Revista veterinaria científica internacional para el profesional de los animales de compañía
Veterinary Focus

Número de edición 31.3 Otros artículos científicos

Obesidad en las mascotas: nuevos retos, nuevas soluciones

Fecha de publicación 24/08/2022

Escrito por Alexander J. German

Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , Português y English

La obesidad en nuestras mascotas no es nada nuevo, pero Alex German nos ofrece algunas ideas nuevas para abordar mejor este problema.

Las tolvas electrónicas que miden automáticamente la ración diaria correcta pueden ayudar al control de peso

Puntos clave

La obesidad no es un problema nuevo, pero su prevalencia en los animales de compañía parece aumentar inexorablemente en los últimos años.


Se necesitan nuevas estrategias para ayudar a los propietarios a que sus mascotas pierdan el exceso de grasa corporal y mantengan un peso adulto saludable.


Además, se necesitan mejores medidas preventivas para, de entrada, evitar el desarrollo de la obesidad.


Al tratar la obesidad es esencial evitar el “estigma del sobrepeso” y mantener una buena comunicación para mejorar el cumplimiento por parte del propietario.


Introducción

La obesidad se puede definir como “una enfermedad en la que la grasa corporal se ha acumulado hasta el punto de afectar negativamente a la salud de un individuo” y, tanto en los animales domésticos como en los seres humanos, conlleva efectos negativos sobre el bienestar y la salud, una menor esperanza de vida y una peor calidad de vida. A pesar del gran interés científico y mediático que recientemente ha despertado, la prevalencia de la obesidad sigue aumentando y no hay signos de que este problema vaya a remitir 1,2. En este artículo se analizan los retos actuales de la obesidad en los animales de compañía y posteriormente se analizan las posibles opciones que pueden ayudar a mejorar el tratamiento de esta enfermedad crónica.

¿Cuáles son los retos?

Aumento de la prevalencia global de obesidad

En numerosos estudios realizados en los últimos 30 años se ha reportado la incidencia de la obesidad en los animales de compañía y, aunque las comparaciones entre estudios deben hacerse con cautela, se observa una tendencia hacia una prevalencia creciente tanto en gatos como en perros. En los estudios que utilizaron una escala de 1 a 9 para la puntuación de la condición corporal (PCC), el número de perros con una puntuación de 8/9 o 9/9 aumentó del 10% en el 2007 al 19% en el 2018, y en el caso de los gatos se observó un aumento del 19% al 34% en ese mismo período 2.

Aumento de la prevalencia de obesidad en animales en crecimiento

Hay una tendencia todavía más preocupante en los animales en crecimiento. En un estudio reciente se indicó que la prevalencia de sobrepeso y obesidad en gatos de 12-13 meses de edad era del 7% 3, y puede estar subestimada, ya que los datos sobre el sobrepeso se obtuvieron de los propietarios (no de los veterinarios). Más preocupante es la situación de los perros jóvenes; en un estudio con 516 perros jóvenes (< 24 meses) se encontró que 190 (el 37%) tenían una condición corporal de sobrepeso u obesidad, con una prevalencia que aumentaba de forma constante durante la fase de crecimiento, del 21% (21/100) en perros de menos de 6 meses al 52% (16/31) en perros de 18-24 meses 4.

Cambio en la popularidad de las razas

Los recientes cambios demográficos con la mayor popularidad de los perros de razas pequeñas (especialmente los braquicéfalos) también son significativos. Tradicionalmente, los perros predispuestos a la obesidad eran de razas medianas y grandes, pero en una encuesta reciente 2 se observó que actualmente la prevalencia más alta corresponde sobre todo a perros de razas pequeñas y toy (Figura 1).

Prevalencia de la condición corporal excesiva en diferentes razas caninas según datos de Banfield Pet Hospital
las razas más pequeñas fueron las afectadas con mayor frecuencia

Figura 1. Prevalencia de la condición corporal excesiva en diferentes razas caninas según datos de Banfield Pet Hospital. Aunque la prevalencia de obesidad aumenta con el tamaño de la raza (a), las razas más pequeñas fueron las afectadas con mayor frecuencia (b), encabezando la lista el Carlino con un 64% de ellos identificados con sobrepeso. 
Créditos: Banfield Pet Hospital/NAVC/redrawn by Sandrine Fontègne 

Evaluación del propietario 

Los propietarios a menudo subestiman la verdadera condición corporal de su mascota al asumir que está más delgada de lo que realmente está. Esto se puede deber a una incorrecta percepción general del estado corporal o a una evaluación sesgada por la constante presencia de mascotas con sobrepeso y obesidad, lo que se ve exacerbado por las imágenes de anuncios de mascotas que se perciben como ejemplo “perfecto” de su raza; por ejemplo, en un estudio reciente se observó que el 26% de los animales fotografiados en una exposición canina nacional se podían considerar con sobrepeso 5. Esto podría explicar por qué las estimaciones del veterinario y del propietario sobre la condición corporal pueden diferir, y por qué los propietarios pueden desconfiar de la evaluación profesional respecto a la obesidad 6.

