Introducción
La insuficiencia pancreática exocrina (IPE) se produce como consecuencia de la incapacidad de las células acinares pancreáticas para producir la cantidad adecuada de enzimas, lo que da lugar al síndrome de maldigestión y malabsorción y a sus correspondientes signos clínicos, como la pérdida de peso y la diarrea. Aunque antes se creía que la IPE era una enfermedad rara en el gato, actualmente se reconoce que muchos casos han podido pasarse por alto dada la falta de pruebas diagnósticas sensibles y específicas, la menor concienciación sobre esta enfermedad y la coexistencia con otros trastornos gastrointestinales (GI) de signos clínicos similares. Hasta hace poco, los estudios publicados sobre la IPE felina eran escasos, limitándose a informes de casos individuales de 10 gatos, publicados entre 1975 y 2009, en los que se confirmó o sospechó IPE 1,2,3,4,5,6,7,8,9 y a dos pequeños estudios de series de casos que agruparon a un total de 36 gatos con IPE 10,11. Recientemente se ha publicado un estudio retrospectivo a gran escala en el que se evaluaron 150 gatos con IPE 12, y en un pequeño estudio retrospectivo multicéntrico, publicado en el 2021 se describieron los hallazgos ecográficos y clinicopatológicos de 22 gatos con IPE 13.
Epidemiología
Se desconoce la verdadera prevalencia de la IPE felina y, como se ha indicado antes, en el pasado se consideraba una enfermedad muy poco frecuente en el gato con solo unos pocos casos publicados. Sin embargo, a partir de 1995, cuando se empezó a utilizar la prueba fTLI, (feline trypsin-like immunoractivity) 14, se diagnosticaron muchos más casos. En un estudio reciente, se analizó la base de datos del Laboratorio Gastrointestinal de la Universidad A&M de Texas, durante un periodo de unos 2 años (2008-2010) y se encontró que, en 1.094 de 46.529 (2,4%) muestras de sangre de gatos, enviadas al laboratorio para la determinación de fTLI, los niveles eran compatibles con el diagnóstico de IPE 12. A pesar de que la población de este estudio está sesgada (por ser gatos con signos GI y, por tanto, con posible sospecha de IPE), parece que la IPE no es una enfermedad rara en el gato. Se desconoce si estos datos reflejan un aumento real de la prevalencia o, simplemente, un aumento de la sospecha de IPE y unos mejores métodos de diagnóstico. Por lo tanto, aunque todavía no se ha determinado su prevalencia real, la IPE se debería sospechar en gatos con un cuadro clínico compatible.
Etiología y fisiopatología
No hay estudios en los que específicamente se hayan investigado las causas potenciales de IPE en el gato, aunque tradicionalmente, casi siempre se ha considerado que la pancreatitis crónica, con destrucción gradual y extensa de las células acinares, es la única causa de IPE. Sin embargo, esta idea se basa en un pequeño número de casos 13,15, y, aunque todavía se cree que la pancreatitis crónica es la causa más frecuente de IPE en el gato, también puede haber otras causas. Si bien no se ha demostrado, se cree que para que la inflamación crónica provoque la destrucción casi completa del páncreas exocrino es necesario que transcurra un periodo de tiempo prolongado; en estudios recientes se ha observado que los gatos jóvenes pueden desarrollar IPE, por lo que, especialmente en este grupo de edad, la pancreatitis crónica es una causa menos probable 12. Otras posibles causas de IPE podrían ser la atrofia acinar pancreática (descrita en un pequeño número de casos), la infestación por Eurytrema procyonis (un trematodo que se encuentra en algunas regiones de EE.UU. y que también se ha descrito como causa de IPE en un pequeño número de casos), la hipoplasia o aplasia pancreática, y la atrofia por presión como consecuencia de la obstrucción del conducto pancreático 1,2,3,4,5,6,7,8,9, 13. Recientemente se ha indicado que la deficiencia única de lipasa pancreática (estando otras enzimas pancreáticas dentro de la normalidad) puede causar IPE en perros 16, pero esto todavía no se ha descrito en el gato.
Se cree que el páncreas exocrino tiene una excepcional reserva funcional, de manera que los signos clínicos de IPE solo se desarrollan cuando se produce una pérdida de más del 90% de la capacidad secretora 13. Independientemente de la causa, la insuficiente producción y secreción de enzimas pancreáticas en el intestino delgado da lugar a la mala digestión de los nutrientes. La elevada cantidad de nutrientes no digeridos en el intestino puede provocar diarrea osmótica, mientras que la menor absorción de nutrientes da lugar a la pérdida de peso.
La asociación fisiopatológica entre la función pancreática y la absorción de cobalamina es especialmente importante. El factor intrínseco es una proteína que se une a la cobalamina facilitando su absorción en el íleon, pero a diferencia de los perros, en los que el factor intrínseco también se sintetiza en el estómago, en los gatos únicamente se sintetiza en el páncreas exocrino. Por este motivo, en caso de IPE se produce una disminución de la síntesis y secreción del factor intrínseco, con la consecuente disminución de la absorción intestinal de cobalamina y, por tanto, el desarrollo de hipocobalaminemia y deficiencia de cobalamina 17.
Cuando la IPE está causada por una pancreatitis crónica, la destrucción de la parte endocrina del páncreas puede dar lugar al desarrollo concomitante de diabetes mellitus. Además, muchos gatos con IPE pueden presentar una inflamación pancreática, una enteropatía crónica (normalmente una enfermedad inflamatoria intestinal y/o un linfoma GI de células pequeñas) y/o una enfermedad hepática concurrentes.
Reseña y signos clínicos
No existe una predisposición significativa en cuanto a la raza o el sexo 12. Aunque la mayoría de los gatos con IPE son de mediana o avanzada edad, el rango de edad descrito es de 3 meses a 19 años 12. Esto subraya el hecho de que la IPE es una enfermedad que se debería considerar en gatos de cualquier edad.
Los signos clínicos de IPE en el gato son inespecíficos y coinciden con los de muchas otras enfermedades más frecuentes (p. ej., hipertiroidismo, enteropatías crónicas, pancreatitis, enfermedad renal crónica). En un estudio se encontró que la pérdida de peso fue con diferencia el signo clínico más frecuente (Figura 1), afectando a más del 90% de los 150 gatos, y fue el único signo presente en el 5% de los casos 12. En el 62% de los gatos se observaron heces blandas y, de ellos, 2/3 tuvieron diarrea acuosa ocasional (Figuras 2 y 3). Esto contrasta con la IPE canina, puesto que la mayoría de los perros afectados presentan heces blandas (un 95% de los casos según un estudio 18). Otros signos clínicos incluyen el mal aspecto del pelaje (50%), polifagia (42%), anorexia (42%), letargia (40%), vómitos (19%) y pelo graso 12. Algunos de los signos clínicos descritos (p. ej., anorexia, depresión, vómitos) no son típicos de IPE y, probablemente, estén más relacionados con las enfermedades concomitantes (p. ej., enteropatía crónica o inflamación del hígado y/o el páncreas) que con la IPE. Se ha descrito el caso de un gato con IPE que desarrolló acidosis D-láctica (presumiblemente por el aumento de la fermentación intestinal como consecuencia del sobrecrecimiento bacteriano) y signos clínicos de debilidad, letargia y ataxia 8, pero esta presentación se considera rara.