Revista veterinaria científica internacional para el profesional de los animales de compañía
Veterinary Focus

Número de edición 2 Marketing y Ventas

Comprender el negocio (Parte 2)

Fecha de publicación 03/05/2021

Escrito por Philippe Baralon , Antje Blättner , Pere Mercader y Mark Moran

Disponible también en Français , Deutsch , Italiano y English

La mayoría de los veterinarios no se sienten cómodos hablando de precios o "vendiendo" productos. En este artículo presentamos un método para prescribir o recomendar productos y servicios de forma eficaz.

Comprender el negocio

Puntos chiave

Las recomendaciones veterinarias, ya sean sobre tratamientos, intervenciones quirúrgicas o medidas preventivas, solo deben realizarse cuando sea necesario y siguiendo protocolos científicamente avalados. 


Muchos veterinarios no son conscientes de cómo puede verse dañada la rentabilidad de la clínica cuando ofrecen descuentos. 


Prescribir y vender medicamentos o alimentos

Tu función como veterinario girará en torno a la atención médica y quirúrgica, puesto que esta es la esencia de tu profesión. Huelga decir que el éxito económico de cualquier clínica veterinaria se basa en la calidad de los servicios prestados y en la habilidad del personal para promocionar y recomendar estos servicios a sus clientes (Figura 2). No obstante, como veterinario siempre tendrás que prescribir y, probablemente vender, medicamentos, alimentos y accesorios. Por este motivo, en esta sección te asesoramos sobre la importancia relativa de los factores que contribuyen al éxito en la prescripción y venta. Es importante señalar que las normativas que regulan la prescripción y venta de servicios veterinarios y productos farmacéuticos varían considerablemente entre los diferentes países.

Figura 2. El éxito económico de cualquier clínica veterinaria se basa en la calidad de los servicios prestados y en la habilidad del personal para prescribir y recomendar medicamentos, alimentos y accesorios. © Shutterstock

La prestación de servicios veterinarios casi siempre incluye la recomendación o prescripción de ciertos productos como medicamentos, alimentos, y a veces también, accesorios.

Sin embargo, existen variaciones importantes respecto a la manera de vender estos productos;

  • Incluso dentro de la Unión Europea existen normativas nacionales para determinar si está permitida o no la venta o prescripción de productos;.
  • Dependiendo del entorno competitivo de cada país, las clínicas veterinarias podrán o no competir en el mercado libre.
     

Importancia de las recomendaciones

En el mundo de la veterinaria se suele utilizar la palabra “recomendar” con el significado de “vender” aunque sus connotaciones dentro de la profesión no son muy buenas. La recomendación se utiliza para convencer a un propietario de que la solución propuesta por el veterinario es la mejor opción considerando la salud de su animal (su estado fisiológico y/o estilo de vida y/o enfermedad que presente). Este proceso es puramente comercial, aunque se trate únicamente de vender una idea. Es importante señalar que no solo se recomiendan medicamentos o productos, sino también alimentos o determinados servicios. Para lograr convencer a un propietario de lo altamente beneficioso que es mantener la limpieza dental de su Yorkshire Terrier de tres años de edad con una gingivitis localizada, es necesario seguir un proceso de recomendación..
 
Cuando el veterinario necesita administrar fármacos al animal o cambiar su alimentación (ya sea de forma preventiva o terapéutica) el proceso de recomendación se convierte en un requerimiento técnico. Este proceso de recomendación se puede extender también a los productos de higiene utilizados, por ejemplo, en trastornos dermatológicos, orales o dentales. La calidad del proceso de recomendación determinará el grado de cumplimiento, principalmente garantizando la comprensión y aprobación de dicha recomendación por parte del propietario. Muchos de los problemas de cumplimiento de los que se quejan los veterinarios se deben a un deficiente o ausente proceso de recomendación.
 