Aumento del número de animales que “sobrepasan la escala”

Lo más preocupante es el hecho de que, a pesar de la utilidad de la escala de 9 puntos para la PCC, una puntuación de 9/9 representa a un animal cuyo peso es un 40% superior al ideal, pero probablemente este dato no refleja el grado de adiposidad de la generación actual de mascotas (Figura 2), muchas de las cuales “sobrepasan la escala”. En un estudio a largo plazo se observó que, como media, el 46% de los pacientes supera el 40% del peso ideal (datos no publicados del autor) ascendiendo al 59% de los pacientes en los últimos años (2015-2020).

Gato con un grado importante de obesidad
perro con un grado importante de obesidad

Figura 2. Gato (a) y perro (b) con un grado importante de obesidad, definida como la condición corporal superior al 40% de su peso ideal. Por tanto, su condición corporal va más allá de las características definidas en la clásica escala de 9 puntos para la PCC.
Crédito: (a) A. German/University of Liverpool; (b) Shutterstock

Eficacia de los protocolos para el control de peso

Dada la correlación negativa entre el porcentaje de masa grasa corporal y el éxito de los programas de control de peso, restablecer el peso ideal de las mascotas obesas es un reto importante. Algunos veterinarios han afirmado que es fácil controlar el peso 7, pero se trata de una percepción errónea, quizá porque muchos de los primeros estudios se realizaron en colonias de perros jóvenes, sanos, en muchos casos con un sobrepeso moderado (< 20%) y sin la influencia del propietario. Dichos estudios no incluyen a la típica mascota con obesidad y las investigaciones más recientes han demostrado que, incluso con una importante restricción de energía en la dieta, la pérdida de peso suele ser inferior al 1% semanal 8,9. Esto se debe, entre otros motivos, a la mayor variabilidad en la población de mascotas (en términos de edad, esterilización y raza), y al hecho de que muchas veces el exceso de peso es muy acusado y frecuentemente existen comorbilidades 10. Sin embargo, también son importantes los factores relacionados con el propietario, como ofrecer sobras de comida y premios 9. Esto sugiere que, a diferencia de lo que ocurre en los estudios en colonias de perros y gatos, la pérdida de peso en las mascotas obesas es un gran desafío.

Las tasas de éxito global de los programas dietéticos para el control de peso suelen ser decepcionantes. En un estudio, solo el 53% de los perros con obesidad completaron un programa de pérdida de peso de 6 meses y proporcionar formación nutricional a los propietarios apenas supuso diferencia 8. En un segundo estudio en el que se analizó el cumplimiento del programa de control de peso 10, el 61% de los perros logró alcanzar el peso objetivo, mientras que, en un estudio similar en gatos obesos, solo el 45% alcanzó el peso objetivo 11. Un factor clave asociado al éxito o fracaso en el control de peso es la gravedad de la obesidad, es decir, cuanto mayor sea la cantidad de masa grasa corporal, mayor será la probabilidad de que el animal no complete el programa. Cabe destacar que el abandono de un programa de peso es uniforme; el cumplimiento suele ser bueno en las primeras 12 semanas, con un 80% de los animales que siguen en el programa y una pérdida de peso corporal de más del 8% como media (Figura 3), pero en dicho periodo muy pocos alcanzan el peso objetivo y en las semanas siguientes, muchos abandonarán el programa.

Otro reto es el hecho de que muchos animales vuelven a ganar el peso perdido posteriormente. En estudios recientes, el 46% y el 48% de los gatos y perros, respectivamente, recuperaron de nuevo su peso después de haber alcanzado el objetivo 12,13. Esto es frustrante y resalta el hecho de que el control de la obesidad es un proceso que dura toda la vida del animal, lo que supone un gran reto para los propietarios.

