Los protocolos en la clínica veterinaria (II)
En esta segunda parte del artículo, los autores tratan sobre cómo motivar al equipo y cómo diseñar e implementar con éxito los protocolos en la clínica.
Número de edición 32.1 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 01/09/2022
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En esta primera parte del artículo, los autores describen los protocolos en la clínica veterinaria y las razones por las que pueden ser un componente clave para el funcionamiento eficiente de la clínica.
Un problema frecuente en muchas clínicas veterinarias es la variabilidad en cuanto a la forma de prestar un servicio.
Los protocolos pueden resolver esta variabilidad y resultar sumamente beneficiosos para el negocio.
Aunque los protocolos no sean obligatorios para la clínica veterinaria, su implementación puede mejorar mucho el funcionamiento de la clínica.
Los protocolos son una excelente forma de convertir el conocimiento informal de cualquier clínica en una gran ventaja.
La prestación de un servicio, como el de la medicina veterinaria, es mucho más compleja que la simple venta de un producto. Normalmente, al ofrecer un servicio veterinario, además de existir interacción humana (entre el veterinario y el cuidador) hay interacción humano-animal (entre el veterinario y la mascota), que, además, suele estar en el punto de mira del cuidador. El flujo de estas interacciones afecta a la experiencia del cliente, incluso más que las propias especificaciones del servicio: no solo es lo que hacemos y cómo lo hacemos, sino también, lo que decimos y cómo lo decimos. La falta de uniformidad en la experiencia del cliente, ya sea entre distintos veterinarios de la misma clínica o, lo que es peor, en un mismo veterinario a lo largo de un periodo de tiempo, son un problema grave. ¿Por qué?
Además, los protocolos permiten reducir la “curva de aprendizaje” de las personas y de las organizaciones. Es algo parecido a cuando se aprende a jugar al tenis o al golf, puesto que se utilizan ciertas técnicas y se practican repetidamente con los mismos movimientos, en lugar de utilizar un método diferente cada vez que se juega. ¿Cómo se puede entrenar coherentemente a un equipo de jugadores si cada uno de ellos utiliza una técnica diferente?
Por tanto, necesitamos herramientas, como los protocolos, para lograr cierta uniformidad en las experiencias que ofrecemos a nuestros clientes y pacientes.
Un protocolo es un conjunto de normas, acciones y comportamientos que el equipo de la clínica debe seguir sistemáticamente en determinadas situaciones. El protocolo puede ser clínico (p. ej., recomendaciones de vacunación en perros), estar orientado al cliente (p. ej., consulta de cachorros), administrativo (p. ej., gestión del crédito de los clientes) o relacionado con procesos internos de la clínica (p. ej., organización de reuniones semanales del equipo). Además, los diferentes protocolos suelen ser como las piezas de un rompecabezas, ya que interactúan y se complementan entre sí (Figura 1).
Algunos protocolos pueden ser sencillos y directos (como una sucesión de pasos o acciones a seguir), mientras que otros utilizan herramientas más elaboradas como, por ejemplo, un árbol de decisiones o algoritmo, en el que el resultado de un paso dicta el siguiente. Pero independientemente del tipo que sea y de su complejidad, un protocolo tiene que estar escrito y debe ser entregado y firmado por todos los miembros del equipo implicados (Recuadro 1); si no está escrito, no es un verdadero protocolo. Si el protocolo es complejo es muy recomendable resumirlo visualmente (p. ej., con un esquema o infografía) y colocarlo en un lugar visible y apropiado.
Recuadro 1. Razones por las que los protocolos deben estar escritos.
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Cuando a los veterinarios que no utilizan protocolos formales en sus clínicas se les pregunta por el motivo de no tenerlos, las “razones” (una o varias) que suelen mencionar son:
Seguramente, algunos veterinarios, armados con estas razones afirmarán que existe una cultura colectiva en su clínica y que todo el mundo entiende “la forma de hacer las cosas aquí”. Pero si pudiéramos hablar individualmente con cada uno de los miembros del equipo y pedirles una descripción detallada de lo que hacen y dicen (por ejemplo, en una consulta de cachorros), quedaría claro que no existe un protocolo común. En esencia, un protocolo no es tal si no está escrito detalladamente y, sin él, no se puede garantizar que en cualquier procedimiento de la clínica exista un enfoque común (Figura 2).
