Los protocolos en la clínica veterinaria (II)
En esta segunda parte del artículo, los autores tratan sobre cómo motivar al equipo y cómo diseñar e implementar con éxito los protocolos en la clínica.
Número de edición 32.1 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 18/05/2022
Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , Português , English , ภาษาไทย y Українська
El “Síndrome del cachorro debilitado” es bien conocido en veterinaria clínica; este artículo proporciona un enfoque práctico a este problema.
Todo neonato que muestre no tener una buena salud se debe considerar una urgencia veterinaria, requiriendo ser atendido lo antes posible.
Es importante vigilar y controlar las condiciones ambientales del neonato, especialmente la temperatura, la humedad y la higiene.
Los cuidados adecuados, incluyendo la nutrición y la estimulación de la defecación y la micción, son esenciales para mejorar las posibilidades de recuperación del neonato.
La septicemia es el problema más frecuente en el periodo neonatal, aunque el “síndrome de las 4H” también desempeña un papel importante como causa de enfermedad y muerte neonatal.
Los pacientes de menos de tres semanas de edad son frágiles y si su salud no es buena pueden empeorar rápidamente por diferentes motivos. Los signos clínicos del 85% de los cachorros que fallecen durante el primer mes de vida, aparecen en los cinco días antes de la muerte, por lo que todo neonato que no muestre un buen estado de salud debe ser atendido urgentemente, en cuanto el propietario contacte con la clínica y el tratamiento se debe instaurar incluso antes de obtener el diagnóstico preciso (la mayoría de las veces no se obtiene dicho diagnóstico). Los signos clínicos de los neonatos suelen ser inespecíficos y pueden incluir dificultad respiratoria, llanto, distensión y dolor abdominal, anorexia, ausencia de ganancia e incluso pérdida de peso, debilidad e hipotermia, pero ninguno de estos signos es patognomónico de una causa subyacente concreta.
Primero, se debe pedir al propietario que acuda a la clínica no solo con el cachorro enfermo, sino también con el resto de la camada y la madre; entre otros motivos, al explorar al resto de la camada se pueden detectar precozmente otros cachorros enfermos y al explorar a la madre, se pueden identificar problemas que afecten a la salud del cachorro, como la metritis, la mastitis, la agalactia/hipogalactia, los pezones invaginados (que imposibilitan la lactancia) o, en raras ocasiones, la presencia de vesículas en la vulva indicativas de una infección por herpesvirus. Si el propietario está controlando el peso de los cachorros, es útil que también acuda a la clínica con los datos de los pesos o las curvas de crecimiento. Además, es vital asesorar correctamente al propietario sobre la forma de transportar a los neonatos; los neonatos tienen una deficiente capacidad para regular la temperatura, por lo que es importante que durante el transporte la temperatura ambiente se mantenga en torno a los 28°C. No obstante, también hay que evitar el exceso de calor, ya que los neonatos son incapaces de alejarse de superficies demasiado calientes. Los cojines térmicos que se calientan en el microondas o las bolsas de agua caliente se deben utilizar con cuidado para evitar la hipertermia inducida y las quemaduras (además, las botellas cilíndricas pueden rodar y lesionar a los neonatos). La hipertermia no solo dificulta la exploración clínica de los neonatos, ya que suelen gemir más y estar más hiperactivos, sino que también aumenta el metabolismo y, por tanto, el gasto energético.
Una vez en la clínica, se deben tomar ciertas precauciones higiénicas. El sistema inmune de los neonatos es inmaduro y se deben evitar las infecciones nosocomiales, por lo que los neonatos tienen que permanecer en la sala de espera el menor tiempo posible y sin tocar ninguna superficie ni otros animales. La exploración se debe realizar sobre una superficie limpia y seca, preferiblemente caliente (p. ej., con un cojín térmico ajustando la temperatura a 28-35°C) y utilizando guantes desinfectados. Lo ideal es que el veterinario se ponga en ese momento una bata o uniforme limpios.
