Algunos de los nutrientes esenciales se obtienen principalmente a partir de ingredientes de origen animal; estos nutrientes incluyen varios aminoácidos (lisina, metionina, cisteína y taurina), algunas vitaminas (A, D y B12) y algunos ácidos grasos (ácido araquidónico, eicosapentaenoico y docosahexaenoico). Aportar estos nutrientes utilizando otras fuentes de origen diferente al animal puede ser todo un reto, por lo que para formular una dieta sin ingredientes de origen animal se deben utilizar otras alternativas, ya sea incorporando productos sintetizados químicamente o ingredientes de fuentes no animales específicas. Sin embargo, estas alternativas no son necesariamente sencillas y pueden plantear ciertas dificultades. En primer lugar, no basta con saber si un producto o ingrediente determinado contiene el nutriente deseado, sino que también es esencial conocer la cantidad que aporta. La concentración de dicho nutriente puede ser inferior a la que se encuentra en un ingrediente de origen animal, o puede ser menos activo (p. ej., puede contener vitamina D2 en lugar de vitamina D3), por lo que es necesario cuantificar su biodisponibilidad (es decir, la cantidad de nutriente que, una vez ingerido, queda disponible para el metabolismo o almacenamiento dentro del cuerpo).
En segundo lugar, algunos ingredientes de origen vegetal o derivados de fuentes no animales pueden afectar negativamente a la dieta del gato; pueden disminuir la digestibilidad y la biodisponibilidad general de los nutrientes del alimento, afectando, por ejemplo, al contenido y la estructura de los carbohidratos y pueden reducir la palatabilidad general del alimento.
Y, en tercer lugar, también se debe valorar el posible riesgo de que dicha dieta influya en la aparición de enfermedades frecuentes en el gato, por ejemplo, afectando al pH urinario y, con ello, a la posibilidad de que exista un mayor riesgo de urolitiasis. Resumiendo, elaborar una dieta sin ingredientes de origen animal para gatos presenta dificultades considerables, no solo para que sea completa y equilibrada en el análisis químico, sino también para que sea adecuada como dieta de mantenimiento a largo plazo. Por lo que se ha podido comprobar, los alimentos “vegetarianos” o “veganos” para gatos, comercialmente disponibles, carecen de toda esta información y, hasta la fecha, los estudios han demostrado que muchas veces ni siquiera alcanzan los niveles recomendados de nutrientes esenciales 3,4,5. En un estudio se sugirió que, en algunos casos, la salud de los gatos no se ve afectada al recibir un alimento sin ingredientes de origen animal 3, pero no está claro si estos gatos tuvieron acceso al exterior y pudieron cazar y, por otro lado, el período de evaluación pudo no haber sido suficiente como para que los gatos manifestaran individualmente signos clínicos de deficiencias nutricionales.
La autora desconoce si existe alguna empresa multinacional importante, fabricante de alimentos para mascotas, que actualmente elabore alimentos sin ingredientes de origen animal. Este hecho, en sí mismo, es significativo; estas empresas tienen el conocimiento y los recursos económicos necesarios para investigar y elaborar este tipo de alimentos. Además, dado que ya existe un mercado preparado con demanda por parte de algunos propietarios de mascotas, se puede argumentar que, al menos por ahora, dichos alimentos representan un riesgo innecesariamente alto para los gatos. Las investigaciones de varias décadas han revelado gran cantidad de información sorprendente sobre la nutrición felina y todavía seguimos aprendiendo más, por lo que, sobre esta base, todas las fórmulas de los alimentos para gatos deben estar respaldadas por una sólida evidencia científica para que sean lo más seguras posible. La conclusión debe ser que, al menos de momento, los gatos se deben alimentar con una dieta que incluya ingredientes de origen animal, ya que las alternativas plantean la posibilidad real de proporcionar a largo plazo una nutrición subóptima.