Básicamente, los protocolos son útiles para optimizar los procedimientos, especialmente aquellos que el equipo de la clínica realiza con más frecuencia. ¿Por qué los procedimientos “frecuentes”? Sencillamente porque el diseño, la aplicación y el mantenimiento de un protocolo requiere recursos, lo que implica un coste: probablemente, sería demasiado costoso centrarse en procesos que surgen con poca frecuencia en la clínica, a menos que sean críticos. Aunque los protocolos pueden ayudar incluso cuando la cohesión del equipo no esté en juego, son especialmente útiles para facilitar las interacciones entre los profesionales y para garantizar que los diferentes miembros del equipo realizan el mismo proceso de manera parecida (p. ej., las primeras consultas de cachorros por parte de los diferentes veterinarios o la recuperación postoperatoria por parte del personal auxiliar responsable).
Profundizando más, hay al menos tres razones principales para invertir en protocolos: mejorar los procesos, garantizar una implementación homogénea (sea quien sea el responsable) y fomentar la transmisión del saber hacer.
La mejora de los procesos es claramente un objetivo importante a la hora de establecer los protocolos. Cuando un equipo diseña un protocolo, todos los miembros implicados deben estar de acuerdo sobre la mejor manera sostenible de abordar el procedimiento. No se trata de la mejor manera de realizar el procedimiento una vez, sino que se debe poder aplicar en repetidas ocasiones (la mejor forma sostenible); el estándar será muy alto, pero también será la mejor forma de poder aplicarlo a diario. Esto permite identificar posibles cuellos de botella y proponer mejoras a través de una organización nueva y/o una formación y/o una inversión. Por ejemplo, se puede mejorar el control del dolor de un procedimiento específico implementando un protocolo estandarizado en la clínica.
Philippe Baralon
La implementación estandarizada de los procesos es otro objetivo importante. Los protocolos son un medio de proporcionar consistencia entre profesionales que hacen lo mismo en una misma clínica, por ejemplo, recomendar un análisis de sangre o proponer las mismas opciones de tratamiento en cada paciente que tenga la misma enfermedad. Esta uniformidad mejorará tanto la eficacia del equipo como la experiencia del cliente.
La transmisión de conocimientos es crucial en al menos dos escenarios: la integración del personal recién incorporado al equipo de la clínica y el establecimiento de una clínica satélite. En otras palabras, la transmisión del conocimiento es un prerrequisito para el crecimiento. La integración de nuevos miembros en un equipo bien organizado siempre es un reto y un riesgo, tanto para el nuevo veterinario/auxiliar como para el personal existente. Los protocolos proporcionan herramientas concretas para reducir el periodo de integración y garantizar una convergencia más rápida entre el nuevo miembro y el resto del equipo, así como para reducir el nivel de estrés del equipo, especialmente ahora, en tiempos de pandemia/pospandemia (Figura 3). Este proceso también puede ser una oportunidad para mejorar los protocolos gracias a los comentarios del nuevo miembro del equipo. Establecer una clínica satélite es muy diferente a montar desde cero una clínica nueva, y la diferencia radica precisamente en el saber hacer del punto de partida, lo que nos lleva de nuevo a los protocolos.
En definitiva, los protocolos son una excelente manera de convertir los conocimientos informales de cualquier clínica (que, de otro modo, descubrirlos e integrarlos puede requerir tiempo y esfuerzo) en un factor tangible y, por tanto, en una ventaja muy valiosa. Cabe recordar que el principal activo de una clínica veterinaria es el saber hacer de su equipo. Aunque cualquier veterinario estará rápidamente de acuerdo con esta afirmación, existen demasiadas clínicas que invierten muy pocos recursos en formalizar este saber hacer para hacerlo transmisible; en esto consisten los protocolos. El diseño, la aplicación y el mantenimiento de protocolos pertinentes es probablemente una de las formas más importantes de aumentar la capacidad de una clínica de lograr un crecimiento sostenible y rentable, basado en la ciencia y la medicina de calidad. De esta manera, aumentará significativamente el valor de una clínica.
