Los protocolos en la clínica veterinaria (II)
En esta segunda parte del artículo, los autores tratan sobre cómo motivar al equipo y cómo diseñar e implementar con éxito los protocolos en la clínica.
Número de edición 32.1 Otros artículos científicos
Fecha de publicación 04/05/2022
Disponible también en Français , Deutsch , Italiano , Português , English , ภาษาไทย y Українська
¿Cómo deberíamos abordar la difícil elección de un antibiótico para cachorros y gatitos? J. Scott Weese nos ofrece una orientación práctica para esta situación tan frecuente en la clínica de pequeños animales.
En neonatos el uso de antimicrobianos de forma adecuada y eficaz es complicado debido a la falta de datos, lo que lleva a realizar suposiciones sobre la pauta de dosificación.
Existen muchos factores que influyen en la microbiota del neonato, pero probablemente, la administración de antimicrobianos durante este periodo sea el factor con mayor potencial de repercusión.
La farmacocinética de cualquier antimicrobiano, incluyendo su absorción, distribución, metabolismo y eliminación, en el neonato puede ser diferente a la del adulto.
Optimizar los factores relacionados con la salud del neonato y de la madre permite reducir la necesidad de utilizar antimicrobianos en el neonato y evitar preocupaciones por las dosis y los efectos a largo plazo.
Es bien sabido que los cachorros y los gatitos no son solo una versión más pequeña de los perros y gatos adultos, sino que, además, estos animales en crecimiento atraviesan un periodo de la vida muy dinámico, en el que se producen importantes cambios en varios factores que afectan a la farmacocinética de los fármacos y al riesgo de efectos adversos. La fisiología durante la etapa inicial de la vida es variable y se producen rápidos cambios que pueden afectar tanto a la eficacia como a la seguridad del tratamiento antimicrobiano. Además, la información disponible específica de especie y de fármacos para este crítico periodo neonatal es limitada. Apenas existen ensayos clínicos sobre pautas antimicrobianas óptimas para cachorros y gatitos, ni incluso hay datos que confirmen si los antimicrobianos son beneficiosos para ellos. Estos hechos dificultan el desarrollo de planes terapéuticos basados en la evidencia en los que se maximicen los beneficios potenciales y se minimicen los riesgos. Además, tampoco se conoce bien el alcance de los posibles riesgos e, incluso conociendo estos riesgos, su comprensión muchas veces es limitada, puesto que existen pocos datos sobre la incidencia y los efectos a largo plazo en situaciones clínicamente relevantes.
El periodo neonatal también es muy variable y cambiante desde el punto de vista microbiológico debido al desarrollo de la esencial y compleja microbiota comensal. Los "efectos adversos" normalmente se consideran desde el punto de vista de la interacción entre los fármacos y los pacientes, considerando en menor medida, la interacción entre los fármacos y la microbiota. El efecto de los antimicrobianos en la microbiota comensal es un área de creciente interés y atención, pero los datos objetivos disponibles son muy escasos. Por tanto, valorar adecuadamente la relación coste-beneficio y el uso de tratamientos basados en la evidencia supone un reto en el manejo de las enfermedades infecciosas neonatales.
La farmacocinética hace referencia a lo que el organismo hace con un fármaco tras su administración, lo que incluye su absorción, distribución, metabolismo y eliminación. Todos estos procesos pueden ser diferentes en el neonato respecto al adulto y cambian durante el periodo neonatal. Las consecuencias de estas diferencias en las propiedades farmacocinéticas del fármaco (p. ej., vida media, biodisponibilidad, volumen de distribución) pueden afectar a la posible eficacia y al riesgo de eventos adversos.