Relevancia de la dispensación de productos

Por tanto, en la mayoría de los casos el proceso de recomendación es esencial. Sin embargo, una pregunta que tienen muchos veterinarios es si no es mejor centrarse en la prestación de servicios o recomendaciones, en lugar de vender, siempre que legalmente se pueda, los productos que se recomienden. Como breve respuesta diremos que existen al menos tres ventajas de la venta de medicamentos o alimentos:
 
  • Una ventaja innegable para los propietarios con respecto a su comodidad es poder comprar el producto tan pronto como se haya recomendado, puesto que la recomendación y el producto se obtienen a la vez, asegurando así también el cumplimiento. Este concepto se conoce como “one-stop shopping” o compra en un solo espacio y es particularmente efectivo dada la comodidad proporcionada al cliente.
  • Como resultado, en segundo lugar, el animal también se beneficia de la dispensación de productos en la clínica, puesto que el cumplimiento es mayor cuando la recomendación va seguida de la venta del producto. El propietario no necesita ir a ningún otro sitio para comprarlo y no hay riesgo de olvidos o cambios de opinión.
  • Finalmente, la venta de productos y alimentos representa una fuente adicional de ingresos para la clínica, en mayor o menor medida según el entorno competitivo (ver más adelante).
     

Recomendaciones exitosas

Para tener éxito en la recomendación se deben cumplir tres condiciones clave: debe ser clara e inequívoca, debe seguir un proceso de cinco pasos y debe estar apoyada por un documento físico.

Una recomendación clara e inequívoca es completamente diferente a una recomendación en la que al final se ofrece una serie de alternativas posibles para que sea el propietario quien elija. Este método es una práctica habitual en algunos países, debido generalmente a razones éticas, puesto que el veterinario intenta mantenerse independiente de las compañías farmacéuticas y de las empresas de alimentos para mascotas. Podemos afirmar sin ningún tipo de duda que las recomendaciones del veterinario deben ser claras e inequívocas. Esto significa que se debe proporcionar un único nombre del producto o alimento recomendado, junto con una pauta de administración. Esta información es esencial para asegurar el adecuado cumplimiento y, en particular, para garantizar la comprensión por parte del cliente. La Tabla 7 de la siguiente página divide el proceso de recomendación en 5 etapas.

 
Tabla 7. Las 5 etapas del proceso de recomendación.
 1
En primer lugar, el veterinario debe definir las necesidades del animal, de manera que el propietario comprenda que no se trata de una recomendación estándar sino que es específica para su animal. Por ejemplo, “Puesto que tienes un niño de dos años que juega mucho con el perro y que es demasiado pequeño para comprender las medidas higiénicas, es muy recomendable desparasitar mensualmente al perro con este producto (mencionando el nombre del producto)”.
 2
Después, el veterinario ofrece una respuesta adaptada a las necesidades del animal; por ejemplo “Para comprobar nuestra hipótesis de alergia alimentaria, sugiero realizar una prueba de eliminación durante un máximo de 8 semanas que consiste en administrar al animal una dieta completamente diferente a la habitual. Si con la nueva dieta los picores continúan podemos excluir alergia alimentaria. Si los picores desaparecen, es probable que se trate de una alergia alimentaria y volveremos a administrar el alimento habitual para confirmar la hipótesis si el perro vuelve a rascarse…”.
 3
La tercera etapa consiste en formular la recomendación específica, mencionando el nombre del producto, la cantidad a administrar y la duración del tratamiento.
 4
El cuarto paso es necesario para obtener el consentimiento informado. Después de las tres etapas previas, el propietario comprende completamente el planteamiento científico y técnico del veterinario. Lo único que queda es que conozca el coste de la solución propuesta que bien puede expresarse en una cifra total como un tratamiento único o en coste regular (las cifras mensuales se recuerdan mejor) en el caso de medidas preventivas (como los tratamientos antiparasitarios tópicos o las dietas) o tratamientos a largo plazo (en caso de enfermedades crónicas o dietas a largo plazo). Antes de pedir la aprobación o consentimiento del propietario, le deberíamos dar la oportunidad de realizar preguntas, para asegurar la total comprensión de la situación.
 5
Finalmente, es importante discutir los aspectos prácticos de la recomendación. Esto incluye mencionar las posibles diferencias en cuanto a la presentación del producto o alimento, los métodos de administración y cómo realizar un seguimiento del animal (signos clínicos, peso, etc.). En esta etapa también se trata el tema de los recordatorios en caso necesario.