Si queremos utilizar los protocolos como una herramienta valiosa para mejorar aspectos clínicos, organizativos y de servicio en nuestras clínicas, las preguntas inmediatas son
“¿Por dónde empiezo? ¿Cuáles son los primeros pasos y los siguientes por dar? ¿Cómo defino las metas, los objetivos y los resultados?”.
Es importante responder a estas preguntas de antemano, porque los objetivos apropiados pueden resultar muy motivadores e inspiradores para todo el equipo. En realidad, el primer paso consiste en diferenciar entre un verdadero objetivo y un sueño o una visión, definiéndolo con claridad y precisión, ya que, de lo contrario, puede que nunca se cumpla. Definir objetivos puede ser interesante y desafiante a la vez y, si se sigue el modelo SMART, (Recuadro 2) esta tarea puede ser mucho más sencilla, puesto que permite crear objetivos tangibles, cuantificar todos los factores importantes y valorar si un proyecto determinado es realmente alcanzable o no.
Recuadro 2. Herramienta SMART para planificar y revisar los objetivos de la clínica.
S | Específico. Significa que el objetivo se debe definir con mucha precisión. |
M | Medible. El objetivo debe contener una cantidad que se pueda medir, p. ej., el número de pacientes atendidos o los ingresos generados, que permiten comprobar si el objetivo se ha alcanzado. |
A | Aceptado. Esto significa que el objetivo debe ser aceptado y atractivo para todos los miembros del equipo, lo que idealmente creará un espíritu de cooperación, en el que todos van en la misma dirección. |
R | Realista. Se debe comprobar si un objetivo es realmente “alcanzable”, es decir, si se puede lograr con los recursos disponibles. |
T | Limitado en el tiempo. Un objetivo planificado con precisión debe tener una fecha límite, es decir, un plazo de tiempo en el que se debe alcanzar el objetivo. |
Para ayudar a trasladar el modelo SMART a la clínica veterinaria, he aquí un ejemplo. Supongamos que nos queremos asegurar de que a cada cliente que tenga un cachorro se le ofrecen todos los servicios de la clínica relacionados con la salud de los perros jóvenes. En el análisis mensual de la clínica, comprobamos que esto ya funciona bastante bien, pero no se realiza de la forma más adecuada; tal vez, el proceso no está estructurado y no está lo suficientemente claro, o la comunicación no es la óptima. Es evidente que hay potencial de mejora y queremos trabajar en ello empezando por un objetivo bien planificado:
Con la ayuda del modelo SMART, se puede elaborar un objetivo significativo, alcanzable y verificable y esto suena mucho mejor que simplemente decir: “He observado que no hacemos un buen trabajo cuando informamos a nuestros clientes sobre los servicios preventivos y planes de salud para los cachorros. Eso debe cambiar, y me gustaría que fuerais más diligentes”. Eso no es un objetivo SMART, es un deseo que probablemente no se haga realidad.
Ahora, ya está en manos del responsable del equipo planificar sus objetivos SMART. Lo único que queda por hacer es recopilar acciones concretas que ayuden al equipo a alcanzar lo que se ha acordado, en este caso, creando un protocolo sobre comunicación de los planes de salud a los clientes con cachorros, con detalles como quién, cómo, cuándo y dónde se realiza esta comunicación.
Pere Mercader
Hay que dejar clara una cosa: una clínica veterinaria puede tener éxito sin protocolos. Sin embargo, esto no siempre es así, especialmente, cuando aumenta el número de personas en el equipo, se realizan nuevos procedimientos, se ofrecen varios servicios diferentes (p. ej., medicina general, urgencias y especialidades) y/o la clínica posee varios centros. En otras palabras, la importancia de los protocolos es proporcional al tamaño y la complejidad de la clínica. Esto significa que la falta de protocolos, que ya de por sí afecta a las clínicas más pequeñas que solo tienen un centro, se convierte en una enorme desventaja en clínicas más grandes de varios centros. Sin protocolos, cada miembro del equipo puede realizar la misma tarea de forma diferente. En la mayoría de los casos, las principales diferencias se observan entre los diferentes veterinarios y es el personal de apoyo (auxiliares, recepcionistas, etc.) quien tiene que lidiar con ello y con los problemas asociados. Por ejemplo, no es raro que en una misma clínica se utilicen diferentes protocolos de anestesia general dependiendo del cirujano.