Los antimicrobianos, una vez administrados, se deben absorber para llegar a la circulación, lo cual puede ser imprevisible o diferente en el neonato. En particular, la absorción oral puede verse afectada por la edad (Figura 1). En las primeras 24 horas de vida, la absorción puede ser muy elevada, dando lugar a una biodisponibilidad que no es la esperada ni potencialmente la deseada. Por tanto, en individuos muy jóvenes, se debe evitar el uso de fármacos potencialmente tóxicos diseñados para que su absorción no sea alta (p. ej., neomicina). La lactancia también puede afectar a la absorción de algunos fármacos, ya sea porque el fármaco se una a componentes de la leche, o por la imposibilidad de administrar el fármaco con el estómago vacío (Figura 2). El vaciado gástrico lento también puede ser otro factor a tener en cuenta, ya que, aunque retrasa la absorción del fármaco, en última instancia puede aumentar su biodisponibilidad por el mayor tiempo de contacto con la mucosa 1. El pH gástrico más alto que el de los adultos, lo que es habitual en lactantes, puede disminuir la absorción de los fármacos con un pH ácido débil (p. ej., las fluoroquinolonas); en un estudio se demostró el fracaso en alcanzar niveles terapéuticos de enrofloxacina tras la administración oral en gatitos lactantes de 6-8 semanas de edad, lo que pone de relieve los posibles problemas que pueden surgir 2. Así pues, aunque hay poca información sobre los fármacos que se suelen utilizar en cachorros y gatitos, hay factores que compiten entre sí y que pueden aumentar o disminuir la biodisponibilidad oral en este periodo de la vida.
También se pueden utilizar otras vías de administración. La administración por sonda gástrica puede ser necesaria en cachorros y gatitos cuando el tratamiento por vía oral no es eficaz, pero los animales deben encontrarse estables y tener buena motilidad gastrointestinal. Con la administración subcutánea probablemente se obtiene una concentración de fármaco similar a la de la vía intravenosa u oral, pero la hidratación y la perfusión inadecuadas pueden afectar a la absorción, lo que es bastante probable en neonatos comprometidos. La vía intraósea también es una opción para administrar algunos fármacos.
Tras la absorción, los antimicrobianos se distribuyen a los tejidos a través de la sangre. Los neonatos tienen una mayor proporción de líquido extracelular (hasta el doble que los adultos), lo que, junto con la menor cantidad de tejido adiposo y muscular, da lugar a un mayor volumen de distribución de los fármacos hidrosolubles (p. ej., penicilinas, cefalosporinas, aminoglucósidos) y la consecuente menor concentración tisular. En los neonatos, las menores concentraciones de proteínas séricas y la menor afinidad de unión a las proteínas pueden conducir a un aumento de la fracción libre de los fármacos (fracción activa) con alto grado de unión a proteínas, como la cefovecina, lo que también aumenta la velocidad de eliminación. La cantidad de antimicrobiano libre en el lugar afectado es el factor que influirá en la eficacia antibacteriana, por lo que el veterinario debe ser consciente de la posible necesidad de aumentar o disminuir la dosis en función del fármaco y del paciente a nivel individual.
El metabolismo también puede verse afectado por la menor cantidad de enzimas que participan en el metabolismo hepático de los fármacos, especialmente en las primeras cuatro semanas de vida. Los riñones son la vía de eliminación de muchos fármacos y la excreción renal depende de la tasa de filtración glomerular y de los mecanismos de transporte tubular renal, lo que cambia con el tiempo. Esto es relevante sobre todo en las primeras etapas de la vida, ya que la función renal y hepática probablemente sean similares a las del adulto a las 4-6 semanas de edad. Hasta entonces, puede haber un mayor riesgo de toxicidad, particularmente de fármacos como el cloranfenicol, cuyos márgenes de seguridad son más estrechos y dependen del metabolismo hepático. Se ha demostrado que la vida media de la enrofloxacina en cachorros de 2, 6 y 8 semanas de edad es significativamente inferior a la de los adultos debido a una mayor velocidad de eliminación, lo que da lugar a un menor pico de concentración del fármaco 2.
Dada la falta de datos resulta complicado ajustar el tratamiento de los neonatos. Según lo expuesto anteriormente, se puede deducir que hay factores que pueden llevar a la necesidad de aumentar las dosis (p. ej., el mayor volumen de distribución) o, por el contrario, de reducir las dosis o prolongar el intervalo de dosificación (p. ej., aclaramiento retardado). Teniendo en cuenta que el metabolismo y la excreción pueden ser imprevisibles en individuos jóvenes y que existen muchas variaciones según la edad en el primer mes de vida, y entre individuos, es difícil predecir la farmacocinética a nivel del paciente y no existen recomendaciones basadas en la evidencia para cachorros y gatitos. En el caso de los fármacos altamente hidrosolubles con amplios márgenes de seguridad (p. ej., los betalactámicos), resulta razonable ajustar las dosis según el valor más alto del intervalo de dosificación del adulto, especialmente en pacientes de cuatro o más semanas de edad. Las recomendaciones recogidas en bibliografía antigua, donde se aconseja reducir las dosis de adultos (a veces de forma sustancial) no están fundamentadas y se deben evitar. En la Tabla 1 se muestran los antimicrobianos más frecuentes y se sugieren las posibles dosis para animales jóvenes. Una vez que los cachorros y los gatitos hayan alcanzado las 6 semanas de edad, probablemente se puedan utilizar tranquilamente las dosis de adultos en la mayoría de los antimicrobianos.