Dividir el proceso de prescripción en cinco pasos puede parecer pretencioso, pero en la práctica según parece, muchos veterinarios se saltan el primer y el último paso. Resaltar las necesidades del animal es un paso absolutamente esencial para conseguir que el propietario entienda que se trata de una prescripción adaptada a las circunstancias particulares de su mascota. Explicar cualquier aspecto práctico de la prescripción fomenta el mayor grado de cumplimiento y si es necesario, también se puede realizar una demostración práctica. Además, a pesar de que en todos los códigos de ética profesional se incluye el concepto de consentimiento informado, es posible que al veterinario le cueste preguntar al propietario: “¿Está usted conforme con este tratamiento o este nuevo alimento?”. No hay que olvidar que la recomendación es solo una propuesta y el propietario es quien tiene la última palabra; aunque no exista otra alternativa técnicamente válida. Por este motivo, es necesario que el propietario de forma explícita dé su consentimiento..

Elaborar la prescripción

Las recomendaciones siempre se deben proporcionar por escrito (Figura 3), particularmente cuando sea un requisito legal. La prescripción y/o los documentos de apoyo cumplen tres funciones:

  • Legal: en caso de que la prescripción sea un requisito legal;
  • Comunicación: en la prescripción o documento de apoyo se resumen los puntos principales mencionados por el veterinario durante la conversación previa. De esta manera el propietario no solo recuerda mejor las recomendaciones, sino que también se las puede transmitir a las personas que no estuvieron presentes en la consulta y que están involucradas o influyen en el proceso de toma de decisiones;
  • Educación: ayudando al propietario a seguir el tratamiento recomendado, por ejemplo, proporcionando un calendario anual para la administración sistémica o tópica de antiparasitarios, un esquema para realizar correctamente la transición alimentaria, un plan de racionamiento o explicando gráficamente cómo aplicar una solución ótica.
     
 
Figura 3. Las recomendaciones siempre se deben proporcionar por escrito, incluso cuando no sea un requisito legal. © Shutterstock

Para preparar estos documentos se necesita tiempo y los veterinarios frecuentemente tienen una sobrecarga de trabajo. Por tanto, es importante que el proceso de recomendación se diseñe teniendo en cuenta el trabajo en equipo para determinar la parte del mismo que se pueda delegar. Aunque en las primeras etapas del proceso de recomendación la presencia del veterinario es esencial, generalmente es preferible delegar al equipo de apoyo la etapa final (aspectos prácticos y recordatorios), en caso de disponer de personal y tiempo para ello.

A veces, es posible delegar también una parte de la etapa inicial, particularmente la recopilación de toda la información sobre las necesidades del animal (p. ej., el cuestionario sobre el estilo de vida para un tratamiento preventivo).

Por otro lado, dado que el proceso de recomendación es complejo es necesario contar con formación adecuada, práctica y experiencia para poder comprenderlo. Al principio, muchos veterinarios no se sienten cómodos con algunas de las etapas del proceso, particularmente a la hora de fijar el precio o de obtener el consentimiento informado, pero con la formación adecuada y realizando simulaciones con el personal es raro no hacerlo cada vez mejor.

Cómo vender bien los productos

¿Cuáles son los principales factores de éxito cuando las clínicas pueden y quieren vender los productos recomendados?
 
El primer factor ya lo hemos tratado anteriormente: el principal motor de la venta de medicamentos y alimentos en la clínica veterinaria es la recomendación veterinaria. Sin esta recomendación los resultados que se obtienen son casi siempre decepcionantes. 
 