Así pues, el lento porcentaje de pérdida de peso, junto con el bajo porcentaje de animales que finalizan el programa y el posterior riesgo de volver a ganar el peso es una combinación de factores que pone de relieve el esfuerzo que supone tener éxito en un programa de control de peso y, en realidad, solo una minoría de las mascotas logrará su objetivo. Sin embargo, lo más preocupante es que son pocos los gatos y perros obesos sometidos a algún tipo de control de peso. Se calcula que más de la mitad de los gatos y perros tienen sobrepeso u obesidad 1 y, sin embargo, el veterinario solo registra el estado de peso de la mascota en el 1,4% de las historias clínicas 14. No es de extrañar que, con tan pocos casos identificados formalmente por el veterinario, el control de peso sea deficiente.

La pérdida de peso en perros es más acusada durante aproximadamente las primeras 12 semanas

Figura 3. La pérdida de peso en perros es más acusada durante aproximadamente las primeras 12 semanas después de iniciar el programa de pérdida de peso. 
Crédito: Royal Canin/redrawn by Sandrine Fontègne

Actitudes hacia la obesidad

La sociedad, a la hora de considerar la causa de una enfermedad, tiende a asignar la “responsabilidad y culpa” de la enfermedad, es decir; los pacientes se pueden considerar víctimas o culpables. El denominado “estigma de la enfermedad”* hace referencia al hecho de culpabilizar a un individuo de padecer una enfermedad por una falta moral o de otro tipo 15, y esto es lo que ocurre con la obesidad, de manera que la opinión social predominante es que las personas que padecen obesidad son las responsables de su enfermedad por ser perezosas, por comer demasiado o por ambas cosas. Investigaciones recientes también sugieren que esta actitud se utiliza para justificar la discriminación por peso, a pesar de que existen evidencias de que la obesidad es una enfermedad crónica compleja con múltiples factores de riesgo que escapan del control del individuo 16.

https://implicit.harvard.edu/implicit/selectatest.html

Este estigma relacionado con el sobrepeso también es frecuente entre muchos profesionales de la salud 15 y este tema se ha investigado recientemente en la profesión veterinaria. En un estudio, los veterinarios admitieron utilizar términos estigmatizantes para describir el exceso de peso en perros e indicaron que sentían culpa, frustración y rechazo hacia los perros con obesidad y hacia sus propietarios 17. Los veterinarios también expresaron la idea de que los propietarios obesos son los responsables de la obesidad de sus perros y mostraron pesimismo respecto al cumplimiento del tratamiento por parte de estas personas. También hay evidencias indirectas del estigma relacionado con el sobrepeso en otros estudios; por ejemplo, la mayoría de los veterinarios cree que los factores “relacionados con el propietario” son la razón principal del desarrollo de obesidad en las mascotas 18. Estas opiniones contradicen el hecho de que se hayan identificado múltiples factores de riesgo de obesidad en animales de compañía, incluyendo factores genéticos.

Existe la creencia de que el estigma del sobrepeso es positivo al incentivar a las personas obesas a perder peso; sin embargo, las evidencias sugieren que puede afectar negativamente a estas personas, ya que este estigma disminuye las posibilidades de perder peso con éxito, además de afectar a la salud mental 19. Resulta tentador especular que el estigma del sobrepeso podría afectar a la atención proporcionada a los perros y gatos obesos. ¿Podría estar relacionada esta actitud con el hecho de que muy pocos veterinarios registren el término “sobrepeso” u “obesidad” en las historias clínicas 14 y con el rechazo a mantener conversaciones sobre la obesidad con los propietarios? Según el autor, hasta que no abordemos las actitudes de los veterinarios y de la sociedad hacia la obesidad, tanto en animales de compañía como en personas, seguiremos teniendo dificultades para manejar esta enfermedad eficazmente.

Alexander J. German

La mejor estrategia para tratar a una mascota con obesidad consiste en cambiar el enfoque, maximizando los beneficios y minimizando los fracasos, con la esperanza de mejorar la calidad de vida del mayor número posible de animales.

Alexander J. German

¿Cuáles son las soluciones?

Replantear estrategias para el control de peso 

El autor cree que la mejor estrategia consiste en cambiar el enfoque, maximizando los beneficios y minimizando los fracasos, con la esperanza de mejorar la calidad de vida del mayor número posible de animales. Lo primero que hay que tener en cuenta son los objetivos de la pérdida de peso. Actualmente, gran parte de la atención se centra en “números”, como el peso ideal y el porcentaje o ritmo de pérdida de peso. En cambio, los objetivos deberían estar relacionados con los beneficios que puede aportar la pérdida de peso, como la mejoría en la salud metabólica, la movilidad y la calidad de vida. Antes de acordar un plan de pérdida de peso es útil mantener una conversación detallada con el propietario sobre sus preocupaciones y prioridades. Por ejemplo, a un propietario le puede preocupar que su perro tenga osteoartritis grave y su máxima prioridad será mejorar la movilidad. En este caso, más que perder un porcentaje concreto de peso corporal, el resultado de la pérdida de peso debería ser mejorar la movilidad y disminuir el dolor crónico, de manera que la cantidad de peso perdido simplemente sea el medio para alcanzar el objetivo general.