Tabla 1. Posibles dosis y enfoques para cachorros y gatitos jóvenes.
Fármaco y dosis en adultos | Consideraciones en neonatos |
---|---|
Amikacina
10-15 (gatos) o 15-30 (perros) mg/kg IV/SC/IM cada 24h |
Mayor distribución que en adultos. Eliminación renal reducida. Riesgo de ototoxicidad y nefrotoxicidad.
Las dosis recomendadas en bebés son variables. Considerar la posibilidad de prolongar el intervalo entre dosis en cachorros/gatitos jóvenes. Lo ideal es monitorizar el fármaco. Reservar para infecciones graves. |
Amoxicilina
11-20 mg/kg PO cada 8-12h |
Mayor distribución y amplio margen de seguridad. En bebés el intervalo de dosificación es amplio (20-50 mg/kg cada 12h) pero se debe considerar la frecuencia cada 8h y dosis más bajas en individuos mayores (>1 mes).
|
Amoxicilina+ ác. clavulánico
13.75-20 mg/kg PO cada 12h |
La farmacocinética del ácido clavulánico es poco conocida.
Se recomiendan 15 mg/kg PO cada 12h en personas, pero se suelen utilizar dosis más altas de amoxicilina. Dado el potencial de efectos adversos del ácido clavulánico es razonable usar dosis más bajas que las de la amoxicilina sola (p.ej., 15-20 mg/kg PO cada 12h) |
Ampicilina
20-40 mg/kg IV cada 4-8h |
Mayor distribución y amplio margen de seguridad.
50 mg/kg IV cada 4-6h. En algunas situaciones puede ser adecuado usar dosis más altas. |
Ceftiofur sódico
2.2 mg/kg IV/SC/IM cada 12-24h |
2.5 mg/kg SC q12h
Ceftiofur se comercializa de diferentes formas. Es preferible evitar el ceftiofur como ácido libre cristalino porque se desconoce la farmacocinética de esta fórmula de liberación prolongada y puede ser impredecible en cachorros/gatitos jóvenes. |
Cefalexina
22-30 mg/kg PO cada 12h |
Probablemente las dosis de adultos son apropiadas; posiblemente la dosis ideal es la más alta del intervalo. |
Cefotaxima
40-50 mg/kg IV/SC/IM cada 8h |
Buena elección para cubrir sistémicamente un amplio espectro bacteriano en pacientes críticos. Probablemente sea apropiada la dosis más alta de adultos. Considerar una frecuencia más prolongada (cada 12h) en animales <1 semana de edad.
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Clindamicina
10-15 mg/kg PO/IV cada 12h |
Las dosis de adultos probablemente sean apropiadas, pero se debe considerar la dosis más baja en animales muy jóvenes (<1 semana)
|
Doxiciclina
5-10 mg/kg PO/IV cada 12-24h |
La tinción dental no es un motivo de preocupación
Probablemente sean apropiadas las dosis de adultos habituales. |
Fluoroquinolonas Enrofloxacina
Perros: 5-20 mg/kg IV/PO cada 24h Marbofloxacina 2.75-5.5 mg/kg PO cada 24h Orbifloxacina 2.5-7.5 mg/kg PO cada 24h Pradofloxacina Perros: 3-4.5 mg/kg PO cada 24h; gatos: 7.5 mg/kg PO cada 24h |
Mayor distribución. Eliminación renal reducida.
