducir. Decido que lo mejor para mí es detenerme e intentar utilizar la herramienta LAST.
Listen (escucha): Noto que he estado conteniendo la respiración y siento una gran opresión en el pecho al respirar. Veo ligeramente borroso y me duele la mandíbula de mantenerla apretada. Siento una profunda tristeza que no me la puedo quitar, pero también sé que llego tarde a una celebración navideña y eso me hace sentir culpable y sola.
Accept (acepta): Me doy cuenta de que, a pesar de que tengo fama de saber “manejar” los casos de eutanasia, lo único que he hecho ha sido ir acumulando la tristeza que sentía con cada procedimiento de este tipo. Me siento abrumada, triste y culpable. Tengo ganas de gritar, llorar, o de ambas cosas.
Seek (busca): Como siento que lo que quiero es gritar o llorar, pienso que tal vez eso es lo que tengo que hacer. Comienzo dando un grito porque es lo más fácil. Al principio me resulta incómodo, pero como estoy sola en el coche tratando de no juzgarme a mí misma, grito cada vez más fuerte y después lloro. Empiezo a sentirme mejor y entonces, puedo dejar de llorar.
Test (prueba): Después de permitirme gritar y llorar durante unos minutos en el coche, siento que puedo volver a respirar fácilmente. Me siento menos sobrepasada, ahora que he podido expresar alguna emoción de la misma intensidad que la que sentí durante el día. Creo que el siguiente paso es secarme los ojos y volver a casa, en donde puedo hablar con mi pareja sobre cómo me ha ido el día, para no sentirme tan sola.
Esperamos que este ejemplo permita ilustrar cómo se puede utilizar este método para ayudarte a desbloquear las emociones. Sin embargo, es importante recordar que la herramienta LAST no solo se utiliza en circunstancias extremas; los pequeños momentos y emociones se van acumulando con el tiempo y, cuanto más practiques el estado de conciencia plena y el desbloqueo de emociones a pequeña escala cuando estas surjan, más posibilidades tendrás de perdurar en esta maravillosa profesión. Al final de este artículo enumeramos algunos recursos que pueden serte útiles, incluyendo libros, páginas web y aplicaciones móviles.
A medida que investiguemos y entendamos mejor la fatiga por compasión en la profesión veterinaria, también necesitaremos empezar a abordar la manera de afrontarla. El primer paso consiste en definir la fatiga por compasión y aprender a reconocerla en nosotros mismos y en los demás. En cuanto detectes los signos, debes intentar hablar con tus compañeros, incluso si intuyes que la conversación va a ser difícil. Tienes que crear un plan sostenible para cuidar de ti mismo y que te ayude a prevenir los efectos de la fatiga por compasión a largo plazo. Además, y lo que es más importante, asegúrate de actuar al respecto, utilizando para ello el acrónimo LAST, en el momento que te sientas más estresado. Nosotros nos dedicamos a ayudar a los animales y a sus propietarios a tener mejor calidad de vida, pero no podemos ayudar a otros si primero no nos ayudamos a nosotros mismos. Los que nos dedicamos a esta profesión no solo deberíamos ser capaces de sobrevivir, sino también de crecer.”
Kabat-Zinn J. Full Catastrophe Living; Coping with stress, pain and illness, using mindfulness meditation. London, Piatkus, 2013.
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Dana D. Conflict Resolution New York, MacGraw-Hill, 2001.
Marshall Rosenberg Non-Violent Communication Encinitas, CA; PuddleDancer Press, 2015.
Kimberly-Ann Therrien
La Dra. Therrien se licenció por la Universidad de Montreal y se incorporó a Banfield Pet Hospital en el 2006 como veterinaria asociada, donde desempeñó Leer más
Dana Novara
Tras licenciarse por la Universidad de Minnesota en el 2008, la Dra. Novara se dedicó a la clínica de pequeños animales y, posteriormente, se trasladó para Leer más
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