Otra consideración es saber detectar cuándo un programa de pérdida de peso no funciona. Como se ha explicado anteriormente, el cumplimiento suele ser muy bueno en las primeras semanas, con una pérdida de peso razonable, normalmente de un 1% a la semana (Figura 3); sin embargo, después el proceso se vuelve más complicado, con una pérdida de peso más lenta y problemas para mantener el cumplimiento (Figura 4). Por tanto, en lugar de diseñar un programa para alcanzar el peso ideal de la mascota, puede ser más útil un protocolo estándar “limitado en el tiempo”. Esto se puede comparar a la planificación de quimioterapia, como procedimiento determinado, generalmente con dosis y tiempos estandarizados y una duración definida. Después se revisan los resultados y se recomiendan tratamientos y protocolos adicionales según sea necesario. Los programas de pérdida de peso se podrían enfocar de forma similar; 12 semanas es una duración razonable para un protocolo de este tipo, puesto que los resultados son mejores en ese periodo, independientemente del peso que el paciente debe perder, y el enfoque principal puede ser ayudar al propietario a garantizar la finalización. En ese momento se pueden evaluar los resultados, no solo en términos de peso perdido, sino también revisando los beneficios obtenidos para la salud. A continuación, se puede acordar la siguiente fase, que puede consistir en una pérdida de peso adicional o en un cambio hacia el mantenimiento del peso, donde la prioridad sea evitar el efecto rebote.

Gráfico de barras que muestra el cumplimiento del propietario y el éxito general en el programa de control de peso

Figura 4. Gráfico de barras que muestra el cumplimiento del propietario y el éxito general en el programa de control de peso; el cumplimiento disminuye notablemente a los 5 meses de iniciar el programa. 
Crédito: Royal Canin/redrawn by Sandrine Fontègne

Este enfoque tiene muchas ventajas potenciales. En primer lugar, se puede poner más énfasis en factores importantes, especialmente para el propietario, como la mejor calidad de vida, centrándose menos en alcanzar un peso objetivo. Revisar los objetivos que se acordaron antes de iniciar el programa (p. ej., mejoría de la movilidad, disminución de analgésicos para la artrosis) transcurridas 12 semanas del mismo puede proporcionar información sobre la necesidad de nuevos ciclos de pérdida de peso. En segundo lugar, tener un final predeterminado da una mayor seguridad al propietario respecto a lo que se compromete, de modo que, aunque la fase de pérdida de peso sea difícil, el final siempre estará a la vista. En tercer lugar, permite maximizar el periodo de éxito de la pérdida de peso (lo que a su vez maximiza el cumplimiento); y, por último, permite reconocer que el éxito no viene determinado por alcanzar un “peso objetivo” teórico, sino que incluso una pequeña pérdida de peso puede conducir a una mejora de la calidad de vida. En este sentido, los estudios han demostrado que se puede obtener una pérdida de en torno al 10% del peso inicial en un periodo de 12 semanas 20, lo que generalmente conlleva una notable mejoría en la movilidad y la calidad de vida.

Centrarse más en la prevención de la obesidad 

Dado que la mayoría de los perros y los gatos nunca se han incluido en un programa de control de peso, los veterinarios deberían, en primer lugar, dar más importancia a la prevención de la obesidad. La prevención comprende tres elementos principales: identificar a los individuos “en riesgo” antes de que se desarrolle la obesidad, realizar un seguimiento proactivo de por vida de los individuos en riesgo y promover el mantenimiento de un peso y estilo de vida saludables.