El segundo factor consiste en crear una propuesta específica que facilite obtener la aprobación del propietario, sobre todo en el caso de enfermedades crónicas o tratamientos preventivos.
Supongamos dos casos a modo de ejemplo; en el primero hemos convencido a un propietario de que tiene que desparasitar a su gato cuatro veces al año y en el segundo hemos convencido a otro propietario de que tiene que adaptar la alimentación de su Golden Retriever de 7 años, puesto que ahora se encuentra en una etapa “sénior”. Existe una diferencia notable en ofrecer uno, dos o cuatro comprimidos para desparasitar al gato del primer caso que en regalar al propietario del segundo caso un envase pequeño de alimento “sénior” para garantizar la correcta transición alimentaria y comprobar que al perro le gusta su nuevo alimento. El primer caso se trata de una recomendación específica que conlleva una transacción financiera en la cual es necesaria la aprobación o consentimiento del propietario para llevarla a cabo, mientras que en el segundo caso, al ofrecer una muestra de alimento gratis no se genera de por sí la oportunidad de tener la aprobación del propietario. Generalmente, si se ha realizado un buen proceso de recomendación y se ha continuado con una propuesta específica, la clínica debería ser capaz de vender los tratamientos habituales, así como de establecer planes de tratamiento a largo plazo y cambios de alimentación. Sin embargo, en el segundo caso, es raro poder involucrar completamente al propietario. De hecho, cuando llegue el momento en el que el propietario tenga que renovar su suministro la competencia será mayor y entrarán en juego otros canales de distribución que compitan con la clínica veterinaria.
 
Llegados a este punto, la gestión de la competencia adquiere una gran importancia, siendo este el tercer factor clave del éxito.
 
Pere Mercader

El principal motor de la venta de medicamentos y alimentos en la clínica veterinaria es la recomendación veterinaria. Sin esta recomendación los resultados que se obtienen son casi siempre decepcionantes.

Pere Mercader

El primer paso esencial para comprender la competencia consiste en identificar a los competidores tanto locales como internacionales. La situación variará en función de cada país y de los productos teniendo en cuenta los diferentes mercados y la reglamentación local. Generalmente, existe una mayor competencia en los productos que tienen menos limitaciones legales como el alimento o los medicamentos que no requieren receta. Este es particularmente el caso de las grandes y reconocidas marcas y especialmente, en formatos grandes con un valor unitario más elevado. Dependiendo del país, los competidores locales principalmente son las farmacias, centros de jardinería, tiendas de mascotas y ocasionalmente grandes supermercados (aunque los productos que venden son muy diferentes a los de las clínicas veterinarias). Actualmente, en casi todos los países, los competidores a nivel global son las plataformas en Internet de comercio electrónico, la cuales distribuyen alimentos fisiológicos y dietéticos y, a menudo también, medicamentos que no requieren prescripción. Para entender a estos competidores, el veterinario debe conocer su rendimiento en términos de conveniencia (localización, horario, reparto) y especialmente el precio.

El segundo paso esencial consiste en implementar una estrategia de fijación de precios diseñada para garantizar la competitividad de la clínica dentro de su entorno competitivo.

Los propietarios de la clínica pueden definir sus propios precios basándose en el conocimiento de los precios de los productos recomendados por veterinarios de los competidores utilizando la estrategia de “no más caro que en otros sitios”. Esto significa que los precios son muy parecidos, pero siguen siendo ligeramente más caros que los de otros sitios. Esta diferencia de precio suele ser muy pequeña y no proporcional (no representando un porcentaje). En los mercados particularmente competitivos, se ha observado empíricamente que una diferencia, por ejemplo, de 3 euros es aceptable en los precios comprendidos entre 20 y 25 euros. Esto quiere decir que en un mercado extremadamente competitivo el precio de un producto (especialmente el de alimentos, medicamentos y cada vez más, de fármacos de prescripción para tratamientos a largo plazo) ya no se fija añadiendo un coeficiente estándar al precio de compra, sino teniendo en cuenta el análisis de la competencia.