Evitar en animales en crecimiento a menos que sea esencial. El uso a corto plazo de las dosis habituales probablemente conlleve un riesgo limitado, pero sigue existiendo el riesgo de artropatía o tendinopatía. Evitar la enrofloxacina en gatitos por la retinopatía. En individuos muy jóvenes (<1 semana), las dosis más bajas habituales del intervalo, cada 24h, pueden ser preferibles. |
Los aminoglucósidos tienen una excelente actividad frente a bacterias gram negativas (incluyendo la mayoría de las bacterias multirresistentes y Pseudomonas spp.), una buena actividad frente a estafilococos, una eficacia limitada frente a otros organismos gram positivos y ninguna actividad frente a anaerobios. Se deben administrar por vía parenteral y pueden estar asociados a nefrotoxicidad y ototoxicidad; la amikacina presenta menos riesgos que la gentamicina. Los riesgos de nefrotoxicidad son mayores con la deshidratación o la mala perfusión, aunque se desconoce la incidencia de la toxicidad. A pesar de que muchas veces se ha afirmado que los aminoglucósidos se deben evitar en cachorros y gatitos, no hay datos reales que respalden tal recomendación y esta clase de fármacos se utiliza, cuando es necesario, en neonatos de otras especies, incluyendo el ser humano. De hecho, la gentamicina es el segundo antimicrobiano más utilizado en las unidades de cuidados intensivos de neonatos humanos, después de la ampicilina 1. Aunque su uso no está recomendado de forma rutinaria, los aminoglucósidos pueden ser útiles en tratamientos basados en cultivos de muchas bacterias multirresistentes y como tratamiento empírico para cubrir organismos gram negativos en pacientes de especial riesgo (p. ej., en sepsis), en los que el riesgo de toxicidad se puede asumir ante el riesgo de muerte inminente por infección. Asegurar una buena perfusión e hidratación reduce los riesgos. Un punto importante a señalar es que los primeros signos de toxicidad en adultos (presencia de cilindros granulares) no se observan de forma tan consistente en neonatos, lo que complica el seguimiento de estos casos.
La dosificación de esta clase de fármacos en cachorros y gatitos jóvenes no está del todo clara. Los neonatos tienen una distribución más amplia del fármaco, pero menor eliminación renal. Las dosis utilizadas en potros son más altas que las de los caballos adultos (p. ej., amikacina 20-25 mg/kg cada 24h vs. 10-15 mg/kg cada 24h), pero las dosis en neonatos humanos tienden a ser similares a las de los adultos, aunque con un mayor intervalo de administración entre dosis: en bebés de peso normal al nacer y de menos de una semana de edad se han recomendado dosis cada 30-36h 1, aunque es el seguimiento de la concentración del fármaco lo que sirve como orientación tanto para la dosis como para la frecuencia de administración. Al menos en teoría, la determinación de la concentración máxima y mínima del fármaco permite ajustar mejor las dosis al individuo, quien podría requerir dosis más altas (debido a una mayor distribución), aunque con un mayor intervalo entre dosis (debido a la menor eliminación renal).
La doxiciclina es un antimicrobiano de amplio espectro con actividad frente a diversas bacterias patógenas gram positivas, gram negativas, atípicas y transmitidas por vectores. Si bien el uso de tetraciclinas en individuos en crecimiento puede provocar la aparición de manchas en los dientes 3, en el caso de la doxiciclina este riesgo no existe, debido a su menor afinidad por el calcio. Por tanto, su uso no está contraindicado en niños pequeños* y tampoco se debe evitar en cachorros y gatitos por problemas de desarrollo o de tinción de los dientes. Probablemente, la preocupación generada por la tinción dental en niños, haya contribuido a la menor investigación sobre el uso de la doxiciclina en neonatos, ya que la información disponible es escasa. En cuanto a la farmacocinética, no se han encontrado diferencias significativas en niños de 2-8 años de edad respecto a niños mayores 4, pero no hay datos en niños más pequeños. Como en términos generales se considera que es segura (la dosis en personas con compromiso renal es la misma), se considera razonable utilizar en gatitos y cachorros la dosis de adultos.
* https://www.cdc.gov/rmsf/doxycycline/index.html
Las cefalosporinas suelen ser opciones seguras y eficaces en animales jóvenes. La cefalexina se utiliza bastante y proporciona una excelente cobertura frente a bacterias gram positivas (p. ej., Staphylococcus y Streptococcus spp.), aunque tiene una actividad bastante limitada frente a gram negativas. Si se administra por vía oral y con un amplio margen de seguridad es una buena opción para actuar frente a patógenos gram positivos.