La exploración general de la madre debe incluir la evaluación de posibles signos de bacteriemia; por ejemplo, ¿hay alguna evidencia de infección en la piel, las orejas o la boca (incluyendo la presencia de sarro dental) que pueda ser una fuente de bacterias? ¿Hay alguna secreción vaginal maloliente sugestiva de metritis? Se deben revisar las glándulas mamarias en busca de signos de mastitis o de desarrollo inadecuado del tejido mamario y comprobar si la anatomía de los pezones permite que los neonatos puedan mamar fácilmente (Figura 1). También se debe evaluar la puntuación de la condición corporal de la madre para comprobar si puede producir suficiente leche y se debe preguntar sobre el comportamiento maternal ¿se interesa la madre por los cachorros que gimen? Es importante explorar a la camada con cuidado, puesto que las madres excesivamente maternales pueden morder al veterinario cuando manipula a sus cachorros.
El veterinario primero debe recopilar información clave sobre la nutrición durante los días anteriores, averiguando cómo se alimentó el neonato durante las primeras 8 horas de vida (momento en el que la barrera intestinal permite la transferencia pasiva de anticuerpos calostrales) 1 y si le dieron biberón (por la posible aspiración con complicaciones respiratorias). La evolución del peso desde el nacimiento hasta los dos días de edad proporciona información útil: en el 96% de los cachorros que sufrieron pérdida de peso en dicho periodo la transferencia de inmunidad pasiva fue deficiente 2. Lo ideal es que no se produzca pérdida de peso en los dos primeros días de vida. Posteriormente, la curva de peso del cachorro se debe comparar con la de referencia para la raza (Figura 2) 3. El objetivo es que la ganancia diaria sea de unos 2-4 g por kilogramo de peso adulto estimado, ganando un mínimo de 1,5 veces el peso al nacer el día 7 y el triple del peso al nacer el día 21.
La temperatura del cachorro se debe medir con un termómetro electrónico pediátrico de punta suave; los termómetros de infrarrojos que miden la temperatura a distancia, sin contacto, todavía no se han validado para neonatos. La temperatura normal del neonato es inferior a la del adulto. A título orientativo, la temperatura media de la mayoría de los neonatos es de 36,5±1°C el primer día de vida, de 37,0±1,3°C el séptimo día y de 37,2±0,5°C los días 14-21 4. Se deben tener en cuenta dos puntos críticos respecto a la temperatura de los cachorros. En primer lugar, el aumento de temperatura en un cachorro con hipotermia debe ser gradual (aumentando un máximo de 1°C por hora); si se calienta de forma brusca se puede provocar la muerte debido a la vasodilatación periférica y a la sobreactivación del metabolismo celular. Lo ideal es utilizar una incubadora y aumentar progresivamente la temperatura, primero un grado más de la que tenía al nacer, hasta alcanzar los 37°C. La humedad de la incubadora se debe ajustar al 55-65%. En segundo lugar, la alimentación se debe retrasar hasta la temperatura del neonato sea de 35°C: si la temperatura es inferior se produce estasis intestinal e inhibición de la actividad enzimática digestiva. Por tanto, la leche se queda en el estómago y/o permanece sin digerir, creando las condiciones favorables para la proliferación bacteriana y la consecuente bacteriemia y muerte del neonato.
El estado de hidratación de un cachorro recién nacido puede ser difícil de determinar, puesto que, a esa edad, la elasticidad o tensión de la piel no proporciona ninguna información. La deshidratación se puede determinar subjetivamente, evaluando la sequedad de las mucosas orales, y objetivamente, determinando la densidad urinaria (DU) con un refractómetro (Figura 3). La orina se puede obtener masajeando la región perineal con un bastoncillo de algodón humedecido con agua tibia, recogiéndola en un tubo de plástico pequeño. Cualquier valor de la densidad urinaria superior a 1,030 se considera significativo. En caso de no tener un refractómetro, el color de la orina puede proporcionar información útil; la orina de los neonatos suele ser prácticamente incolora y un color amarillo oscuro es indicativo de deshidratación.
Se debe prestar especial atención al ombligo, ya que es una vía importante de penetración bacteriana; la vena umbilical conecta directamente con el hígado y las arterias umbilicales con la arteria ilíaca. Si la reminiscencia del cordón no se ha secado y caído a la semana del nacimiento, se podría sospechar una onfalitis/onfaloflebitis y posiblemente una bacteriemia.