Identificar a los individuos “en riesgo” antes de que se desarrolle la obesidad

Para identificar a los gatos y perros con riesgo de obesidad y orientar mejor las medidas preventivas es útil tener en cuenta permite los factores de riesgo conocidos (Recuadro 1). Algunos de los factores de riesgo más significativos son: 

  • Patrones de crecimiento. En los niños, el riesgo de padecer obesidad en un futuro está asociado a ciertos patrones de crecimiento, incluyendo el crecimiento rápido y el crecimiento compensatorio (crecimiento rápido tras un periodo de retraso), y tanto en gatos 21 como en perros 22 se ha descrito un hecho similar.
  • Raza. Este es el caso particular de una mayor prevalencia de obesidad en ciertas razas por influencias genéticas (p. ej., Labrador Retriever, Golden Retriever, Carlino). En gatos, los cruzados (Común Europeo de pelo corto y de pelo largo) presentan un mayor riesgo, siendo también el componente genético un factor de riesgo de obesidad.
  • Esterilización. La esterilización es un factor de riesgo importante tanto en perros como en gatos, probablemente debido a las alteraciones de las hormonas sexuales que conducen a cambios comportamentales, especialmente relacionados con una mayor demanda de alimento y una menor actividad física. Como la esterilización se planifica de antemano, no debería haber excusas para aplicar estrategias de prevención después de la intervención.
  • Comorbilidades. Muchas otras enfermedades concomitantes pueden alterar el flujo de energía, ya sea aumentando la ingesta de energía o disminuyendo el gasto, lo que puede predisponer a un aumento de peso inadecuado.
  • Comportamiento alimentario y alimentación. Existen diversas opiniones sobre la relación entre la obesidad y la alimentación, pero seguramente, el factor de riesgo que se ha identificado de manera más consistente es la alimentación de extras en forma de sobras de comida y premios. Además, ciertos comportamientos alimentarios del gato están implicados como posibles factores de riesgo de obesidad.
  • Entorno y actividad. Los animales que viven dentro de las casas (especialmente en apartamentos) tienen mayor riesgo de desarrollar obesidad que los que tienen acceso al exterior. Los gatos que viven con perros o con uno o dos gatos también están predispuestos a la obesidad.
  • Factores del propietario. Existe una serie de factores relacionados con el propietario que también están implicados en el desarrollo de la obesidad en el gato y el perro. 

Recuadro 1. Diversos factores de riesgo que pueden predisponer al aumento excesivo de peso y a la obesidad en perros y gatos.

Efectos clínicos sobre el flujo de energía 
Polifagia asociada a hiperadrenocorticismo (perro)
Polifagia como efecto secundario de fármacos, p.ej., corticoesteroides, anticonvulsivos (perro)
Esterilización (gato, perro)
Disminución de la actividad física por una enfermedad musculoesquelética (gato, perro)
Disminución de la tasa metabólica basal asociada al hipotiroidismo (perro)
Factores relacionados con la alimentación
Alimentos de “supermercado” (perro)
Alimentos “Premium” (gato)
Alimento seco (gato)
Contenido en grasa (no de carbohidratos) del alimento (gato)
Alimento a libre elección (gato)
Alimentación Ad libitum (perro)
Número de comidas y extras (perro)
Sobras de comida (gato, perro)
Presencia de la mascota al preparar la comida (gato, perro)
Factores relacionados con el propietario
Ingresos inferiores (perro)
Índice de masa corporal del propietario (perro, gato)
No considerar la obesidad una enfermedad (perro)
No creer que la obesidad presenta riesgos para la salud (perro)
Menos interés por la salud preventiva (gato)
Frecuencia y/o duración de los paseos (perro)
Menos tiempo jugando con la mascota (gato)
Humanización excesiva por parte del propietario (perro)
Uso de la mascota como sustituto de compañero humano (gato)
Observación estrecha del comportamiento alimentario (gato, perro)
Fuerte vínculo propietario-animal (gato, perro)
Considerar a la mascota un bebé (perro)
Permitir que la mascota duerma en la cama (perro)
 
Seguimiento proactivo de por vida de los individuos en riesgo

Los factores anteriores deberían permitir al veterinario determinar el riesgo de obesidad de un individuo y orientar mejor las estrategias de prevención que deberían aplicarse antes de que se desarrolle la enfermedad (p. ej., a las 12 semanas de edad o antes), y continuar durante toda la vida del animal.