Sin protocolos, el rendimiento del equipo depende principalmente de la habilidad de cada miembro. Por tanto, el primer riesgo de no tener protocolos está relacionado con la pérdida de conocimientos, posiblemente al producirse cambios en el personal de la clínica, por ejemplo, cuando alguien se va de la clínica. A priori, podríamos pensar que esto es importante cuando la clínica pierde a un veterinario, especialmente, si tiene habilidades específicas. Evidentemente, esto es cierto, pero tampoco se debe pasar por alto la posibilidad de que exista el mismo riesgo cuando la clínica pierde a un auxiliar o un miembro del equipo de apoyo. En algunos casos, una clínica sin protocolos escritos puede incluso encontrarse con un problema de conocimientos tras un periodo de baja más largo de lo habitual o de largas vacaciones de verano (cuando los procedimientos informales pueden “olvidarse”).
Sin protocolos, existe un mayor riesgo de disparidad entre los diferentes centros de una clínica. Si los procedimientos se empiezan realizando de forma diferente mes a mes, en los distintos centros, a los dos o tres años se requerirán enormes esfuerzos para conseguir cambiar las costumbres del personal de cada centro y volver a realizar los procedimientos de forma homogénea. Además, mientras tanto, es difícil que el personal que trabaje en varios centros sea eficiente.
Antje Blättner
Sin protocolos, los miembros del equipo de la clínica tardarán más tiempo en adaptarse a las técnicas nuevas, tanto a los pequeños cambios, la mejora continua o a las grandes innovaciones, la adaptación será menos eficaz y, una vez más, se acentuarán las diferencias entre los miembros del equipo o los diferentes centros de la clínica. Por ejemplo, según el conocimiento de los autores, hay casos en los que el tiempo necesario para adoptar las nuevas recomendaciones para la vacunación de perros y gatos de la WSAVA (publicadas en 2016) entre los diferentes centros de una misma clínica variaba de semanas a varios años. Además, seis años después, algunas clínicas todavía siguen las antiguas recomendaciones, y lo que es peor, incluso dentro del mismo equipo hay miembros que aplican las nuevas recomendaciones mientras que otros siguen con las antiguas.
En resumen, los protocolos son una de las principales vías de acceso al crecimiento sostenible y rentable. Un buen ejemplo para imaginarnos lo difícil que tiene que ser el cambio sin una implementación temprana de protocolos, es la evolución histórica de las clínicas veterinarias, partiendo de la clínica con un veterinario, que trabajaba solo o con poco personal de apoyo, a la clínica con veterinarios asociados y con personal a su cargo o a los actuales grupos de clínicas o grandes hospitales que cuentan con multitud de profesionales. No nos engañemos: la ventaja de los protocolos no se limita a las empresas multinacionales, sino que ya es necesaria en clínicas de tres veterinarios y cinco personas de apoyo y es útil incluso por debajo de este límite.
Antes de abordar la cuestión de cómo debería ser un protocolo una vez terminado, retrocedamos un momento y pensemos en el proceso de creación. Una pregunta crucial es: “¿Los protocolos los debe crear la clínica (con el riesgo de “reinventar la rueda”) o se pueden adaptar o copiar de libros, expertos o de otras clínicas?” La respuesta puede variar en función de las necesidades: hay una clara diferencia entre un protocolo clínico y uno operativo o de negocio (Recuadro 3). En los protocolos clínicos, es recomendable no reinventar la rueda y basarse en lo que la medicina basada en la evidencia ha establecido como norma (p. ej., en las recomendaciones oficiales de asociaciones veterinarias). Sin embargo, en el caso de los protocolos de negocio, la historia es diferente. Cada clínica es diferente en términos de cultura, estructura, organización y personal. Si el equipo de la clínica está involucrado en la creación o adaptación de los protocolos habrá un mayor sentido de pertenencia y compromiso y, probablemente, el protocolo esté mejor diseñado y funcionará en la clínica.