Aunque el cachorro ya tenga varios días de vida, es importante evaluar la presencia de anomalías congénitas; incluyendo, hidrocefalia, paladar hendido y atresia anal. Se debe preguntar al propietario si ha observado la eliminación de meconio o de heces, aunque esto puede ser difícil de determinar debido a que la madre limpia continuamente a sus cachorros. La exploración cardiaca puede revelar bradicardia (100-150 lpm); suele ser un reflejo de protección asociado a la hipotermia y no está indicado administrar ningún fármaco cardiaco.
La extracción de sangre se puede realizar en cachorros de cualquier edad mediante la punción de la vena yugular (con una aguja de 23-25G), aunque en neonatos es importante evitar el uso de alcohol en la piel (para limitar la hemorragia posterior a la extracción y la disminución de la temperatura). Tras la extracción se debe presionar el lugar de la punción durante al menos un minuto. Es una técnica más fácil de lo que puede parecer y es bastante segura para el neonato. Los valores de referencia de los neonatos son diferentes a los de los adultos (Tabla 1). La glucemia es el parámetro más fácil (y útil) de medir con un glucómetro para pacientes diabéticos y solo se necesita realizar un pequeño pinchazo en la oreja o en la pata para obtener una gota de sangre; la aplicación de vaselina en la piel facilita la obtención de la muestra.
Tabla 1. Valores de referencia de los parámetros sanguíneos en cachorros recién nacidos (adaptado de 5,6,7,8).
Edad en semanas | 1 | 2 | 3 |
---|---|---|---|
Urea (g/l)
|
0,35-1,01
|
0,12-0,6 | 0,19-0,49 |
Creatinina (mg/l)
|
<1-7
|
2-10 | 2-7 |
Fosfatasa alcalina (UI/l)
|
3000-7000
|
600-1300 | 110-260 |
Proteínas totales (g/l)
|
32-45
|
25-42 | 33-43 |
Glucosa (g/l)
|
0,7-1,5
|
0,7-1,4 | 0,5-1,6 |
Hematocrito (%)
|
21-46
|
18-33 | 21-37 |
Recuento eritrocitario (x106/µL)
|
3,6-5,9
|
3,4-4,4 | 2,8-4,3 |
Recuento leucocitario (x103/µL) | 4-23 |
1,7-19
|
2,1-21 |
Los resultados de las radiografías y de la exploración ecográfica pueden ser confusos, ya que varios de los hallazgos que serían anormales en los adultos, carecen de importancia en los neonatos (Figura 4). Por ejemplo, en el 60% de los cachorros con menos de 15 días de vida se observa derrame peritoneal (y en el 30% cuando tienen un mes), lo que no tiene ninguna consecuencia clínica; la presencia de líquido se resuelve espontáneamente. Del mismo modo, en la exploración ecográfica, se observa dilatación de la pelvis renal en el 40% de los cachorros con 2 días de vida, en el 25% con 7 días de vida y en el 5% con dos meses de edad, sin presentar ningún signo clínico. Hasta el día 14, se puede observar la corteza renal con dos capas diferenciadas (una capa externa hipoecogénica y una capa interna más ecogénica). Hasta el día 21, el parénquima esplénico puede mostrar una ecotextura de “leopardo” muy característica, que se sospecha que está asociada a la activación del sistema inmune del neonato (datos inéditos de la autora).
Se pueden consultar más detalles sobre la exploración del neonato en la página web https://neocare.pro/le-developpement-du-chiot/ de acceso libre (en francés, inglés y alemán).