Una estrategia clave consiste en realizar un seguimiento del peso corporal desde el momento de la primovacunación, a lo largo de la fase de crecimiento y hasta la edad adulta. Aunque la PCC es un método útil para determinar el estado del peso en el perro adulto, no se ha validado adecuadamente en animales en crecimiento. En su lugar, se puede realizar el seguimiento del peso corporal con ayuda de las tablas de crecimiento 23; Recientemente se han desarrollado tablas de crecimiento para cachorros basadas en la evidencia (https://www.waltham.com/resources/puppy-growth-charts), y su uso permite identificar rápidamente patrones anormales de crecimiento, sobre todo los asociados al riesgo de obesidad 24. Los cachorros se deben pesar una vez al mes hasta los 6 meses de edad y después, como mínimo, cada 3 meses hasta alcanzar el peso adulto. Así se maximiza la probabilidad de que un cachorro llegue a la madurez esquelética con una condición corporal ideal, y a partir de entonces se puede utilizar la PCC para confirmar la condición corporal óptima, registrando el peso en el historial del paciente como “peso saludable”. A partir de ese momento, el objetivo es mantener el peso óptimo (con un margen de ±5%) durante el resto de la vida adulta. Lo ideal es pesar a los animales cada 6 meses y, como mínimo, una vez al año (es decir, en la vacunación anual), aunque en la etapa senior el seguimiento debe ser más frecuente, por ejemplo, cada 3 meses. Lo ideal es que los animales se pesen en la clínica para utilizar la misma báscula electrónica calibrada; en la clínica, además se puede valorar la condición corporal y tratar cualquier otra afección. Sin embargo, cuando acudir a la clínica sea algo complicado (p. ej., si el gato se pone nervioso), los controles de peso se pueden realizar en casa con una báscula de baño o de equipaje (p. ej., pesando al gato en su transportín) y contando con el apoyo de las consultas telefónicas. El peso actual de la mascota se debe comparar con su peso saludable, y en caso de detectar una desviación del 5% o más, se pueden aplicar las estrategias para recuperar dicho peso saludable.

Promover el mantenimiento de un peso y un estilo de vida saludables 

Para prevenir la obesidad en los individuos en riesgo se pueden utilizar varias estrategias que, a grandes rasgos, se basan en el control de la ingesta y el gasto energético.

  • Controlar la ingesta de energía. Esta estrategia se centra en el control del alimento principal del animal. Se debe proporcionar un alimento nutricionalmente completo y equilibrado, apropiado para la etapa de la vida del animal. La elección del alimento la deben realizar conjuntamente el propietario y el veterinario, quien podrá consultar bibliografía reputada para obtener información adicional. Muchas mascotas muestran un comportamiento de demanda de alimento muy insistente difícil de ignorar por parte de los propietarios. En estos casos, se pueden utilizar alimentos altos en proteínas y fibras que, al favorecer la saciedad, reducen la ingesta voluntaria de alimentos y el comportamiento de pedir comida. Otras estrategias consisten en reducir la densidad energética del alimento, aumentando el volumen de la cantidad de alimento diario, ya sea añadiendo agua (o administrando alimento húmedo si resulta rentable) o con croquetas expandidas con mayor cantidad de aire. Por último, se pueden utilizar croquetas cuya forma promueva la masticación, lo que ayudará a ralentizar la ingesta del alimento. 

Sea cual sea el alimento seleccionado, es importante administrar la cantidad correcta, que variará según el tipo de alimento y la etapa de vida del animal. Dicha cantidad se puede determinar calculando las necesidades energéticas de mantenimiento o siguiendo las indicaciones del fabricante, según la situación de cada animal (p.ej., peso corporal, raza, sexo, esterilización, nivel de actividad). La ración diaria se debe medir con precisión (ver más adelante) y transcurridas dos semanas se debe revisar el peso del animal. En caso de pérdida de peso la ración se debe aumentar un 10% y si el peso ha aumentado, la ración se debe reducir un 10%. Esta revisión y reajuste de la ración se debe continuar hasta que el peso se estabilice. A partir de ese momento, se debe mantener pesando al animal regularmente para garantizar el mantenimiento de peso.

  • Medir el alimento con precisión. Todo alimento se debe medir con la mayor precisión y exactitud posibles, especialmente cuando el alimento es seco, ya que, su densidad energética es mayor y una leve sobreestimación puede significar una importante sobrealimentación. Los vasos medidores son fáciles de usar, pero poco fiables, por lo que las raciones pueden variar y favorecer la sobrealimentación 9, siendo preferibles las balanzas electrónicas (Figura 5). El alimento debería ser más fácil de medir con precisión en el futuro con el desarrollo de “comederos inteligentes” y tolvas de alimento controladas por ordenador, que automáticamente miden la ración diaria correcta. Algunos dispositivos también permiten controlar el consumo de alimento a lo largo del día, de manera que los propietarios pueden ver en un gráfico el patrón de ingesta de alimento y detectar fácilmente cualquier alteración que podría indicar un problema de salud (Figura 6).
Los propietarios a menudo utilizan los vasos medidores para medir la ración diaria de alimento de su mascota

Figura 5. Los propietarios a menudo utilizan los vasos medidores para medir la ración diaria de alimento de su mascota que, aunque es un método sencillo y rápido, puede dar lugar a variaciones en el tamaño de la ración y predisponer a la sobrealimentación. 
Crédito: Shutterstock