Posteriormente, es necesario un tercer paso para establecer una estructura de compras fiable que permita obtener de los proveedores los mejores precios netos para la clínica, ya sean laboratorios farmacéuticos, empresas de alimentación o mayoristas especializados.

¿Es rentable?

Considerando todo lo anterior, cabe preguntarse cuál es la rentabilidad de este aspecto de la veterinaria, puesto que particularmente representa una parte relativamente pequeña del negocio en comparación con la realización y venta de servicios veterinarios (Figura 4). De hecho, muchos veterinarios han decidido ignorar esta parte del negocio y concentrarse en la medicina y cirugía veterinarias. Esta conclusión se basa principalmente en los costes asociados a la venta de productos.
 

Figura 4.Cabe preguntarse cuál es la rentabilidad de este aspecto de la veterinaria. © Shutterstock 

Para vender en la clínica veterinaria de una manera efectiva es necesario garantizar que;

  • La clínica se encuentra bien ubicada, es visible, dispone de espacios amplios para el aparcamiento, la recepción es espaciosa y luminosa y los productos se pueden colocar de forma atractiva necesitando un almacén mínimo (incluso cuando los proveedores cuenten con una logística que permita la entrega rápida y a bajo coste de los productos)
  • Se dispone de suficiente personal en recepción, permitiendo ampliar el horario de apertura para mayor conveniencia del cliente
  • Se dispone de stock, el cual requiere capital circulante
  • Se dispone de tiempo para gestionar esta fuente de ingresos mediante el seguimiento de la competencia, fijando precios de venta, negociando compras, etc.
     
    Los costes totales son por tanto significativos, siendo fácil comprender por qué disuaden a muchos veterinarios. No obstante, si nos volvemos a fijar en lo que se necesita para vender de forma efectiva, podremos comprobar que la buena localización, la visibilidad, poder contar con un área de aparcamiento espaciosa, un área de recepción bien iluminada, un horario amplio de apertura y personal para la recepción también son también condiciones necesarias para asegurar un buen servicio médico y quirúrgico. Los únicos costes adicionales son el área de almacenamiento, la gestión de esta fuente de ingresos y, quizá, disponer de más personal y espacio para el área de recepción. Teniendo en cuenta este enfoque se puede sugerir que los ingresos adicionales asociados a la venta de medicamentos y alimentos contribuyen significativamente a la obtención de los recursos necesarios para garantizar un alto nivel de atención veterinaria.

Además, el tiempo dedicado a la recomendación del producto es con diferencia el principal coste. Sin embargo, tal y como se ha señalado antes, la recomendación de productos o tratamientos es una parte esencial de la clínica veterinaria, independientemente de que estos productos o tratamientos se vendan o no en la clínica. Teniendo en cuenta este hecho y en caso de ser posible, ¿por qué no vender también productos?

Otro argumento que se suele aducir es el de la conveniencia de concentrarse en promover o proporcionar más servicios adicionales y dejar la venta de producto para los competidores más agresivos. Desde luego, promover, innovar y desarrollar cuantitativa y cualitativamente los servicios veterinarios constituye una prioridad importante para el crecimiento de la clínica veterinaria. Por tanto, la verdadera cuestión es: ¿cómo puede la venta de productos obstaculizar la capacidad de la clínica para desarrollar, mejorar e innovar servicios?

La respuesta a esta pregunta es más compleja de lo que parece y depende de los diferentes modelos clínicos, limitándose a aquellos países en los que legalmente es posible vender medicamentos y/o alimentos.

Algunas consideraciones fundamentales son;

  • En los hospitales y clínicas especializadas que trabajan solo con pacientes referidos, la venta de productos suele ser un aspecto secundario.
  • En las clínicas veterinarias pequeñas de primera opinión, con espacio reducido y poco personal, puede ser más práctico enfocarse en un modelo de negocio basado en el servicio. Sin embargo, puede merecer la pena considerar la sostenibilidad a medio plazo de estos modelos.
  • En las clínicas veterinarias medianas y grandes, con suficiente espacio en la recepción y una pequeña área de almacenamiento, puede resultar eficiente un modelo de negocio que combine un servicio de buena calidad con la venta de productos de elevada calidad a precios competitivos, puesto que existe una fuerte relación entre ambas actividades. El rendimiento económico se puede mejorar aún más gestionando adecuadamente los costes de abastecimiento, mediante la racionalización de las compras y el manejo óptimo de la competencia y precios de venta.
 