La hospitalización no solo permite instaurar determinados tratamientos (colocación de una sonda orogástrica, fluidoterapia y administración de fármacos), sino que también ayuda a garantizar la continua monitorización y atención del cachorro: el neonato enfermo puede empeorar rápidamente y, muchas veces, sin previo aviso. Aunque en la gran mayoría de las afecciones existe un componente bacteriano, la situación del cachorro se agrava en gran medida cuando se combinan estos tres signos: hipotermia, hipoglucemia y deshidratación. La hospitalización ayuda a controlar estos signos, pero si no se proporcionan los cuidados adecuados, incluyendo la nutrición, el tratamiento farmacológico no será eficaz. La hospitalización también puede ayudar al propietario cuando está muy preocupado por la salud del cachorro y, en caso de fallecer, se podrá realizar rápidamente la necropsia.
Hospitalizar a la madre tiene la ventaja de evitar la carga adicional de la lactancia artificial en un cachorro enfermo, pero esto implica tener que hospitalizar a toda la camada, incluyendo a los cachorros sanos, exponiéndolos innecesariamente al riesgo de enfermedad nosocomial. Además, la presencia de la madre puede interferir en los cuidados intensivos de los cachorros ya que, al lamerlos, puede dañar el sistema de goteo de fluidoterapia u otro dispositivo. En términos generales, se debe hospitalizar únicamente al neonato y en caso de hospitalizar a varios cachorros se deben utilizar collares identificativos de diferentes colores. Si parte de la camada, o toda, está en la clínica es importante evitar la mastitis en la madre debido a la falta de succión.
Lo ideal es que el neonato esté una sala separada de otros pacientes hospitalizados, dentro de un espacio cerrado, termostáticamente controlado y con posibilidad de suministro de oxígeno. Puede ser una incubadora específica para cachorros, una incubadora de segunda mano para bebés (Figura 5), una incubadora de aves o incluso una de fabricación casera, utilizando un recipiente de plástico grande o acuario con una tapa (pero que permita la circulación del aire). Las incubadoras pequeñas tienen la ventaja de ser portátiles: en caso de no disponer de personal que atienda la clínica por la noche, el veterinario se puede llevar la incubadora a casa, aunque esto no es lo ideal. Las incubadoras normalmente permiten mantener una humedad elevada (60%): el neonato se puede deshidratar significativamente al perder humedad a través de la piel y del tracto respiratorio, especialmente cuando respiran con la boca abierta. La temperatura de la incubadora normalmente debe ser de unos 28-30°C durante la primera semana de vida del cachorro y de 26-28°C durante la siguiente semana, pero se debe adaptar a la temperatura del neonato, con el objetivo de que se mantenga entre 36 y 38°C. Hay que recordar que las incubadoras solo proporcionan calor y no pueden reducir la temperatura por debajo de la del ambiente. Si no se dispone de una incubadora con control termostático, se pueden utilizar alfombrillas térmicas o cojines para microondas (comprobando antes la temperatura en la superficie de contacto con el neonato); las lámparas de infrarrojos no son recomendables.
Tanto la incubadora como las superficies de la sala se deben limpiar y desinfectar con regularidad para garantizar que el cachorro no se pueda contaminar de bacterias procedentes de los animales adultos hospitalizados. La elección del desinfectante es importante ya que algunos agentes pueden lesionar la delicada piel del neonato. También se debe desinfectar el material necesario para alimentar al cachorro, como biberones, tetinas y jeringuillas. Si se utiliza leche maternizada se deben seguir las instrucciones del fabricante respecto a su conservación y almacenamiento (incluso al hospitalizar pacientes de forma continuada).
La rehidratación del neonato se puede realizar por vía subcutánea (SC), intravenosa (IV) o intraósea (IO) (fémur). Si se utiliza la vía IV o IO es importante eliminar la presencia de aire en todo el sistema antes de conectarlo al cachorro. Hay que tener en cuenta el elevado riesgo de sobrecarga de fluidos en el neonato, con el consecuente edema pulmonar, por lo que, en caso de deshidratación de moderada a grave, se debe administrar un bolo de solución isotónica de Ringer Lactato (30-45 ml/kg), seguido de la infusión continua a ritmo de 3-4 ml/kg/h (añadiendo dextrosa en caso necesario) como mantenimiento 9. Es preferible utilizar la vía IV 10 y, en caso de usar la vía IO, el catéter no se debe dejar durante más de 3 días debido al riesgo de osteomielitis. No es necesario calentar el suero, ya que, dada la baja velocidad de infusión, el suero enfriará al pasar por el sistema de administración.