  • Administrar responsablemente el alimento extra. Aunque el desarrollo de obesidad está relacionado con la administración de extras como sobras de comida y premios, los propietarios muchas veces no son conscientes de la cantidad de energía adicional que aportan estos alimentos a la ingesta diaria, por lo que en un programa de prevención de obesidad se debería incluir este aspecto. Si se utiliza alimento seco, se puede reservar una parte de la ración diaria para administrarla como premio. Si es otro tipo de alimento, la cantidad aportada no debe representar más del 10% de la ración calórica diaria total, y la ración se debe reducir proporcionalmente.
  • Método y patrón de alimentación. La mayoría de los propietarios de perros y muchos propietarios de gatos ofrecen la comida una o dos veces al día. Pero así, el alimento se consume más rápidamente y, como consecuencia, el animal pasa muchas horas sin comer, lo que puede favorecer la sensación de hambre y fomentar el comportamiento de pedir comida. Algunos propietarios de gatos dejan alimento (normalmente seco) a libre disposición todo el día, ya sea como alternativa o como complemento de la ración de comida, pero se sabe que este tipo de alimentación es un factor de riesgo de obesidad. Los veterinarios deberían recomendar el uso de comederos tipo puzle o comederos modificados que ralenticen la ingesta; este tipo de comederos pueden reducir el riesgo de un consumo excesivo de alimento (ya que las “señales de saciedad” fisiológicas del tracto gastrointestinal tardan en liberarse), aumentar el tiempo dedicado a comer y hacer que sea más agradable para la mascota.
  • Aumentar el gasto energético. Todos los programas preventivos suelen incluir la revisión del nivel de actividad física, pero en realidad, esto solo afecta moderadamente al gasto energético total del animal. Por término medio, caminar 1.000 pasos más, supone un incremento del gasto energético de aproximadamente solo 1 kcal/kg0,75, aunque la actividad física aporta otros beneficios, como la mejor forma cardiovascular y musculoesquelética y el refuerzo del vínculo propietario-mascota. En las personas, el ejercicio se debe adaptar individualmente y teniendo en cuenta cualquier problema de salud concomitante. En el caso de los perros, se recomienda al menos un paseo diario de 30 minutos, pero es mejor si los paseos son más largos y más frecuentes, y también pueden ser beneficiosas sesiones de juego adicionales. Si es posible y seguro, se recomienda que el gato tenga acceso al exterior, y también son beneficiosas las sesiones breves de juego, normalmente de 1 a 2 minutos cada vez, al menos dos veces al día.
Las tolvas electrónicas que miden automáticamente la ración diaria correcta pueden ayudar al control de peso

Figura 6. Las tolvas electrónicas que miden automáticamente la ración diaria correcta pueden ayudar al control de peso. Además, existen dispositivos que también controlan el consumo de alimento a lo largo del día, permitiendo que el propietario observe el patrón de alimentación de su mascota.
Crédito: Shutterstock

Mejorar la comunicación sobre la obesidad

Muchos veterinarios son reacios a hablar sobre la obesidad con los propietarios, posiblemente porque se trata de una enfermedad muy estigmatizada. Por tanto, es importante abordar el tema del estigma del sobrepeso dentro de la profesión para mejorar la comunicación sobre obesidad. El estigma sobre el sobrepeso puede ser inconsciente, sin que el veterinario se dé cuenta del efecto que este sesgo puede tener en el resultado, por lo que puede ser útil que el equipo de la clínica compruebe de forma rápida si ellos mismos hablan del tema de forma sesgada 25. Esto es útil para el tratamiento de la obesidad, por ejemplo, adaptando tanto los consejos como la forma de comunicarse con los propietarios para garantizar que las recomendaciones clínicas sean coherentes. De hecho, un aspecto clave al abordar el estigma del sobrepeso es centrarse en una mejor comunicación con los propietarios de mascotas con obesidad. La formación adecuada en comunicación es vital para estas situaciones y todas las conversaciones deben brindar apoyo sin ningún prejuicio, utilizando términos empáticos y no estigmatizantes. Hay que tener cuidado para no culpar (o parecer culpar) al propietario, ya que es probable que esto sea contraproducente y se deben evitar términos “tóxicos” como “obeso” y “gordo”, que pueden incomodar u ofender a los propietarios, sin contribuir a abordar el problema. En medicina humana se recomienda utilizar un “lenguaje que dé prioridad al paciente”, y en veterinaria se puede utilizar una estrategia similar, por lo que la elección de las palabras es muy importante. El veterinario se debe asegurar de que el paciente sea lo prioritario en la conversación, y no debe describir a la mascota como “obesa” ni utilizar frases como “un perro obeso” o decir que “el perro es obeso”. No se suele decir “perro canceroso” o que un perro “es canceroso”, así que es mejor referirse a una mascota “con obesidad” o que “tiene obesidad”. Aunque este cambio pueda parecer trivial, estos términos evitan etiquetar al paciente.