Las cefalosporinas de tercera generación, como la cefotaxima y el ceftiofur, son buenas opciones, “extra-label” (fuera de las indicaciones autorizadas) cuando se necesita cubrir un amplio espectro bacteriano. Esta clase de fármacos tiene una excelente actividad frente a organismos gram negativos manteniendo a la vez una buena actividad frente a gram positivos, pero no tiene actividad frente a enterococos y la mayoría son ineficaces contra Pseudomonas spp. (excepto las cefalosporinas antipseudomonas como la ceftazidima). Estos antibióticos son buenas opciones para el tratamiento basado en el resultado de cultivos y para el tratamiento empírico en pacientes graves que necesita una cobertura fiable de amplio espectro. La cefotaxima también se suele utilizar cuando se sospecha una infección del sistema nervioso central (SNC), debido a la capacidad aceptable de penetrar la barrera hematoencefálica y a la posibilidad de administrar dosis elevadas con seguridad. También se puede utilizar la cefpodoxima oral.
J. Scott Weese
Al igual que ocurre con otros betalactámicos, la eliminación renal es reducida en individuos de temprana edad, aunque dado el amplio margen de seguridad, esto puede ser poco preocupante. Sin embargo, en pediatría humana, las dosis que se administran a los neonatos son más altas y a intervalos más prolongados (50 mg/kg cada 12h de 0 a 7 días de edad y cada 8h de 7 a 28 días de edad) respecto a las dosis de bebés de más de 28 días de edad (37,5 mg/kg cada 6h) 1.
No se recomienda utilizar cefovecina de forma rutinaria; es un fármaco con un alto grado de unión a proteínas, por lo que sus propiedades farmacocinéticas pueden ser muy diferentes en los neonatos. Tampoco es una buena elección para E. coli, excepto en infecciones del tracto urinario inferior. Dado que este fármaco es más adecuado para el tratamiento de la foliculitis superficial y de la cistitis bacteriana en pacientes con problemas de administración, la indicación para cachorros y gatitos es limitada.
La clindamicina es otra opción para la administración oral con excelente actividad contra bacterias gram positivas y anaerobias. En medicina humana, la dosis diaria recomendada es de 15-20 mg/kg para bebés de menos de 28 días de edad, frente a 20-40 mg/kg para bebés mayores (en ambos casos, dividida en 3-4 dosis), aunque se ha sugerido una dosis de 9 mg/kg cada 8h para todos los bebés de peso normal al nacer 5. No se dispone de datos en perros y gatos y probablemente se pueda utilizar una dosificación similar a la de los adultos. Teniendo en cuenta el aclaramiento más lento de individuos muy jóvenes, se podría considerar la dosis más baja del intervalo de dosificación de los adultos.
Las fluoroquinolonas tienen una actividad excelente frente a bacterias gram negativas, moderada frente a gram positivas y ninguna (excepto la pradofloxacina) frente a anaerobias. El principal motivo de preocupación de la administración de fluoroquinolonas en animales en crecimiento es la aparición de defectos en el cartílago. En estudios in vitro se han identificado efectos tóxicos de la enrofloxacina en condrocitos y células de los tendones de perros 6,7 y según el prospecto de la enrofloxacina en EE.UU. se produjeron cambios microscópicos en el cartílago articular de cachorros de mayor edad que recibieron dosis de 5-25 mg/kg durante 30 días. Sin embargo, no se han detectado anomalías clínicas en cachorros de 2 semanas o de 29-34 semanas que recibieron 25 mg/kg/día durante 30 días. En dos estudios recientes no se identificaron lesiones en los cartílagos de potros de yeguas que recibieron tratamiento durante el final de la gestación 8,9, pero se identificaron erosiones graves en los cartílagos de 2/2 potros que, durante el periodo postnatal, recibieron un tratamiento con dosis estándar 9. Estos datos coinciden con los de un estudio anterior (publicado solo como resumen), en el que se observaron lesiones en el cartílago articular de 4/4 potros neonatos tratados con fluoroquinolonas 10. El número y el tamaño de los estudios es limitado, lo que complica la evaluación de la seguridad, así como la falta de estudios de campo con dosis clínicamente aplicables a rangos de edad. Otro motivo posible de preocupación es la rotura tendinosa (descrita en un estudio de cultivo celular canino 7), pero su incidencia en personas adolescentes es muy baja 11 y se desconocen los riesgos en perros y gatos.