¿Es ético?

La crítica más extrema a las clínicas que venden medicamentos y alimentos muchas veces se fundamenta en argumentos éticos. ¿No existe un conflicto de intereses al prescribir y dispensar el producto al mismo tiempo? Si el veterinario prescribe productos y después los vende ¿no corre el riesgo de estar o aparentar estar a sueldo de empresas farmacéuticas o de alimentación? Al igual que en medicina humana, estas cuestiones las suelen plantear responsables políticos, organismos profesionales y algunas asociaciones de consumidores.

Sin embargo, mientras se sigan unas simples reglas parece injustificable afirmar que toda venta de producto viola el código ético profesional;

  • Solo se deben realizar recomendaciones (sobre medidas terapéuticas y preventivas, productos de higiene y alimentos) cuando sean necesarias y siguiendo protocolos científicamente validados. Las indicaciones y protocolos a seguir se deben discutir y aprobar contando con todo el equipo de la clínica, considerando las recomendaciones por consenso de los diversos grupos de expertos internacionales (p. ej., directrices del ESCCAP1 para las parasitosis y guías del ABCD2 para las enfermedades infecciosas felinas). Por ejemplo, en la Figura 5 se muestran cuatro situaciones específicas en las que se debería prescribir como medida preventiva un cambio de alimentación.
  • Los productos a recomendar deben ser elegidos por la clínica y solo se deben proporcionar cuando son ampliamente conocidos y satisfacen las necesidades de los animales que se tratan en la clínica.
  • Se debe ofrecer una gama de productos limitada centrándose en los productos clave. Las clínicas veterinarias son canales de recomendación por lo que se debería proporcionar una oferta limitada. Por el contrario, los centros de jardinería, tiendas o páginas de Internet son canales donde el cliente elige sin recibir una recomendación. Para mantener esta distinción, las clínicas veterinarias deben evitar la tentación de convertirse en una típica tienda de mascotas o de crear un espacio de tienda dentro de la clínica.
  • Los precios de los productos deben ser similares a los de otros lugares de venta porque la competitividad en el precio es un aspecto fundamental para proporcionar un servicio ético.

1
European Scientific Committee on Companion Animal Parasites (Consejo Europeo para el control de Parasitosis en los Animales de Compañía)
2 Advisory Board on Cat Diseases (Consejo de Asesores sobre Enfermedades de los Gatos)
 
Figura 5. Cuatro oportunidades clave para recomendar alimentos con una finalidad preventiva para las mascotas sanas.

Descuentos y no-cobros: una plaga tóxica para nuestra profesión.

Muchos propietarios de centros veterinarios reconocen que en sus clínicas se realizan de manera habitual descuentos en el precio de los servicios prestados a los clientes. Por ejemplo, muchas clínicas no cobran por las revisiones o por las consultas cortas. En muchos hospitales se producen importantes olvidos u omisiones a la hora de cobrar los servicios prestados a los pacientes hospitalizados, dejándose de cobrar alimentos y medicamentos administrados.

Para empresas con bajos márgenes de rentabilidad, como las clínicas veterinarias, los descuentos y no-cobros pueden tener un grave impacto en su viabilidad financiera.

En diferentes estudios realizados se han confirmado impactos de hasta un 6% de la facturación anual de las clínicas perdido en forma de descuentos. Dicho de otra manera, entre un tercio y la mitad de los beneficios anuales de la clínica, o lo que es lo mismo, ¡el equivalente a trabajar entre 4 y 6 meses gratis!