Para tratar la hipoglucemia se debe administrar un bolo IV de dextrosa al 12,5% (dextrosa al 50% diluida 1:4) a dosis de 1 ml/kg, seguido de infusión continua con una solución isotónica (Ringer) con dextrosa añadida (1,25-5%). Si el estado del neonato es menos crítico y su temperatura corporal es normal se puede administrar una solución de glucosa al 5-10% a 0,25 ml/30 g 9,10. Para evitar la hipoglucemia se pueden aplicar unas gotas de una solución azucarada (con miel o glucosa al 30%) en la lengua o el interior de la boca.
El tratamiento farmacológico puede ser potencialmente problemático en neonatos; antes de administrar cualquier fármaco se debe valorar la seguridad para el cachorro, por lo que se debe consultar la bibliografía correspondiente (p.ej., 11) en lugar de seguir las indicaciones del fabricante, ya que la mayoría de los fármacos no se han evaluado en neonatos antes de su aprobación. En la mayoría de las enfermedades del neonato existe un componente bacteriano, por lo que el tratamiento antibiótico se suele instaurar de forma rutinaria. Siempre que sea posible, los antibióticos se deben administrar por vía SC o IV, puesto que en animales tan pequeños es necesario realizar preparaciones líquidas, con el riesgo de no controlar bien la dosificación y administrar una dosis errónea. Además, algunos antibióticos administrados por vía oral (especialmente la ampicilina, el metronidazol y la amoxicilina) pueden modificar (al menos temporalmente) la flora digestiva, aumentando el riesgo de diarrea. Los antibióticos de primera elección de la autora son la ampicilina/amoxicilina y la amoxicilina-ácido clavulánico, seguidos de algunos macrólidos (eritromicina, tilosina) y la cefalexina o el ceftiofur. También se pueden considerar otros antibióticos con efectos secundarios conocidos (p.ej., aminoglucósidos que pueden causar nefrotoxicidad o tetraciclinas que pueden decolorar el esmalte dental), pero únicamente cuando se utilicen durante un breve periodo de tiempo, cuando ningún otro antibiótico sea eficaz (p. ej., ante la falta de mejoría clínica tras tres días de tratamiento), o cuando estén indicados según los resultados del antibiograma.
Sylvie Chastant
El éxito tanto del tratamiento farmacológico como del quirúrgico, depende de la calidad de los cuidados del cachorro. Los cachorros, además de necesitar la aplicación de inyecciones, la administración de fluidoterapia u otros tratamientos similares, requieren unos cuidados mucho más intensivos que los animales de mayor edad, incluyendo el seguimiento diario del peso, la alimentación frecuente y la inducción de la defecación/micción, sin olvidar los tratamientos preventivos rutinarios, como el seguimiento de programas antiparasitarios. La formación específica sobre la evaluación y los cuidados de los neonatos será útil para el personal auxiliar de la clínica. Proporcionar una nutrición adecuada es especialmente importante; ya sea mediante biberón o sonda (Tabla 2), aunque antes se debe comprobar la temperatura rectal y el estado del estómago (solo se debe administrar alimento cuando la temperatura sea superior a 35°C y el estómago esté vacío). Si el estómago no se ha vaciado 4 horas después de la última toma, se debe comprobar si existe hipotermia y si el cachorro ha defecado; si el recto está lleno, se puede estimular la defecación con la punta de un termómetro.
Tabla 2. Opciones para la alimentación del neonato.