También se ha reconocido la retinopatía asociada a esta clase de fármacos y se ha descrito como un problema dependiente de la dosis en gatos tratados con enrofloxacina 12. Para reducir este riesgo se han recomendado dosis más bajas (5 mg/kg cada 24h); sin embargo, en animales jóvenes, con un aclaramiento renal potencialmente reducido, puede no ser adecuado. Las dosis más bajas tampoco son deseables en fármacos dependientes de la concentración en los que para alcanzar la actividad bactericida es importante la concentración máxima de fármaco y la relación AUC:CMI *.
* AUC- área bajo la curva; CMI = concentración mínima inhibitoria
En términos generales, no están claros los riesgos asociados a pautas cortas de tratamiento con dosis clínicamente relevantes en cachorros y gatitos, aunque probablemente, en individuos muy jóvenes el riesgo es mayor. No obstante, las indicaciones de las fluoroquinolonas en cachorros y gatitos son pocas, ya que existen otros fármacos más seguros con un espectro antimicrobiano similar (p. ej., las cefalosporinas de 3ª generación). Se podría considerar su uso, idealmente de corta duración, en situaciones puntuales cuando el uso de los antimicrobianos habituales no esté indicado por factores relacionados con las bacterias o con el paciente, puesto que los beneficios pueden superar los riesgos. Utilizar dosis más bajas podría reducir los riesgos, pero también podría verse afectada la eficacia bactericida, por lo que probablemente sea preferible minimizar la duración del tratamiento en lugar de reducir las dosis.
Los antibióticos que pertenecen a esta categoría, incluyendo las penicilinas potenciadas, se utilizan mucho en neonatos, particularmente la amoxicilina y el ácido clavulánico por vía oral, y la ampicilina por vía parenteral. También se utilizan mucho en otras especies y, el fármaco más utilizado en las unidades de cuidados intensivos neonatales en medicina humana es la ampicilina 1. En neonatos la distribución puede ser mayor y la eliminación más lenta, lo que se ha demostrado en cachorros de 6 semanas tratados con ampicilina a dosis de 50 mg/kg IV cada 4-6h 13. En cachorros de menor edad se podrían considerar dosis más altas. En medicina humana, la dosis neonatal es de hasta 200 mg/kg cada 6h, frente a la dosis de adultos de 20-40 mg/kg cada 4-6h. La ampicilina también se puede administrar por vía intraósea en cachorros y gatitos, cuando no se dispone de acceso venoso, a la misma dosis que la IV 13,14.
Se puede adoptar un enfoque parecido con la amoxicilina, que es en gran medida análogo a la ampicilina, pero con una excelente biodisponibilidad oral. Dado el mayor volumen de distribución y la seguridad, en neonatos humanos se han recomendado dosis más altas (50 mg/kg PO cada 12h) 15. Dado que la vida media es corta, se debe considerar una mayor frecuencia de dosificación (cada 8h) en cachorros y gatitos de más edad (p. ej., >1 mes). La amoxicilina-ácido clavulánico es un fármaco muy utilizado en neonatos y está disponible en suspensión oral que es fácil de usar. Las propiedades farmacocinéticas de la amoxicilina son las descritas anteriormente, pero se conoce poco sobre el ácido clavulánico, por lo que sería razonable utilizar la dosis más alta del intervalo de dosificación normal.
En el organismo existe una amplia población microbiana (microbiota) con sus correspondientes genes (microbioma). Aunque se han realizado grandes avances en el estudio de esta población microbiana tan compleja presente en el intestino, el tracto respiratorio, la piel, así como en otras localizaciones, todavía no se comprende del todo la interacción de esta población con el huésped y cómo se ve afectada tanto la microbiota como el huésped. No obstante, es incuestionable que la microbiota (especialmente la fracción intestinal) mantiene una interacción íntima y compleja con el organismo, tanto a nivel local, dentro del intestino, como fuera de él.
En el momento del nacimiento, el cachorro o gatito está totalmente expuesto a la población microbiana, desde el momento del parto (si no antes) y continuando durante toda la vida. Los neonatos están expuestos a la microbiota de la madre de la vagina, la piel, la leche, el tracto respiratorio y el tracto intestinal, así como a la microbiota del entorno, de las personas que los cuidan y de cualquier otro contacto (Figura 3). Estas exposiciones tempranas moldean el desarrollo de la microbiota y en algunos casos las consecuencias son duraderas. Por ejemplo, los bebés nacidos por cesárea desarrollan una microbiota diferente a la de los nacidos por vía vaginal, y estos cambios pueden persistir durante meses 16. Sin embargo, el factor que probablemente influye más en la microbiota es la exposición a los antimicrobianos, ya que el tratamiento antimicrobiano puede impactar significativamente en la microbiota intestinal 17,18,19. El impacto del tratamiento puede persistir mucho después de la finalización del mismo y puede interrumpir el importante desarrollo de la microbiota comensal e influir en sus complejas interacciones con el organismo.