Recuadro 3. Ejemplos de posibles protocolos para una clínica veterinaria 2. Los protocolos pueden pertenecer a más de una categoría.
Protocolos clínicos |
• Exploración física
• Calendario de vacunación canina • Calendario de vacunación felina • Consulta de cachorros • Consulta de gatitos • Parásitos intestinales: prevención, diagnóstico y tratamiento • Filariosis: prevención, diagnóstico y tratamiento • Parásitos externos: prevención, diagnóstico y tratamiento • Cirugía de esterilización/castración • Técnicas de radiografía • Anestesia y seguridad anestésica • Muestras de orina y heces; obtención y manejo |
Protocolos de comunicación con el cliente |
• Comunicación con el cliente en la consulta
• Conversación sobre nutrición en la consulta • Llamadas telefónicas • Programación de citas de consulta externas • Programación de hospitalización • Programación y realización de eutanasias • Preparación y presentación de presupuesto • Protocolo de conformidad para tratamientos crónicos |
Protocolos operativos y administrativos |
• Almacenamiento y suministro
• Código de vestimenta • Precios y política de pagos • Mantenimiento de las instalaciones • Mascotas del personal y la clínica • Material de oficina • Registros clínicos • Procedimientos de reuniones internas • Horarios y vacaciones del personal |
Otra cuestión importante es: ¿cómo podemos asegurarnos de que los distintos miembros del equipo conocen y siguen realmente los distintos protocolos? Las siguientes iniciativas mejorarán la implicación del equipo en el cumplimiento de los protocolos de la clínica:
Retomaremos estos puntos en la segunda parte del artículo.
Los protocolos son herramientas valiosas para mantener una mayor organización en general y para garantizar los altos estándares y la calidad de los servicios ofrecidos a los clientes. Ya sabemos que para los programas de gestión de calidad o para obtener una acreditación es muy importante tener documentación concisa y completa de todos los procedimientos de la clínica. Lo que es importante que comprendamos es que los protocolos y la documentación no tratan de eliminar la individualidad profesional y el estilo personal, sino de asegurar los más altos estándares de servicio posibles en la clínica para cada cliente, permitiendo que el estilo personal esté guiado por las normas y protocolos acordados.
Una vez que se ha tomado la decisión de implantar protocolos por escrito y se está preparado para el siguiente paso, la pregunta es: “¿Con qué protocolo empiezo y cuál es la mejor forma de crearlo?” La respuesta no siempre es fácil, ya que depende de los servicios de la clínica y del rendimiento del personal. Estos son algunos consejos útiles para tomar decisiones y empezar:
La segunda parte de este artículo tratará sobre cómo motivar al equipo y cómo implementar con éxito los protocolos en la clínica veterinaria.
Cialdini RP. Influence, the Psychology of Persuasion Harper Collins 2021 Ch 4.
Boss N. How We Do Things Here: Developing and Teaching Office-Wide Protocols J. Am. Anim. Hosp. Assoc. 2008
Philippe Baralon
Philippe Baralon se licenció por la Facultad de Veterinaria de Tolosa (École Nationale Vétérinaire de Toulouse) en 1984 y continuó su formación en Economía Leer más
Antje Blättner
Antje Blättner creció en Sudáfrica y Alemania y tras estudiar veterinaria en Berlín y Múnich se licenció en 1988. Leer más
Pere Mercader
Pere Mercader se estableció como consultor en gestión de clínicas veterinarias en el 2001 y desde entonces ha desarrollado esta función en España, Portugal y algunos países latinoamericanos. Leer más
En esta segunda parte del artículo, los autores tratan sobre cómo motivar al equipo y cómo diseñar e implementar con éxito los protocolos en la clínica.
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