Ventajas | Inconvenientes | |
---|---|---|
Biberón | • El neonato se puede alimentar ad libitum • Actividad relajante para el neonato • Estimula la digestión |
• Requiere tiempo
• Riesgo de aspiración • Imposible en ausencia de reflejo de succión • Contraindicado en caso de paladar hendido |
Sonda |
• Rapidez
• Posible en ausencia del reflejo de succión • Alimentación segura en caso de paladar hendido |
• Riesgo de administración en el tracto respiratorio (limitado)
• Requiere formación (pero es sencillo) • Riesgo de sobrecarga gástrica, de vómitos/regurgitación |
La mejoría clínica de un cachorro enfermo se suele manifestar inicialmente mediante el cese del llanto constante, la mayor vitalidad y la normalización de la temperatura rectal; la mejoría es más evidente cuando el cachorro hospitalizado empieza a ganar peso en aproximadamente un día. También es esencial mantener informados a los propietarios, quienes estarán muy preocupados y deben conocer el estado del paciente al menos una vez, o mejor dos, al día. Se les puede enviar curvas de peso, fotos o vídeos cortos del cachorro comiendo para mantenerlos al día sin perder mucho tiempo. El personal auxiliar de la clínica puede desempeñar un papel fundamental en la comunicación con el propietario.
Incluso en el caso de cachorros con pedigrí, potencialmente valiosos, muchas veces resulta complicado incluir en la factura todo el tiempo dedicado y los cuidados recibidos durante la hospitalización (y puede que esto sea aún más difícil en el caso de cachorros mestizos). Una vez instaurado el tratamiento inicial en la clínica, una alternativa es continuar con la hospitalización en casa. Para ello, se pueden impartir varias formaciones a los propietarios, lo que resulta especialmente útil en el caso de criadores, ya que disponen de más tiempo, tienen una fuerte motivación y muchas veces disponen de su propia incubadora. Esto permite reducir costes, así como disminuir el riesgo de infección nosocomial. Se debe enseñar al propietario cómo realizar procedimientos básicos (aplicación de inyecciones subcutáneas, medición de la densidad urinaria y la alimentación por sonda (Cuadro 1)) y, una vez que el cachorro esté en casa, el personal auxiliar de la clínica podrá realizar un seguimiento diario de la evolución del cachorro mediante llamada telefónica.
Recuadro 1. Alimentación por sonda de forma segura.
Si se produce la muerte del neonato puede ser útil realizar una necropsia, seguida de un examen bacteriológico, histológico y/o test de PCR, para identificar la causa subyacente, que muchas veces es multifactorial (Cuadro 2). Se han implicado varios patógenos específicos (Tabla 3), pero se considera que las infecciones bacterianas oportunistas inespecíficas que dan lugar a septicemia son responsables del 40-65% de todas las muertes neonatales 12,13. Los neonatos se infectan principalmente por vía oral y/o a través de los vasos umbilicales abiertos, desarrollando septicemia si la exposición a la carga bacteriana (del entorno o de la madre) es importante y/o si su estado es débil y presentan el denominado “síndrome de las 4H” (hipotermia-hipoglucemia-hipoxia-hipovolemia). Además, pueden estar implicados otros factores. La carga parasitaria elevada (especialmente de áscaris, anquilostomas y coccidios) puede ser un factor importante, ya sea por competencia directa por los nutrientes y/o, indirectamente, por causar diarrea. Las parasitosis también pueden ser responsable indirectas de bacteriemia cuando las larvas de Toxocara migran desde el tracto digestivo a los pulmones, pasando por el hígado, diseminando las bacterias del tracto gastrointestinal. Por último, también pueden estar implicadas las causas accidentales o traumáticas. Por ejemplo, cuando el propietario alimenta con biberón al cachorro de forma “brusca” o impaciente; particularmente en el caso de neonatos débiles con un reflejo de deglución ineficaz y aspiran la leche. La madre también puede aplastar o morder a los cachorros por un comportamiento maternal inadecuado, aunque la debilidad del propio neonato (por hipoglucemia e hipotermia) suele ser el primer desencadenante.
Recuadro 2. Factores predisponentes de la muerte neonatal.
Bacterias oportunistas -> septicemia
|
Síndrome de las “4H”
Hipotermia-hipovolemia-hipoglucemia-hipoxia |
Patógenos específicos |
Accidentes |
Anomalías congénitas |
Carga parasitaria |
Tabla 3. Causas infecciosas específicas de mortalidad neonatal (0-21 días de vida).
Virus | Bacterias | Parásitos |
---|---|---|
• CHV1(Herpesvirus canino)
• CPV1 (Parvovirus canino tipo 1) • CDV (Virus del moquillo canino) • CCoV (Coronavirus canino) • CAV2 (Adenovirus canino tipo 2) |
• Brucella spp.