Un aspecto clave del desarrollo inmunitario es la tolerancia, donde el organismo aprende a regular la respuesta inmune y a no responder (o responder excesivamente) a la enorme carga antigénica comensal. Por ejemplo, el uso de antibióticos en bebés se ha asociado a un mayor riesgo de asma, relacionado con cambios en la microbiota intestinal 20. En otros estudios también se ha descrito la asociación entre el uso de antimicrobianos en niños y el riesgo posterior de trastornos alérgicos, como el asma, la atopia y la alergia alimentaria 21,22,23. Aunque en los perros y los gatos esto no se ha estudiado, es razonable sospechar que los cambios en la microbiota intestinal debidos al uso de antimicrobianos a edades tempranas podrían igualmente tener un efecto en el riesgo enfermedades inmunomediadas, como la atopia y la alergia alimentaria. En el ser humano (y presumiblemente en otras especies), la administración de antimicrobianos durante el embarazo también puede afectar a la microbiota y se ha encontrado que la exposición prenatal a antimicrobianos conlleva un mayor riesgo de enfermedades alérgicas en el ser humano 23. Aunque los antimicrobianos son necesarios para el tratamiento de las enfermedades bacterianas, estos problemas ponen de manifiesto la necesidad de realizar un buen uso de los antimicrobianos. La implementación de medidas para reducir el riesgo de enfermedad (p. ej., la manipulación correcta, los cuidados postnatales adecuados) junto con el uso limitado de antimicrobianos donde esté claramente indicado, posiblemente aporten beneficios duraderos para la salud de los cachorros y gatitos.
Las enfermedades infecciosas del tracto respiratorio son frecuentes, especialmente en perreras y protectoras donde hay mucho movimiento y mezcla de animales. Pueden estar causadas por diversos patógenos, de los cuales solo un pequeño grupo son bacterias. Incluso cuando la causa sea bacteriana, no siempre será necesario el tratamiento antimicrobiano y la decisión dependerá de la gravedad y la cronicidad de la enfermedad, de la posible afectación del tracto respiratorio inferior y de la edad del animal.
La doxiciclina es una buena elección para las infecciones del tracto respiratorio superior ante la posible implicación de un componente bacteriano o cuando se teme la evolución hacia una neumonía bacteriana. Este fármaco también está indicado cuando se sospecha de Mycoplasma spp., aunque determinar la relevancia de este organismo puede ser un reto. La amoxicilina/ácido clavulánico se puede considerar en casos leves o moderados, pero no es una opción mejor que la doxiciclina, debido a la resistencia de algunos patógenos importantes (p. ej., Bordetella spp.), a la nula actividad frente a Mycoplasma, a la relativa escasa actividad frente a bacterias gram negativas productoras de betalactamasas y a la relativa escasa penetración en el líquido de revestimiento epitelial.
En casos más graves o de progresión rápida, está indicado proporcionar una cobertura de amplio espectro. En estos casos el tratamiento parenteral suele estar indicado (p. ej., cefotaxima, ceftiofur, ampicilina + amikacina, clindamicina + amikacina); sin embargo, de estos antimicrobianos, la clindamicina es el único con cierta actividad frente a Mycoplasma y dicha actividad solo es marginal. No obstante, como probablemente el papel de Mycoplasma sea el de coinfección en pacientes con enfermedad grave, las demás opciones siguen siendo buenas si se evidencia una neumonía bacteriana grave, con o sin sepsis. El tratamiento oral se puede utilizar en pacientes con buena motilidad gastrointestinal; las opciones incluyen la cefpodoxima, aunque se debe evitar en pacientes gravemente enfermos. Si el principal problema clínico es la afectación ocular, el tratamiento antimicrobiano tópico podría ser suficiente.