En la mayoría de casos, esta “cultura del descuento” no es una iniciativa de los veterinarios jóvenes de la clínica, sino que se trata de una tradición instaurada por los propietarios de las clínicas, quienes de esta manera pierden toda legitimidad para pedir a sus jóvenes empleados un comportamiento diferente al suyo.

Los descuentos son especialmente nocivos para el joven veterinario porque:

  • Fomentan un comportamiento tóxico desde el punto de vista económico que probablemente ya acompañe al joven veterinario durante el resto de su carrera.
  • Educan al cliente a esperar (casi exigir) un descuento asociado con cada servicio, incluso creando confusión e insatisfacción cuando no se produce (“¿Por qué el doctor no me habrá hecho hoy un descuento, estará enfadado conmigo?”).
  • Son la mejor coartada para un servicio mediocre (Figura 6). Cuando cobramos el importe pleno de todos los servicios que prestamos, automáticamente elevamos el listón de la autoexigencia. Resulta muy cómodo recurrir al descuento cuando algo no sale perfecto, o lo que es peor, aspirar de entrada a resultados subóptimos sabiendo ya de antemano que vamos a contar con el comodín del descuento.
  • Dañan sensiblemente la productividad y por tanto nos acaban impactando salarialmente. Los veterinarios que habitualmente ofrecen descuentos generan menos ingresos y por tanto, se hacen acreedores a salarios menores.
  • Los clientes no nos quieren ni nos respetan más por hacerles descuentos. Los clientes nos quieren y nos respetan cuando somos competentes y mostramos respeto, cariño y empatía hacia ellos.
     

 

Figura 6. : Los descuentos son una plaga tóxica para la profesión veterinaria. Son la mejor coartada para un servicio mediocre. © Vaniato

Conclusión

En cualquier parte del mundo nos podemos encontrar con muy buenos veterinarios desde el punto de vista de la atención sanitaria de los animales, pero que, en lo que respecta a la gestión financiera de su clínica, son mediocres. Sin embargo, solo se puede proporcionar un buen servicio veterinario cuando el negocio es rentable y sostenible. Comprender los conceptos básicos relacionados con la rentabilidad de la clínica, así como conocer y corregir, los factores clave que pueden perjudicar al estado financiero de la clínica, son habilidades que serán muy valoradas en el veterinario recién licenciado.

 

Philippe Baralon

Philippe Baralon

Philippe Baralon se licenció por la Facultad de Veterinaria de Tolosa (École Nationale Vétérinaire de Toulouse) en 1984 y continuó su formación en Economía Leer más

Antje Blättner

Antje Blättner

Antje Blättner creció en Sudáfrica y Alemania y tras estudiar veterinaria en Berlín y Múnich se licenció en 1988. Leer más

Pere Mercader

Pere Mercader

Pere Mercader se estableció como consultor en gestión de clínicas veterinarias en el 2001 y desde entonces ha desarrollado esta función en España, Portugal y algunos países latinoamericanos. Leer más

Mark Moran

Mark Moran

Mark Moran ejerce como consultor para la profesión veterinaria desde hace 19 años, ofreciendo asesoramiento sobre el negocio y apoyando a propietarios de clínicas veterinarias y al personal clave. Leer más

Otros artículos de este número

Número de edición 2 Fecha de publicación 28/04/2021

Ser un buen veterinario (Parte 1)

“Si tu única herramienta es un martillo, todos los problemas se parecen a un clavo”. En esta parte abordaremos los elementos necesarios para que seas un “buen veterinario” y tengas una mayor confianza en tus decisiones clínicas.

por Philippe Baralon , Antje Blättner , Pere Mercader y Mark Moran

Número de edición 2 Fecha de publicación 28/04/2021

Ser un buen veterinario (Parte 2)

En esta parte del artículo aboradermos el arte de la comunicación, especialmente con los propietarios, puesto que no hay nada más frustrante que la falta del cumplimiento de los tratamientos.

por Philippe Baralon , Antje Blättner , Pere Mercader y Mark Moran