• Salmonella spp. • Campylobacter jejuni • Bordetella bronchiseptica |
• Neospora caninum
• Toxocara canis • Ancylostoma spp |
Cuando se produce la muerte del neonato es importante realizar la necropsia teniendo en cuenta ciertos factores claves en la calidad de los resultados: si la necropsia no se puede realizar inmediatamente después de la muerte, el cadáver se debe mantener refrigerado a +4°C. La congelación no es adecuada, ya que interfiere con la histopatología y puede confundir incluso los resultados del examen macroscópico tras la descongelación. Muchas veces es necesario fomentar la realización de necropsias por parte del veterinario, posiblemente porque piensan que las posibles diferencias entre neonatos y adultos les pueden confundir. No obstante, la evaluación macroscópica muchas veces aporta evidencias sobre la causa de la muerte. Por ejemplo, se puede observar la falta de ingestión de leche (estómago e intestinos vacíos, vesícula biliar llena, retención de meconio), una anomalía congénita importante (p.ej., atresia yeyunal) o una gran carga parasitaria (parásitos visibles en el intestino o cicatrices hepáticas de Toxocara migrans). La obtención de fotografías de los órganos también puede permitir un análisis retrospectivo. Aunque frecuentemente, en la necropsia no se observan lesiones evidentes en los órganos, se deben tomar muestras para realizar exámenes complementarios (bacteriológicos, histológicos, pruebas de PCR y parasitarios) que pueden ayudar a determinar la causa de la muerte.
El cultivo bacteriológico solo es informativo cuando la necropsia se realiza antes de 6 horas tras la muerte del animal, ya que de lo contrario las bacterias se escapan del tubo digestivo y contaminan otros órganos. Para tomar la muestra se introduce profundamente un hisopo estéril en el parénquima esplénico y se transfiere a un recipiente estéril, teniendo cuidado para evitar la contaminación de la cavidad abdominal. También se puede recoger todo el bazo de forma estéril. En caso necesario, las muestras se deben mantener refrigeradas para enviarlas después al laboratorio, teniendo en cuenta que las debe recibir para su análisis antes de 24 horas.
Las muestras de tejido para el análisis histológico se deben fijar en formalina al 10% (3,4% de formaldehído). Las muestras no deben tener más de 5 mm de grosor y se deben procesar (con una técnica de inclusión en parafina) en los 7 días siguientes a su recogida para su óptima interpretación por parte del laboratorio de patología.
Los parásitos se pueden identificar al examinar macroscópicamente el contenido intestinal y rectal, aunque también es útil realizar el examen microscópico de muestras histológicas (p. ej., para Neospora y Toxoplasma).
Por último, si el cadáver se ha congelado antes de la necropsia y/o hay signos de autolisis, la prueba de la PCR es la única fiable; la PCR cuantitativa (en tiempo real) puede proporcionar información útil para la mayoría de los agentes infecciosos.
El tratamiento del neonato enfermo se basa más en proporcionar cuidados y la lactancia adecuada, la fluidoterapia de apoyo y la antibioterapia, que en la administración de un fármaco determinado. La instauración rápida del tratamiento es esencial para el éxito, además de adoptar las medidas preventivas adecuadas en todos los miembros de la camada. En la mayoría de los casos, los signos clínicos que preceden a la muerte son de corta duración y muy similares independientemente de la causa subyacente, no siendo raro el fracaso del tratamiento. Se debe adoptar un enfoque proactivo para controlar la mortalidad neonatal y visitar las instalaciones de cría es la mejor manera de evaluar la organización del periparto, prestando especial atención en el manejo de la gestación y el parto, la reanimación y la nutrición de los neonatos, las medidas de higiene y las condiciones ambientales.
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Sylvie Chastant
La Dra. Chastant-Maillard se licenció por la Facultad de Veterinaria de Alfort (Francia) en 1990 y obtuvo el doctorado de investigación sobre preimplantación de los embriones mamíferos en 1995 Leer más
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