La septicemia es una afección aguda que pone en riesgo la vida del paciente, siendo necesaria la rápida instauración de un tratamiento antimicrobiano eficaz. Aunque lo ideal es que el tratamiento se base en los resultados del cultivo de muestras de sangre o de otras áreas afectadas, dichos resultados tardan días en obtenerse. Por tanto, se necesita instaurar un tratamiento empírico rápido y eficaz, y salvo que exista una firme sospecha de la causa (p. ej., sepsis a partir de un foco séptico conocido y con los resultados del cultivo), se debe proporcionar una cobertura empírica de amplio espectro, particularmente eficaz frente a enterobacterias, estafilococos y estreptococos spp. La administración parenteral está indicada debido a la posible mala absorción oral, siendo preferible utilizar la vía intravenosa siempre que sea posible. Entre las opciones de antimicrobianos de amplio espectro se encuentran las cefalosporinas de 3ª generación (p. ej., cefotaxima, ceftiofur), o la combinación de clindamicina y amikacina o ampicilina y amikacina. La cefotaxima o el ceftiofur probablemente sean inicialmente las opciones más seguras para pacientes muy comprometidos, considerando el mayor riesgo de nefrotoxicidad y ototoxicidad en pacientes deshidratados o con mala perfusión, y en neonatología humana se suelen recomendar, ya sea con o sin ampicilina. La cefovecina no está indicada debido a la inactividad frente a E. coli en los tejidos y a que su farmacocinética no está clara en los neonatos. Ante la sospecha de una implicación enterocócica, que suele ser motivo de preocupación en infecciones hospitalarias, la ampicilina debe formar parte del tratamiento elegido (p. ej., ampicilina + cefotaxima, ampicilina + amikacina).
La diarrea neonatal es un problema frecuente en la mayoría de las especies y puede tener múltiples causas infecciosas y no infecciosas (p. ej., la dieta). La diarrea, en sí misma, no es una indicación de tratamiento antimicrobiano y, de hecho, podría estar contraindicado, ya que su impacto en la microbiota puede ser perjudicial. La decisión de instaurar un tratamiento antimicrobiano se debe basar en el estado sistémico del paciente y en la posibilidad razonable de que el paciente presente o tenga alto riesgo de sepsis. La alteración del estado mental, la temperatura corporal anormal y la diarrea sanguinolenta deben levantar la sospecha de translocación bacteriana y sepsis, siendo todos estos signos, indicativos de la necesidad de iniciar el tratamiento antimicrobiano. Como el objetivo de los antimicrobianos en este caso es tratar o prevenir la sepsis, el enfoque es el mismo que el de la sepsis (p. ej., cefotaxima, ceftiofur).
Los antimicrobianos son fármacos que pueden salvar vidas, pero que también las pueden alterar por sus efectos adversos y consecuencias a largo plazo en el desarrollo. El uso adecuado y eficaz de los antimicrobianos en cachorros y gatitos recién nacidos es complicado debido a la falta de datos, lo que lleva a realizar suposiciones sobre la pauta de dosificación. A la hora de elegir el antimicrobiano y la pauta de administración hay que tener en cuenta las diferencias entre el animal joven y el adulto para maximizar la probabilidad de eficacia y minimizar el riesgo de efectos adversos. Ante todo, hay que intentar optimizar la salud de la madre y del recién nacido para reducir la necesidad de antimicrobianos y evitar preocupaciones relacionadas con las dosis y los efectos a largo plazo.
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J. Scott Weese
Actualmente, J. Scott Weese es profesor de la Facultad Veterinaria de Ontario y microbiólogo de Zoonosis/Salud Pública en el Centro para la Salud Pública Leer más
En esta segunda parte del artículo, los autores tratan sobre cómo motivar al equipo y cómo diseñar e implementar con éxito los protocolos en la clínica.
En esta primera parte del artículo, los autores describen los protocolos en la clínica veterinaria y las razones por las que pueden ser un componente clave para el funcionamiento eficiente de la clínica.
El mundo plantea diariamente retos al veterinario y nos puede ayudar saber que, lo que sentimos individualmente, lo compartimos con nuestros compañeros de profesión, estén donde estén. Además, si entendemos los retos de otras personas o instituciones relacionadas con nuestra profesión, podremos trabajar conjuntamente de manera que sea mutuamente beneficioso.
Aunque muchos propietarios se equivocan al elegir un cachorro, Jon Bowen identifica algunos factores clave que pueden ayudar a que se convierta en un gran miembro de la familia.