No obstante, puede ser difícil encontrar una forma de introducir el tema durante una consulta, sobre todo si el motivo de la consulta es otro (p.ej., una enfermedad no relacionada o una vacunación rutinaria). Una estrategia consiste en “hablar de otra cosa”, quizás abordando el tema en términos de cambios de peso y condición corporal. Por ejemplo, si en la clínica se registra regularmente el peso corporal (como se ha comentado anteriormente en la prevención de la obesidad), las desviaciones del “peso adulto saludable” del animal pueden resaltarse ante el propietario en lugar de hablar de “obesidad”, y de nuevo la elección de las palabras es importante. Otra estrategia es utilizar la condición corporal (especialmente si en la sala de consulta hay un póster sobre la condición corporal) e invitar al propietario a evaluar a su perro, junto con la orientación del veterinario. Hablar de otra cosa permite abordar el peso sin utilizar el término “obesidad”, aunque tanto el propietario como el veterinario sabrán que éste es el tema en cuestión.

Sin embargo, antes de hablar sobre el tema en términos de causas y soluciones, lo adecuado es asegurarse antes de que el propietario se siente cómodo con el tema (p.ej., diciendo “Hemos identificado que Fluffy está ahora por encima de un peso saludable. ¿Le parece bien que hablemos de ello y de lo que podemos hacer para ayudarle?”). Esta estrategia subraya que el propietario es quien tiene el control y puede facilitar la aceptación de un plan de control de peso.

Alexander J. German

En un estudio, los veterinarios admitieron utilizar términos estigmatizantes para describir el exceso de peso en perros e indicaron que sentían culpa, frustración y rechazo hacia los perros con obesidad y hacia sus propietarios.

Alexander J. German

Clasificar la obesidad como una enfermedad

Recientemente se ha propuesto clasificar la obesidad como enfermedad, entre otras cosas porque se ajusta a las definiciones formales de enfermedad 26. Aunque algunos sostienen que la obesidad es una respuesta fisiológica normal al exceso de ingesta de energía 7, existen importantes pruebas científicas que sugieren que en realidad se trata de un proceso patológico, y más de 20 organizaciones veterinarias nacionales e internacionales apoyan esta clasificación formal. Clasificar la obesidad como una enfermedad puede tener un efecto positivo en la forma en la que los veterinarios tratan a las mascotas con obesidad, por ejemplo, al abordar las causas de la obesidad, en lugar de centrarse únicamente en los factores del propietario, se podrá enfatizar sobre la complejidad de la patogénesis, incluyendo otros aspectos como los factores genéticos. Esto facilita que el veterinario no juzgue al propietario en las conversaciones, ganando así su confianza y aumentando las posibilidades de que sea receptivo a los consejos sobre el control de peso.

Conclusión

La obesidad en los animales de compañía es actualmente cada vez más preocupante y el panorama en cuanto a la demografía de los pacientes afectados va cambiando. Aunque los protocolos de control de peso están bien establecidos, distan mucho de ser perfectos y a menudo, ni siquiera los utilizan los veterinarios. Además, no ayuda el hecho de que la obesidad sea una enfermedad muy estigmatizada y un tema incómodo de hablar. Aunque no hay soluciones sencillas, los veterinarios pueden tratar más eficazmente este problema, considerando los planes de pérdida de peso a corto plazo, previniendo la obesidad en animales jóvenes y hablando de forma más efectiva sobre obesidad. Al igual que ocurre en el ser humano, clasificar formalmente la obesidad como una enfermedad podría ser el detonante para que la profesión veterinaria se ponga manos a la obra y trate con más eficacia la obesidad.

Referencias

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  2. Banfield® Pet Hospitals. Obesity in dogs and cats – state of pet health report [accessed July 6th 2021]. Available from: https://www.banfield.com/state-of-pet-health/obesity

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Alexander J. German

Alexander J. German

El profesor German se licenció por la Universidad de Bristol en 1994 y tras trabajar durante dos años en una clínica de grandes y pequeños animales, regresó a Bristol para realizar el doctorado y, posteriormente, la residencia en Medicina Interna de Pequeños Animales Leer más

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